Barcelona 92
Es imposible no asociar el ritual de frases hechas, t¨®picos sonrojantes (solo desde el masoquismo o la idiotez ilimitada se pueden escuchar las retransmisiones del f¨²tbol en Telemadrid), impunes barbaridades contra el diccionario, la comuni¨®n absoluta entre los cretinos interrogantes de los entrevistadores y las siempre previsibles y huecas respuestas de los entrevistados, con el tratamiento mayoritario que recibe el deporte en la televisi¨®n. En la seguridad por parte de los directivos de esa grotesca forma de retratar el deporte de que el nivel mental de los receptores no solo es vulgar sino que est¨¢ emparentado con la oligofrenia.
Un individuo for¨¢neo llamado Michael Robinson, que a pesar de hacerse l¨ªos muy c¨®micos en frases y palabras puntuales con el idioma espa?ol siempre se expresa con inteligencia, iron¨ªa, calidez y gracia, demuestra desde hace mucho tiempo que hablar del deporte puede hacerse con arte, conocimiento, originalidad, penetraci¨®n, estilo y sentimiento. Su programa Informe Robinson es un lujo progresivo, abordando historias individuales o colectivas, revelando lo que nunca se ha contado, haciendo hablar a gente que siempre ha sido parca o secreta, cuidando las im¨¢genes. Su ¨²ltima entrega, dedicada a los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona, era mod¨¦lica. Recogiendo el testimonio de pol¨ªticos que olvidaron sus diferencias en nombre del interes com¨²n, el suspense de esa flecha legendaria buscando su objetivo, los recuerdos de deportistas que conocieron al menos una vez en su vida ese momento de ¨¦xtasis que les va a acompa?ar hasta el ¨²ltimo d¨ªa, el abandono del subdesarrolismo y los justificados complejos en el deporte espa?ol, la sensaci¨®n de haber visto y sentido algo irrepetible observando lo que era capaz de hacer el Dream Team de los Jordan, Bird, Johnson y dem¨¢s.
Esta noche me deja sin argumentos ni ganas de maldecir a la casi siempre bochornosa televisi¨®n. La biograf¨ªa del cardenal Taranc¨®n, que ha dirigido Antonio Hern¨¢ndez, es muy digna. Hay cosas que chirr¨ªan, pero son pocas. Jos¨¦ Sancho est¨¢ muy cre¨ªble componiendo a aquel admirable malabarista de la pol¨ªtica, a ese cura que comprendi¨® que todo deb¨ªa cambiar, a alguien rocoso, sensato y valiente que se convirti¨® en la pesadilla del drag¨®n.
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