Huevos rotos
Este ser¨ªa un cuento de Navidad si no lo fuera. Habitualmente, en los cuentos de Navidad los ricos son malos y los pobres son buenos. Pero, tras las ¨²ltimas elecciones, no hay manera de dilucidar, m¨¢s all¨¢ del disfraz, qui¨¦nes son los malos o qui¨¦nes son los buenos. Es l¨®gico. Descontentos con lo que no tienen, los pobres son cada vez peores. Los ricos, en cambio, nunca contentos con lo que tienen, siguen siendo lo que eran. Aunque, por si las moscas, algunos se muestren condescendientes. Lo que nada ha cambiado es que los ricos son cada vez m¨¢s ricos y los pobres cada vez m¨¢s pobres. Este cuento, por tanto, no va a tratar de doncellas desamparadas ni de pr¨ªncipes azules. Sino, si acaso, de un pr¨ªncipe azulgrana. Un principito principiante que solo gana partidillos en Jap¨®n y en el Bernab¨¦u. Tampoco hablaremos del Pap¨¢ Noel. Quiz¨¢s de soslayo. Para decir, tan solo, que le recortaron los renos y tuvo que viajar en Ryanair, compa?¨ªa a¨¦rea que, descartada Iberia, hace bueno el peor trineo.
Lo que nadie sabe es que, nada m¨¢s amerizar en la fuente de Neptuno, el Pap¨¢ Noel se cap¨® el pomp¨®n y se plant¨® en la Puerta del Sol preguntando d¨®nde estaba la ventanilla para apuntarse a los indignados. Aprovechando la oportunidad y el desconcierto del infeliz reci¨¦n llegado, un tal Cayo Lara, que acechaba agazapado, lo arrastr¨® por el saco y lo apunt¨® al paro. A veces zurdo y siempre diestro, nunca se sabe de qu¨¦ pie cojea este Cayo. Pero, como dir¨ªa el tabernero de Irma la dulce, esa es otra historia. Vamos ahora con el deporte.
Empecemos por Del Nido. Presidente, como saben, del Sevilla y simpatizante de Fuerza Nueva arrepentido. Recordemos que, perdido el sombrero, intent¨® erigirse en el Robin Hood de los clubes m¨¢s pobres y reclamaba que las televisiones les pagaran lo mismo que a los m¨¢s ricos, como si los ricos y los pobres tuvieran las mismas necesidades. Ya se dec¨ªa anta?o, un pobre puede ir en alpargatas y un rico tiene que usar zapatos. En estas, Pepito Grillo me susurr¨® al o¨ªdo: "En el nido de Del Nido se incuban huevos rotos". Creo que dijo "rotos" por no decir "podridos". El caso es que, llegados a este punto, un tecn¨®crata de la pasta gansa que se hac¨ªa pasar por pr¨®cer de la Patria, meti¨® baza en el asunto. Se jactaba el presunto pr¨®cer de que nuestra sacrosanta transici¨®n se hab¨ªa logrado sin romper un solo huevo. "Ni los de serpiente", puntualiz¨® oportunamente Llamazares que merodeaba por all¨ª sin rumbo ni asiento. Le hab¨ªan dejado m¨¢s solo que a Zapatero despu¨¦s del desahucio. Pero, antes de que el tabernero de Irma la dulce nos recuerde que tambi¨¦n esa es otra historia, perm¨ªtaseme recordar que, a partir de ahora, la educaci¨®n, la cultura y el deporte son la misma cosa. As¨ª que, si de nataci¨®n se tratara, digamos que a Del Nido acaban de condenarle a siete a?os de c¨¢rcel por haberse ba?ado en la misma piscina marbell¨ª de Gil y Gil, otro presidente de nuestro f¨²tbol que ha dejado a su paso ladrillos rotos y huevos podridos.
Imaginemos, por un momento, las desastrosas consecuencias que hubiera acarreado un reparto equitativo del dinero entre pobres y ricos. Analic¨¦moslo ecu¨¢nimemente: cualquier club pobre, aunque fuera de Primera, podr¨ªa haber fichado, por el precio proporcional de un Preciado, a uno de esos mourinhos que nunca caer¨ªan tan bajo como para entrenar ni siquiera al rico M¨¢laga de Pellegrini. El desbarajuste ecol¨®gico resultar¨ªa catastr¨®fico. Porque los mourinhos no bailan con pobres. Enseguida se pertrechar¨ªan de los mejores y m¨¢s caros jugadores para que le sirvieran t¨ªtulos en bandeja sin tardanza o para poder penalizarlos si le fallaban. Todo esp¨¦cimen de esa conocida raza se enfurru?an por un qu¨ªtame all¨¢ esas pajas, sobre todo, las del ojo ajeno. De hacerse realidad el sue?o del de los huevos rotos de Del Nido, hasta el Manzano de Cerezo hubiera florecido a lo Florentino en el futuro jard¨ªn de la Peineta. Pero el bal¨®n rueda como la Tierra y la Tierra est¨¢ cabreada. Sacudir¨ªa el rabo, si lo tuviera, desbaratando al paso las estrellas. En consoladora contrapartida, ah¨ª est¨¢ el Mirand¨¦s eliminando al Villarreal o el mism¨ªsimo Alcorc¨®n del alcorconazo poniendo al Zaragoza panza abajo o el C¨®rdoba revolcando al Betis a domicilio.
Equipos de inferiores categor¨ªas a los que un bal¨®n, y no la televisi¨®n, iguala gracias a esa copa que, hace un tiempo, los grandes consideraban de m¨¢s y ahora se apresuran a beber, por si no tuvieran otra cosa que llevarse a la boca.
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