Cambio de ¨¦poca
En su discurso de investidura el ya presidente del Gobierno empez¨® a reconocer lo que hab¨ªa ocultado en los tres ¨²ltimos a?os de la legislatura reci¨¦n acabada e incluso en la campa?a electoral: que no estamos ante una ¨¦poca de cambios, sino ante un cambio de ¨¦poca. Nada va a volver a ser como antes de la crisis y, en consecuencia, la referencia a 1996-2004 como demostraci¨®n de que el PP s¨ª sabe como crear empleo, de la que Mariano Rajoy ha alardeado en la oposici¨®n, hay que dejarla de lado cuando se est¨¢ en el Gobierno. Frente a la seguridad de la oposici¨®n, las inseguridades del poder. En la oposici¨®n siempre se habita en la seguridad, porque no se tiene que traducir en actos las palabras y no hay, en consecuencia, exigencia de responsabilidad. En el Gobierno ocurre lo contrario. La responsabilidad es el compa?ero insoslayable de la acci¨®n de gobierno y la inseguridad sobre lo acertado o desacertado de la misma no puede dejar de gravitar permanentemente sobre el presidente del Gobierno, aunque tiene que hacer todo lo posible porque no se le note.
Motivos para estar inseguro no faltan. Todo el mundo admite ya que nadie previ¨® la crisis que se nos ven¨ªa encima, que nadie la diagnostic¨® bien en su g¨¦nesis y en su desarrollo y que todav¨ªa hoy no se tiene seguridad sobre c¨²al es la mejor estrategia para combatirla, como pone claramente de manifiesto la contraposici¨®n entre la estrategia seguida por Estados Unidos y la Uni¨®n Europea.
Pero en Espa?a tenemos algunos motivos adicionales de inseguridad, entre los cuales destaca la "crisis territorial", calificada en estos t¨¦rminos en el debate de investidura por el portavoz de Amaiur exclusivamente, pero expresada tambi¨¦n por los portavoces de CiU y PNV. De la misma manera que en la Transici¨®n la sociedad espa?ola tuvo que hacer frente a dos problemas constituyentes simult¨¢neamente, como pasar de una dictadura a una democracia y como pasar de un Estado unitario y centralista a otro pol¨ªticamente descentralizado, ahora tambi¨¦n tiene que hacer frente a dos problemas: salir de la crisis sin poner en cuesti¨®n la estructura del Estado construida dentro de las posibilidades y l¨ªmites establecidos en la Constituci¨®n.
El riesgo de que la crisis sea utilizada como coartada para hacer una pol¨ªtica recentralizadora fue expresado por Josu Erkoreka de manera expresa y, en mi opini¨®n, muy acertada. No hab¨ªa coincidencia, argument¨® el portavoz del PNV, entre las palabras y la m¨²sica del discurso de investidura. Las palabras dec¨ªan una cosa, pero sonaban a algo distinto. El candidato contest¨® en su estilo habitual.
Para quienes pensamos que el Estado auton¨®mico es no solamente la forma de Estado m¨¢s leg¨ªtima sino tambi¨¦n la m¨¢s eficaz de toda nuestra historia, el despejar las dudas en este terreno es de suma importancia. El marco territorial de ejercicio del poder es el tema m¨¢s importante y m¨¢s dif¨ªcil de resolver en todo Estado democr¨¢ticamente constituido. Dicho marco territorial no estaba definido en la Constituci¨®n, sino que se defini¨®, tras el refer¨¦ndum del 28-F de 1980, a trav¨¦s de los Pactos Auton¨®micos de 1981. Materialmente la decisi¨®n sobre la estructura del Estado se tom¨® en Andaluc¨ªa, que ha sido, con diferencia, la comunidad aut¨®noma que m¨¢s peso ha tenido en la consolidaci¨®n de la misma. Ser¨ªa sumamente importante que esto no se olvidara y que el cambio de ¨¦poca no nos devolviera al lugar en el que est¨¢bamos antes de que empez¨¢ramos a ejercer el derecho a la autonom¨ªa. Me temo que no somos suficientemente conscientes de lo que nos jugamos, que no es menos que lo que se juegan catalanes y vascos en la salida de la "crisis territorial".
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