Caravaggio, eterno biografiado
Parece que el destino biogr¨¢fico de Caravaggio, un artista que vivi¨® en flagrante lucha con sus propios demonios y fantasmas a los que frecuentemente coloc¨® halos y alas para meterlos en sus magistrales pinturas tenebristas, seguir¨¢ siendo para siempre tan inquietante como fue su vida, eternamente pasto de especulaci¨®n y misterio, del hallazgo y de la nueva interpretaci¨®n.
Cuando entre 1998 y 1999 Andrew Graham-Dixon (Londres, 1960), seg¨²n reconoce ¨¦l mismo en el prefacio de su libro, comenzaba a perge?ar la idea de una nueva biograf¨ªa de Caravaggio, sal¨ªan a la escena editorial M. The man who became Caravaggio de Peter Robb (Sidney, 1999; traducciones al castellano: M. El enigma de Caravaggio -Oc¨¦ano, M¨¦xico, 2004 y Alba, Barcelona, 2006-) y Caravaggio, A life de la brit¨¢nica Helen Langdon (Londres, 1998; en castellano: Caravaggio, Edhasa, 2002).
Caravaggio. Una vida sagrada y profana
Andrew Graham-Dixon
Traducci¨®n de Bel¨¦n Urrutia
Taurus. Madrid, 2011
537 p¨¢ginas. 24 euros
Uno de los innegables valores del libro est¨¢ en relacionar investigaciones modernas entre s¨ª y con las biograf¨ªas cl¨¢sicas
Graham-Dixon titula su obra Caravaggio. Una vida sagrada y profana, queriendo enmendar por la v¨ªa de la adjetivaci¨®n el directo y nada inocente t¨ªtulo de Langdon, que habla de "una vida" consciente y con la distancia adecuada, en la certeza, de que Michelangelo Merisi llamado Caravaggio "tuvo" otras vidas. Es decir, es susceptible de ser contada esa misma vida como otra, ya sea en la transversal interpretativa de sus propias obras (sugerencia que va de lo pl¨¢stico a lo narrativo) mayores y menores, como en el basamento del aparato documental disponible, que no es magro pero tampoco alumbra m¨¢s all¨¢ de cierto estampado de trazo grueso, sobre los que el bi¨®grafo actual debe ir al detalle del bordado, a un redondeado descriptivo lleno de peligros, casi una suerte de pr¨¢ctica ucr¨®nica. Y esto vale para los an¨¢lisis que van desde el lugar exacto de su nacimiento a las muy teatralizadas circunstancias de su muerte, pasando por la autor¨ªa de algunas obras. Y ?no ser¨¢ que esa "ucron¨ªa de anticipaci¨®n" est¨¢ tambi¨¦n en las obras pict¨®ricas, como la muy dicha selecci¨®n de los modelos callejeros y la progresiva desacralizaci¨®n de los temas escogidos y que provoc¨® que Vincenzo Pacelli dijera que Caravaggio hab¨ªa dejado de creer en Dios o que el espa?ol Vicente Carducho le demonizara como "un anticristo del arte"? Pi¨¦nsese que Poussin estaba convencido de que Caravaggio hab¨ªa sido "enviado al mundo para destruir la pintura", estos citados oportunamente por Graham. Por ejemplo, Ta?edor de la¨²d merece un apasionante aparte: el modelo es un cantante castrado espa?ol, Juan Montoya, aseveraci¨®n reafirmada por Graham y Spike. Es casi un¨¢nime la preferencia especializada por la obra conservada hoy en el Ermitage de San Petersburgo, aun sabiendo que las flores no las pint¨® el mismo Caravaggio, que la otra versi¨®n del Metropolitano de Nueva York.
?Es el libro de Graham-Dixon una excelente biograf¨ªa? Digamos que es buena y sostiene su utilidad junto a los precedentes, pero enturbia su contundencia por su moralina tardovictoriana al enconarse en una obsesiva demostraci¨®n de que Caravaggio no era homosexual, acu?ando para el pintor una graciosa condici¨®n que har¨ªa las delicias de los sex¨®logos: ser "omnisexual". Este palabro, que por m¨¢s de sus 120.000 entradas en Google, no est¨¢ admitido en el DRAE y viene poco y con reservas en los diccionarios m¨¦dicos a favor de otro que tambi¨¦n tiene lo suyo: pansexual, no es de recibo para aplicarlo a Caravaggio. En cualquier caso, cabe preguntarse: ?qu¨¦ sentido ¨²ltimo tiene embarcarse en estos calificativos al acercarnos a Caravaggio? Es verdad que no hab¨ªa entonces D¨ªa del Orgullo Gay, ?pero se ve¨ªa cada cosas en Campo de Fiori en los tiempos del pintor! Tan err¨¢tico es hacer aparecer a Caravaggio como un gay descocado en su ¨¦poca como todo lo contrario. La petulancia moralista sobra. En otros terrenos, Graham es l¨²cido: "En lo esencial, Caravaggio fue un autodidacta (...) La ventaja de que no se le hubiera ense?ado nada es que no ten¨ªa nada que olvidar (...) Pintaba como si los ricos y los poderosos fueran sus enemigos".
No dibujaba. Nunca tuvo taller estable ni disc¨ªpulos. Los cuadros vistos a la luz de los rayos X demuestran que no hay bosquejo precedente alguno: todo lo hac¨ªa el pincel. Apenas cont¨® con alg¨²n ayudante casi imberbe (que tambi¨¦n ten¨ªa, por a?adidura, el cargo de favorito y modelo). Esta biograf¨ªa tambi¨¦n ayuda en esta perspectiva t¨¦cnica que en el caso de Caravaggio es definitiva en lo estil¨ªstico.
Graham-Dixon llega a nosotros en una esmerada traducci¨®n detallista, ahonda en esta gesti¨®n de apropiaci¨®n m¨¢s de formalidad lineal y gestual que de fondo, y que tambi¨¦n llev¨® a Caravaggio a la explotaci¨®n de piezas y momentos de Annibale Carracci y Tiziano. En este sentido, Caravaggio vuelve a ser un moderno modern¨ªsimo. Uno de los innegables valores del libro de Graham est¨¢ en relacionar investigaciones modernas entre s¨ª y a la vez, con las biograf¨ªas cl¨¢sicas de Caravaggio (Manzini, Bagioni, Bellori). El resultado pone al lector en la perspectiva de seguir adelante, de separar sutilmente con mano intrusa esos grandes y pesados encortinados, rozar el ala de cisne de un ¨¢ngel turgente que no es tal y entrar en las sombras (frecuentemente tinieblas) de los cuadros mismos y que son la mejor met¨¢fora de una vida, de las muchas vidas de Caravaggio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.