El nazi Varela siembra cruces gamadas en prisi¨®n
El librero hitleriano rechaza asistir a cursos sobre antirracismo y difunde entre los reos obras revisionistas que lee a todas horas
A Pedro Varela Geiss se le acumulan los papeles en la celda. El librero, que cumple condena en la c¨¢rcel barcelonesa de Brians por difundir ideas genocidas, tiene m¨¢s de mil cartas por responder de sus admiradores -que los tiene- y sigue recibiendo libros de tem¨¢tica nacionalista, los mismos que vend¨ªa en la librer¨ªa Europa y que le valieron la condena. Varela es un nazi convencido hasta la m¨¦dula, que considera el Holocausto un "mito" y que ha contribuido notablemente a expandir la llamada doctrina del odio. Sus formas, sin embargo, son exquisitas, propias de un caballero. Pese a guardar un busto en bronce de Adolf Hitler como la joya de la corona de su librer¨ªa, dice detestar la violencia y a los skinheads, ignorantes de la "verdadera" historia del Tercer Reich.
El exdirigente de Cedade pasa el d¨ªa en la celda respondiendo a cartas de sus seguidores y devorando libros
Su influencia como alentador ideol¨®gico del nazismo en Europa est¨¢ fuera de toda duda; su trayectoria de fervoroso nacionalsocialista es largu¨ªsima. A partir de los 15 a?os entr¨® a formar parte del C¨ªrculo Espa?ol de Amigos de Europa (Cedade), creado en Barcelona y uno de los grupos nazis mejor organizados del continente. Varela se convirti¨® en un referente del revisionismo e hizo de la negaci¨®n de la Shoah la raz¨®n de ser de Cedade, entidad que presidi¨® desde 1978. Su encarcelamiento, hace 13 meses, le ha permitido presentarse ante los suyos poco menos que como un m¨¢rtir y un represaliado pol¨ªtico, que malvive en una celda solo por vender unos cuantos libros que cuentan una realidad que el establishment y los jud¨ªos pretenden hurtar al ciudadano. Su rol victimista le llev¨® a compararse, durante el juicio en el que fue condenado a un a?o y medio de c¨¢rcel, con personajes como Jesucristo, Juana de Arco o Indira Gandhi.
Varela pasa sus d¨ªas respondiendo cartas y leyendo libros que se hace llevar a su celda porque, aunque le gustar¨ªa practicar deporte, "los funcionarios no le dejan ir al gimnasio", denuncia su abogado. Su voracidad con la palabra escrita y la falta de espacio le hicieron concebir una idea: ?Y si se pudieran compartir las obras de tem¨¢tica neonazi con el resto de presos? En octubre del a?o pasado, el librero deposit¨® en la biblioteca, sin autorizaci¨®n de los responsables del centro, seis t¨ªtulos -Manual del jefe de la guardia de hierro, Pruebas contra el holocausto, El pensamiento wagneriano, El franquismo, La historia de los vencidos y El obispo Williamson y el otro negacionismo- para "hacer publicidad entre los internos", seg¨²n el informe redactado por los responsables de Brians que acordaron su sanci¨®n.
Esa sanci¨®n "grave" impuesta a Varela por proselitismo se suma a otras conductas que le han impedido disfrutar del tercer grado. Con toda probabilidad, el librero cumplir¨¢ hasta el ¨²ltimo d¨ªa en la c¨¢rcel -su condena expira a finales de marzo- porque no se ha rehabilitado ni ha querido hacerlo. En la librer¨ªa Europa, registrada por los Mossos d'Esquadra en 2006, Varela vend¨ªa decenas de t¨ªtulos que ensalzan el nazismo, niegan el Holocausto y menosprecian a otras etnias. A tal condena, tal tratamiento. Los responsables de Prisiones pensaron que ser¨ªa buena idea que participase en cursos y charlas con la comunidad jud¨ªa y organizaciones antirracistas. Varela, firme en sus convicciones, les mand¨® a paseo (educadamente, eso siempre) porque consideraba aquello poco menos que un lavado de cerebro.
El librero, nacido el 9 de octubre de 1957 en una familia af¨ªn al franquismo, s¨ª se prest¨® a participar en otros trabajos sociales: ayud¨® a la Cruz Roja y a las Hermanitas de la Caridad de la Barceloneta. Las monjas quedaron encantadas con el personaje, cuyo poder de seducci¨®n y modales exquisitos le reconocen hasta sus detractores m¨¢s tenaces. Tanto, que la madre superiora acudi¨® poco despu¨¦s a la c¨¢rcel a interesarse por el librero, que se define como cat¨®lico practicante. "Hay mucha gente que se siente atra¨ªda por su cortes¨ªa, su vasta cultura y su savoir faire. Tiene un gran poder de convicci¨®n, aunque nunca le he visto usarlo: no le gusta comer el coco a la gente", replica Acacio Luis Friera, amigo ¨ªntimo del librero y creador de la web que pide su puesta en libertad.
Su apellido materno, Geiss, de origen germ¨¢nico, sugiere un nexo familiar que podr¨ªa haber despertado en el joven Varela una simpat¨ªa hacia la historia alemana. Pero no hay rastro de ese pasado y, en realidad, es el ¨²nico miembro de la familia que ha abrazado los postulados del nazismo a trav¨¦s de la pol¨ªtica y de los libros, con el impulso de la editorial Ojeda y la creaci¨®n de la librer¨ªa Europa (en 1991), por donde han desfilado personajes como Manfred Roeder -l¨ªder ultraderechista condenado en Alemania por participar en atentados xen¨®fobos-, David Irving -historiador negacionista- o David Duke, exl¨ªder del Ku Klux Klan. Su primer impulso adolescente, sin embargo, fue ser piloto de caza: desde peque?o se sinti¨® fascinado por la segunda contienda mundial y los combates en cielo europeo de la Luftwaffe.
Sus amigos dicen que, en prisi¨®n, Varela mantiene el car¨¢cter. Y tambi¨¦n, la misma obsesi¨®n por la lectura y el conocimiento. El librero tiene dos carreras (Historia y filolog¨ªa alemana) y habla alem¨¢n, ingl¨¦s, italiano y dan¨¦s. El r¨¦gimen penitenciario le est¨¢ dando algunos problemas: acostumbrado a una dieta de "vegetariano radical", Varela sufre "d¨¦ficit de vitaminas", raz¨®n por la cual, seg¨²n su abogado, se le est¨¢ cayendo el cabello y se le han roto las u?as. En Brians tambi¨¦n se ha negado a recibir vacunas porque prefiere la medicina natural.
Dice Friera que Varela detesta la violencia y que por eso no le gustan los skinheads. En ocasiones ha tratado de "orientar" a los cabezas rapadas asiduos de la librer¨ªa Europa, que pese a las investigaciones judiciales permanece abierta al p¨²blico en el barrio de Gr¨¤cia.
Varela, que est¨¢ casado y es padre de una hija de tres a?os que vive fuera de Espa?a, es recalcitrante y reincidente. En 2008, la Audiencia de Barcelona le rebaj¨® a siete meses una condena despu¨¦s de que el Tribunal Constitucional dictaminara que la sola negaci¨®n del genocidio jud¨ªo no es delito. Y mientras est¨¢ en la c¨¢rcel, un juzgado de Barcelona le investiga por un presunto delito contra la propiedad intelectual: el librero edit¨® y vendi¨® ejemplares del Mein Kampf de Hitler sin permiso del Estado Libre de Baviera, que es propietario de los derechos de autor.
Su amigo Friera insiste: "?l cree firmemente en todo lo que dice. Y lo que s¨ª tengo claro es una cosa: que nadie le va a hacer cambiar de idea nunca". -
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