Hag¨¢moslo, y que se note
El PSOE encara esta legislatura con el menor n¨²mero de esca?os desde la Transici¨®n. Todo puede empeorar, aunque debemos evitarlo. Nadie puede reprocharnos conversar entre nosotros ahora; ser¨ªa imperdonable no hacerlo. Arriesguemos y hablemos claro.
1. Como nunca antes, la suerte del PSOE est¨¢ vinculada a la socialdemocracia europea. Nada de lo que acucia a Espa?a puede ser abordado sin Europa, escorada a la derecha frente a su crisis m¨¢s dura. La mayor¨ªa conservadora -el directorio Merkozy- ha impuesto un diagn¨®stico err¨®neo (la causa de nuestros males no fue el d¨¦ficit, sino el endeudamiento financiero), una estrategia equivocada (la austeridad a toda costa destruye crecimiento y empleo) y unas recetas desastrosas que empeoran al enfermo (los pr¨¦stamos usurarios causan destrozos sociales, malestar antieuropeo y populismo eur¨®fobo).
Aprender de los errores no es deslealtad a uno mismo. Es lo que la gente espera
La cr¨ªtica no es derrotismo, la explicaci¨®n de lo ocurrido no es autoflagelaci¨®n
2. No solo el colapso econ¨®mico y social ha resultado asim¨¦trico en la UE. Tambi¨¦n su impacto pol¨ªtico. La derecha se muestra invariablemente movilizada en la defensa de sus intereses. La izquierda, en cambio, fragmentada, desmotivada en las urnas, propensa a la abstenci¨®n o incluso al rechazo de Europa. No es casual: la ideolog¨ªa conservadora certifica la "impotencia" e "irrelevancia" de la pol¨ªtica ante el poder constituyente de los mercados. Se persigue dar por cierta la ausencia de alternativas a su pol¨ªtica. Y ello produce entre los progresistas un devastador efecto de estampida hacia la indignaci¨®n o el p¨¢nico. Espa?a es un claro ejemplo. El PP ha obtenido mayor¨ªa absoluta con los mismos votos con los que fue derrotado en 2004 y 2008. El PSOE, 4,5 millones menos que en 2008. Los votantes del PP est¨¢n militarizados. Votan indiferentes a los estragos de la crisis. Ha sido la fractura del voto potencial socialista la que ha asegurado al PP -sin un programa definido- la victoria de su vida.
3. Algunos pretenden que la crisis desgastar¨¢ al Gobierno del PP. No lo creo. No es cierto que la econom¨ªa haya castigado a todo Gobierno por igual, y es un error imputar solo a una causa la p¨¦rdida de respaldo. Sin aminorar el peso de la crisis, nada puede eximirnos de una revisi¨®n acerca de su gesti¨®n, su comunicaci¨®n y hasta su explicaci¨®n. Tampoco del coste sufrido por no haber incorporado ajustes no solo en el gasto sino tambi¨¦n en los ingresos, removiendo injusticias y desigualdades fiscales en el reparto de la carga y de los sacrificios. No hacerlo raya en la exclusi¨®n de toda reflexi¨®n por la perezosa v¨ªa de la "socializaci¨®n de p¨¦rdidas" ("nadie es responsable; todos lo somos por igual"). El electorado progresista mantiene su nivel de exigencia: no deber¨ªamos permitirnos la autoindulgencia de creer que hemos perdido porque los elementos nos fueron desfavorables: en lo peor de la tormenta noshabr¨ªa tocado el lado oscuro de la luna, pero los votos regresar¨¢n con las mareas. No, no volver¨¢n a menos que hagamos algo serio al respecto.
Ese espejismo encubre una deficiente comprensi¨®n de la marcada asimetr¨ªa de pautas electorales entre la derecha y la izquierda. No hay ninguna evidencia de que su electorado vaya a castigar al PP por analog¨ªa al modo en que muchos progresistas castigan no votando al PSOE. La distancia entre los polos afecta tambi¨¦n a la concentraci¨®n de fuerzas completada el 20-N: la victoria del PP cierra un impresionante conglomerado de poder econ¨®mico, financiero, empresarial y medi¨¢tico. Este ¨²ltimo es decisivo, y va a incrementar a¨²n m¨¢s las dificultades de comunicaci¨®n de la izquierda. Buena parte de los medios ya no reverberan a diario el paro y la prima de riesgo, como ha venido haciendo mientras gobern¨® el PSOE. No habr¨¢ una mejora inmediata de las magnitudes econ¨®micas, por lo que muchos se emplear¨¢n en promover un cambio en el estado de ¨¢nimo mediante la inyecci¨®n forzosa de ¨ªndices de "optimismo" y "esperanza" en la opini¨®n publicada. Los socialistas deberemos aprestarnos a resistir un bombardeo propagand¨ªstico en favor de las medidas que va a adoptar el PP; y, en cuanto al PSOE, un tratamiento de choque de "ci¨¦rrate S¨¦samo" medi¨¢tico.
4. El PSOE celebra su 38¡ã Congreso, y no se encuentra en buen estado. Nuestra eficacia discursiva ha resultado mermada por la acumulaci¨®n de hechos consumados y decisiones sustra¨ªdas a toda deliberaci¨®n participativa. Es por ello primordial recuperar la pol¨ªtica como tarea de equipo, restableciendo la implicaci¨®n interna de todos con la suerte colectiva. En ese esfuerzo nadie sobra. Huelga toda ret¨®rica de "refundaci¨®n", pero el debate impostergable debe aunar el relanzamiento program¨¢tico de nuestra vocaci¨®n europea y de modelo de partido. Tenemos que enfocar las nuevas fuentes de desigualdad intergeneracionales (los j¨®venes se perciben excluidos), el trato fiscal injusto seg¨²n las fuentes de riqueza (la tribu-taci¨®n sobre el trabajo aparece saturada, mientras la del capital disfruta de todos los trucos), y un compromiso contra el fraude.
En cuanto a la organizaci¨®n, habr¨¢ que afrontar el problema del reclutamiento por m¨¦todos que permitan al partido respirar en sinton¨ªa con una sociedad transformada, comprometida y exigente. Muchas agrupaciones se muestran obsoletas para atraer e incorporar a quienes, desde la buena voluntad y actitudes progresistas, se acercan con ganas de ayudar: si no se sienten bienvenidos, tocan en otras puertas y act¨²an por otras v¨ªas. Nos hace falta un partido m¨¢s abierto, receptivo, conectado al tejido social, a la responsabilidad por resultados y la concordancia entre valores y objetivos proclamados, as¨ª como a las herramientas de la comunicaci¨®n. El margen es muy estrecho, apenas unas pocas semanas, condicionado por las elecciones andaluzas. Pero hace falta ese debate. No podemos reducirlo a un intercambio de tuits ni a un mero careo entre candidatos: equipamiento y equipo. Y con arrojo: sin miedo a resultar estigmatizados por atrevernos a pensar y a fijar la posici¨®n.
5. Estaci¨®n t¨¦rmino, Europa. Sin billete de vuelta. Debemos europeizar un PSE federal. S¨ª que hay alternativa a la gesti¨®n de la crisis impuesta por el directorio. La narrativa de nuestra oposici¨®n a la mayor¨ªa de derecha en la UE est¨¢ lastrada por el propio desaf¨ªo de comunicaci¨®n de la pol¨ªtica europea y de su Parlamento. El debate en el Parlamento Europeo no padece ning¨²n d¨¦ficit de contenido ni de intensidad. El problema es, sobre todo, de visibilidad, toda vez que no cuenta con un entorno medi¨¢tico comparable al que es habitual en Parlamentos nacionales. Y esta opacidad no es inocua, perjudica nuestra capacidad de movilizar progresistas. Ir¨®nicamente, Espa?a ha ejercido un papel antic¨ªclico en Europa: Gonz¨¢lez gobern¨® en una UE con eje democristiano; Aznar lo hizo en un entorno de mayor¨ªa progresista; Zapatero fue sometido a un acoso pr¨®ximo al estado de sitio. Pero nuestra tarea no debe limitarse a esperar a que la izquierda en Francia, Alemania, ojal¨¢ Italia, sacuda esta sensaci¨®n de agon¨ªa interminable. Insisto, podr¨ªa empeorar. A menos que hagamos aqu¨ª lo que es nuestra obligaci¨®n: hablar m¨¢s entre nosotros, en serio, a fondo. Y hablar claro.
6. La conversaci¨®n que necesitamos no es l¨ªo; la cr¨ªtica no es derrotismo; la explicaci¨®n de lo ocurrido no es autoflagelaci¨®n, y mostrar dolor o empat¨ªa cuando recibes un golpe no es ninguna propensi¨®n a la melancol¨ªa. Aprender de los errores no es deslealtad a uno mismo: no hacerlo equivale a mostrarse insensible en la deriva hacia el cinismo o hacia un profesionalismo ajeno a toda exigencia de responsabilidad. Hacerlo, en cambio, es dar se?ales de vida emocional inteligente. Es lo que la gente espera que hagamos ahora. Y es lo que nos exigen siete millones de espa?oles que han votado al PSOE en las peores circunstancias. Hag¨¢moslo sin temor. Que se note. Y que se nos vea haci¨¦ndolo.
Juan Fernando L¨®pez Aguilar es presidente de la Delegaci¨®n Socialista espa?ola en el Parlamento Europeo y vicepresidente del PES.
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