La herencia valenciana
Las dificultades de tesorer¨ªa de la Generalitat subrayan el descontrol de la deuda auton¨®mica
El azar quiso que el juicio del caso G¨¹rtel coincidiese con la afloraci¨®n de distintas manifestaciones de la crisis de liquidez de las finanzas p¨²blicas valencianas. Sobre todo, dos: la no cobertura de una emisi¨®n minorista de bonos p¨²blicos (1.058 millones invendidos de los 1.800 lanzados) y la reciente operaci¨®n de garant¨ªa del Estado sobre un cr¨¦dito impagado de 123 millones de euros.
Quiz¨¢ no se trate de azar, sino de necesidad. Que la valenciana sea la autonom¨ªa m¨¢s endeudada de Espa?a (un 19,9% de su PIB) y que sus finanzas hayan ido agrav¨¢ndose se explica solo en parte por el empeoramiento de la coyuntura econ¨®mica, que alumbra la secuencia seg¨²n la cual a menos ingresos e igual o mayor gasto se corresponde m¨¢s d¨¦ficit.
No. No es ajeno a esta mala gesti¨®n (y de las inversiones disparatadas y de las entidades financieras t¨®xicas cuyas sedes han emigrado) la presunta corrupci¨®n que se enjuicia. Porque si un presidente debe dedicar sus esfuerzos, como el dimisionario Francisco Camps, a preparar su defensa, poca energ¨ªa le queda para aplicar al recto manejo del dinero p¨²blico.
El problema de tesorer¨ªa que afronta su sucesor, Alberto Fabra, aunque m¨¢s grave ( ha provocado impagos a las farmacias y ha estado al borde con los sueldos de los funcionarios), no es de naturaleza distinta al de otros de sus colegas. La diferencia es de grado. Y de rapidez en encararlo. La lentitud se paga cara en finanzas, porque aumenta la bola de nieve de la deuda. Ocurre lo mismo con el exceso de optimismo. Ya es sintom¨¢tico que el Gobierno de Fabra haya tenido que aumentar sus recortes en 1.000 millones tan solo 10 d¨ªas despu¨¦s de aprobar sus presupuestos para 2012. Lo que aqu¨ª aparece es un caso de fatal herencia presupuestaria, en la que coinciden causante y causahabiente, en una ¨²nica responsabilidad, la de los conservadores regionales. El Gobierno de Fabra minimiz¨® ayer el alcance de la operaci¨®n de garant¨ªa verbal, arguyendo que era de tr¨¢mite. La excusa flojea. Si el Gobierno debi¨® acudir en socorro de Fabra por una operaci¨®n de 123 millones, era porque la Generalitat no pod¨ªa responder por una deuda tan escasa, porque apenas puede nada.
Ojal¨¢ no fuera as¨ª, pues la calidad de su gesti¨®n y el valor de su deuda -casi bono basura- no estar¨ªan en entredicho, para alegr¨ªa de todos los espa?oles, garantes internacionales de hecho de cualquier error interno. Por eso conviene instaurar un sistema mancomunado de control (alerta y correcci¨®n) de los presupuestos auton¨®micos similar al europeo, como avanz¨® ayer el ministro de Econom¨ªa, Luis de Guindos. Cuenta con cobertura para ello: una sentencia del Constitucional del 20 de julio pasado, a ra¨ªz de un recurso del Parlamento de Catalu?a contra la Ley General de Estabilidad Presupuestaria y otra norma complementaria, avala que el Estado pueda imponer l¨ªmites al gasto p¨²blico de todas las Administraciones p¨²blicas.
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