Lavapi¨¦s se lava la cara
El estudio Ciria + ?lvarez G¨®mez interviene en el hist¨®rico barrio con un inmueble contempor¨¢neo que se integra sin desentonar. "Fue como encajar una pieza en un puzle", dicen los arquitectos
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La calle del Olmo tiene la anchura, la altura, la pendiente y, sobre todo, la solera de Lavapi¨¦s. Cuando uno la pasea distra¨ªdo, no nota que entre sus centenarios vecinos se ha colado uno nov¨ªsimo. Un edificio contempor¨¢neo a rabiar, con identidad propia, que, sin embargo, no desentona con el barrio hist¨®rico y popular que habita.
Durante a?os (desde los ochenta) aqu¨ª hubo un solar. Uno de esos a los que te acostumbras, en los que se cuelan vagabundos, que se incendian cada dos por tres, donde se junta la basura m¨¢s absurda (?de d¨®nde salen todos esos carritos de la compra?). Una caries en el centro de espumosas medianeras color ocre que Miguel Ciria y Beatriz ?lvarez G¨®mez han rellenado con buen gusto. "Fue como encajar una pieza en un puzle o un diente en una boca", dicen los arquitectos de 36 a?os.
Siguiendo con la met¨¢fora dental, cuando toca rellenar un hueco en el entramado hist¨®rico, los dentistas-arquitectos tienen varias opciones. Los hay que optan por disfrazar el nuevo diente de colmillo viejo, creando falsos hist¨®ricos que disimulan revocos pintorescos e imitan molduras antiguas. En el otro extremo, los hay que prefieren incrustarle al diente nuevo un llamativo diamante. Que se note, pero bien, su paso por esta boca-calle.
El estudio Ciria + ?lvarez G¨®mez tir¨® por la v¨ªa de en medio. "Una intervenci¨®n contempor¨¢nea no puede hacer edificios como se hac¨ªan hace 100 a?os", dicen. Y tambi¨¦n: "Los edificios siempre son m¨¢s importantes que los arquitectos, recurrir al histrionismo, pintando por ejemplo la fachada de verde chill¨®n para que se note, no tiene sentido. Lo bello es el conjunto, el barrio, las calles...". Buscando esa armon¨ªa, la fachada de Olmo, 21, alinea sus cornisas con las de su vecino (un venerable anciano de 140 a?os). Tiene una piel contempor¨¢nea de paneles fen¨®licos (el material de las encimeras), pero juega con las formas de los fraileros de toda la vida. Para elegir su color los arquitectos hicieron un estudio crom¨¢tico de los otros edificios de la calle (que van del teja al beis claro) y eligieron uno que encajase: el blanco pergamino, nada de verdes chillones.
Intervenir en el centro hist¨®rico es "un lujo", pero un lujo lleno de complicaciones. Hay que trabajar entre medianeras, tan antiguas que se apoyan unas sobre otras. Los desag¨¹es no van a modernas tuber¨ªas sino a profundas galer¨ªas de ladrillo para llegar a las cuales hay que excavar peque?as minas. Como el aparcamiento no se pudo soterrar, se ide¨® un garaje robotizado que juega al Tetris con los cinco coches que caben. "Un edificio como este no resulta rentable", dicen los arquitectos, "salen muy pocas casas, por ello es importante que el Ayuntamiento asuma este tipo de rehabilitaciones en el casco hist¨®rico".
Olmo, 21, es el resultado de un concurso de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo para construir siete pisos en r¨¦gimen de alquiler de uno y tres dormitorios (45 y 65 metros cuadrados) en un solar estrecho y profundo. "Ajustarnos al solar, de solo seis metros de fachada, fue lo m¨¢s dif¨ªcil", dicen Ciria y ?lvarez G¨®mez. Para evitar hacer "viviendas tubo", como las que abundan en la zona (con largos pasillos, alcobas y peque?os patios de luces) los arquitectos distribuyeron las viviendas (que parecen m¨¢s amplias de lo que son) en torno a un patio con pasillos abiertos. "Era lo mejor que pod¨ªamos hacer, pero no pretend¨ªamos reinventar la corrala", dicen. Desde luego el resultado no parece una corrala. La chapa de acero, la liviana estructura met¨¢lica de la escalera y los grandes n¨²meros adhesivos que marcan los pisos no pueden estar m¨¢s lejos del casticismo hist¨®rico. Este lenguaje es otro.
Lo que s¨ª se trat¨® de revivir fue la convivencia entre vecinos. En uno de los espacios comunes hay un banco-piscina que invita a la conversaci¨®n. Pero a juzgar por el polvo no se usa mucho. "Esto a¨²n no es Berl¨ªn", suspira Miguel Ciria.
Detr¨¢s hay un peque?o jard¨ªn de bamb¨² desde el que se ve la huella de la casa que ocupaba antes este solar. Era bajita, torcida, con chimenea. Probablemente oscura, probablemente estrecha. Nada que ver con este nuevo Lavapi¨¦s.
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