"Me gusta narrar historias sin que uno se d¨¦ cuenta"
Si ladea y baja la cabeza y se muerde la lengua como un pillo, todo casi imperceptiblemente, es que el periodista Rafael Nadal (Girona, 1954) la ha liado y est¨¢ contento. Y as¨ª fue: ese gesto le delat¨® varias veces tras las felicitaciones al ganar la noche del viernes el 44? Premio Josep Pla de narrativa con Quan ¨¦rem feli?os, "recorrido ¨ªntimo" por su infancia.
Desde febrero de 2010, cuando Nadal dej¨® la direcci¨®n de El Peri¨®dico de Catalu?a y aparc¨® una carrera de m¨¢s de 30 a?os, se ha abierto en su vida una particular ventana. "No he parado de escribir compulsivamente", reconoce. La pasi¨®n desaforada se ha traducido en dos libros. El primero, Els mandarins, afilados retratos de personajes que se han cruzado en su trayectoria; el segundo ya tiene un gran premio...
"No pas¨¢bamos hambre, pero en casa ¨¦ramos 12; ¨ªbamos justillos"
"El periodismo debe oponer a la brevedad de Internet el texto muy bien escrito"
Como en todo, hay trampa. "A los 17 a?os present¨¦ unos poemas a los Premios Recull y obtuve el acc¨¦sit, que era como haber ganado porque el premio qued¨® desierto", desvela hoy. Los versos siguen in¨¦ditos porque "a¨²n da m¨¢s verg¨¹enza publicarlos". Tambi¨¦n est¨¢n en la trastienda del gusanillo sus expediciones -"como monaguillo" del historiador de la lengua Modest Prats- al Mas Pla, en Llofriu, al encuentro del m¨ªtico autor.
Con ese caldo de cultivo y las castraciones propias del oficio, solo faltaba la espoleta. Y esa fue la fam¨ªlia: 12 hermanos, padres del Opus, fuerte influencia socioecon¨®mica en Girona y futuros ilustres como el exconsejero Joaquim Nadal o el exrector universitario Josep Maria Nadal. "Con la familia nos vemos a¨²n casi cada s¨¢bado. Hemos llegado a ser 50 por Navidad; pero si ma?ana me opero, no se enterar¨¢n: no tenemos una relaci¨®n de confianza, es m¨¢s de internado, de grupo de amigos; si falta alguien, nos enfadamos, pero no se puede ser remirado cuando se es tanta gente". "Por eso", a?ade, "cuando me preguntan qu¨¦ piensa tu hermano Quim de esto o lo otro, pues la verdad, no lo s¨¦".
La madre, hoy como ayer, es la que a¨²na sentimientos; por ello es, junto con las dos abuelas, presencia fort¨ªsima en unas memorias que arrancan con la infancia en la Girona ciudad y el sue?o de un Rafael de pocos a?os que se queda encerrado en la pasteler¨ªa Puig -"nunca ocurri¨®, pero es el primer recuerdo de ni?o que tengo; supongo que fruto de las privaciones: no pas¨¢bamos hambre, pero ¨¦ramos 12 e ¨ªbamos justillos"-; luego vendr¨¢n las estancias en la Fosca de Palam¨®s ("esos veranos de dos meses instalados que han desaparecido"), los septiembres en la casa de pay¨¦s ("la naturaleza y la aparici¨®n de los genes del abuelo materno, que no sab¨ªa leer ni escribir y mont¨® una carbonera y una serrer¨ªa"), los cinco a?os en un internado y el regreso a la ciudad ("el descubrimiento del amor y el sexo, pero tambi¨¦n la primera militancia pol¨ªtica"), todo con una mirada feliz que se trunc¨® con la muerte de su hermano Toni ("el final del para¨ªso"), que precede a un cap¨ªtulo de reflexiones de hoy.
Admite Nadal que corre subterr¨¢nea una descripci¨®n de una burgues¨ªa notable de provincias (como su familia), hoy diluida en la clase media, "que nunca se resisti¨® a desvanecerse, quiz¨¢ por su mentalidad pr¨®xima a ciertos valores de las clases trabajadoras, como la austeridad o el sacrificio; les separaban m¨¢s aspectos formales que de cosmovisi¨®n", defiende. Con el conjunto, aspira el novel autor a "trascender la an¨¦cdota a categor¨ªa". "Por ello el libro creo que puede leerse en Tarragona o en Avi?¨®n", dice.
Como ya hizo con Els mandarins, el texto est¨¢ estructurado a partir de breves cap¨ªtulos cargados de pinceladas, al estilo planiano. "Es presuntuoso citarle como referente; pero, como creo que a ¨¦l, me gusta narrar historias sin que uno se d¨¦ cuenta; parecen piezas inconexas que no parecen aportar gran cosa... pero al final ves que es el conjunto, con sus detalles, lo que da el grosor del retrato". Y as¨ª trabaja ya una obra de ficci¨®n y una segunda parte de los mandarines. "Me gustar¨ªa estar ahora un par de a?os o tres s¨®lo escribiendo: una buiena oferta period¨ªstica me incomodar¨ªa".
Y es que reclama Nadal que los periodistas se desprendan de sus "falsos complejos". "La manera de mirar y valorar a la que te obliga el oficio te habilita para abordar la escritura", dice. Es m¨¢s: cree que la salida a la crisis del periodismo que comporta lo digital -"esa brevedad y velocidad extremas"- debe tener su "contrapunto reposado en la reflexi¨®n y, sobre todo, en textos muy bien escritos; ?nuestro negocio no es emocionar a la gente a trav¨¦s de la lectura de nuestra escritura?". En eso est¨¢ ¨¦l.
M¨¢s informaci¨®n en p¨¢gina 36
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