Vergonzosa negligencia social
- "El precio de la grandeza es la responsabilidad".
-Winston Churchill.
Hay menos pan, con lo cual m¨¢s necesidad que nunca de buen circo. Y, francamente, los m¨¢ximos responsables de ofrec¨¦rnoslo no han estado a la altura. Entre tijeretazos y subidas de impuesto, problemas que asolan no solo a Espa?a sino a la mayor parte de Europa (Happy Crisismas fue el titular de portada de una revista inglesa esta semana), el consuelo que nos da el f¨²tbol se vuelve cada d¨ªa m¨¢s imprescindible. El consuelo consiste en proveernos de abundantes e intensos temas de conversaci¨®n. ?ltimamente no ha habido casi nada.
Los afortunados del mundo del f¨²tbol, los que siguen ganando espectaculares cantidades de dinero, invulnerables a la crisis, tienen que estar a la altura de sus responsabilidades. Lo que rinden en el campo de juego es lo de menos. Se supone que se entrenar¨¢n duro para poder dar lo mejor de s¨ª, dejarse la piel y tal, pero esto no es suficiente. Para que podamos disfrutar plenamente y olvidar nuestra penas, para que nos calentemos de verdad, necesitamos tema, pol¨¦mica, bronca. El panorama, sin embargo, se ha vuelto desesperadamente manso.
El Mourinho pele¨®n y el Ferguson hist¨¦rico se han transformado en caballerosos corderos
En Inglaterra, por ejemplo, Sir Alex Ferguson, el eterno entrenador del Manchester United, ha demostrado una negligencia que roza lo criminal. Tendr¨¢ algo que ver con que el pasado viernes cumpli¨® 70 a?os, con que finalmente haya encontrado motivos para ver la vida con cierta perspectiva o que haya llegado a la conclusi¨®n de que la imagen de viejo borde, consolidada a lo largo de tantos a?os, no sea el legado que desea dejar para la humanidad. Sean cuales sean sus intenciones, la verdad es que esta temporada se ha comportado con irresponsable cordura. Puso fin hace unos meses a sus siete a?os de boicot a la BBC, volviendo a dar entrevistas a la principal cadena de televisi¨®n nacional, pero -casi sin excepci¨®n- su comportamiento ha sido imperdonablemente recatado. No se mete con los entrenadores rivales, no acusa a los ¨¢rbitros de parcialidad, no emana paranoia por todos los poros...
Pero al menos la Football Association ha tenido la seriedad de tomar cartas en el asunto, generando un buen l¨ªo alrededor del jugador uruguayo del Liverpool Luis Su¨¢rez, al que han castigado con ocho partidos de suspensi¨®n por llamar al peque?o y negro lateral del United Patrice Evra "negrito". La polic¨ªa inglesa tampoco se ha quedado corta: John Terry, el capit¨¢n del Chelsea y de la selecci¨®n inglesa, podr¨ªa acabar en la c¨¢rcel por haberle dicho a otro jugador negro que era, seg¨²n cuentan, "un negro hijo de puta". El hecho de que, por un lado, Su¨¢rez goce del apoyo moral de todos sus compa?eros de equipo, los negros incluidos, y que, por otro, Terry haya sido durante a?os el l¨ªder indiscutido de equipos la mitad de cuyos jugadores han sido negros, ha provisto a los futboleros con m¨¢s que suficientes incoherencias para generar largas y calientes discusiones en los pubs del norte y sur de Inglaterra.
Hubo una ¨¦poca en Espa?a en la que pod¨ªamos depender del seleccionador nacional para alimentarnos con similares controversias. Pero hoy es impensable que Vicente del Bosque siga el ejemplo de Luis Aragon¨¦s y se refiera a un jugador rival como "negro de mierda". Del Bosque posee un antiguo concepto de se?or¨ªo que, para colmo, Jos¨¦ Mourinho ha decidido en los ¨²ltimos meses imitar. Un desastre. El mundo futbolero espa?ol se acostumbr¨® la temporada pasada a bailar al fren¨¦tico comp¨¢s de Mourinho, cuya ingeniosa reinterpretaci¨®n del concepto de se?or¨ªo revolucion¨® a sus rivales, a la prensa deportiva y al p¨²blico en general. Fue el epicentro de nuestras vidas. Las ondas s¨ªsmicas que originaba sacaban de quicio al entrenador del Sporting, al del Barcelona, a la totalidad de la poblaci¨®n de M¨¢laga, y muchos m¨¢s. Provocaba indignaci¨®n y admiraci¨®n en igual medida, provey¨¦ndonos a todos de deliciosos temas de debate.
Hoy, cuando m¨¢s necesitamos al Mourinho pele¨®n y al Ferguson hist¨¦rico, se han transformado en caballerosos corderos. El oc¨¦ano revuelto en el que se mov¨ªan es hoy un lago de paz. O sea, rinden menos y les siguen pagando igual. Una verg¨¹enza. En estos tiempos de crisis el circo es indispensable para la paz social. Ojo David Cameron y -m¨¢s, si cabe- ojo Mariano Rajoy. Esto se ha convertido en un tema urgente de estado.
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