Todos pinchan a Lana del Rey
Al parecer, todo empez¨® con un v¨ªdeo colgado en YouTube en alg¨²n momento del ¨²ltimo verano. Una acci¨®n espont¨¢nea seg¨²n su autora, Lana del Rey: "Simplemente sub¨ª la canci¨®n a Internet porque era mi favorita. Ni siquiera iba a ser un sencillo. Es un tema que significa mucho para m¨ª, me hace llorar cada vez que la canto", explicaba en septiembre a una periodista brit¨¢nica. Para entonces, el v¨ªdeo, realizado y editado por ella misma, ya era un fen¨®meno viral. La canci¨®n se llama Video games y el clip era tan solo un collage de im¨¢genes sin guion. Escenas urbanas; fragmentos encadenados de material com¨²n en Internet: skaters en blanco y negro, extractos de super 8 del paseo de las estrellas de Sunset Boulevard, gaviotas planeando sobre un mar azul y c¨¢lido o fotogramas de pel¨ªculas de los cincuenta. De vez en cuando se intercalaban planos de la int¨¦rprete y, seg¨²n supimos luego, tambi¨¦n autora, Lana del Rey.
"No hay un aut¨¦ntico yo y otra yo. Somos la misma persona. Elvis tambi¨¦n ten¨ªa un buen equipo detr¨¢s de ¨¦l"
Es una Belinda Carlisle del siglo XXI, una Cat Power menos atormentada. Ella se autodefine como una Nancy Sinatra 'gansta'
Cameron Jenkins, productor de los discos m¨¢s populares de Amaral, fue el que fich¨® a Del Rey para Stranger Records
Ten¨ªa f¨ªsico de campeona: los labios aparentemente siliconados de Mick Jagger, las curvas y la melena leonina de Rita Hayworth y las pesta?as interminables de Elizabeth Taylor. Es decir, una estrella de cinemascope, pero vestida con camisetas y vaqueros de American Apparel. Su canci¨®n era otro caballo ganador: una voz l¨¢nguida y sensual, y una letra sobre corazones rotos, acerca de un hombre que la ignora, construida en torno a una melod¨ªa ligeramente torch, esa tradici¨®n que va de Billie Holiday a Antony and the Johnsons, y siempre con un toque hollywoodiense. Una simbiosis entre lo retro y lo absolutamente contempor¨¢neo. Era una Chris Isaak femenina y remozada, una Belinda Carlisle del siglo XXI, una Cat Power menos atormentada. Era una sex symbol, una it girl, una starlette. Y Video games era su Wicked game. Tiene ese mismo toque perverso y sexual. Y de repente ella se autodefini¨®: "Soy una Nancy Sinatra gansta [subcultura creada alrededor de las bandas juveniles de Los ?ngeles]". Hab¨ªa nacido la primera diva vintage en el fragor de la era Internet.
Hoy, seis meses despu¨¦s de su aparici¨®n, ese v¨ªdeo casero se acerca a los 16 millones de visitas, y el lanzamiento mundial de su disco de debut, Born to die, previsto para finales de enero, ser¨¢, si sale como est¨¢ previsto, el primer acontecimiento musical de 2012. La industria ha apostado por ella sin paliativos.
En octubre se anunciaba su fichaje por Interscope, una filial de la poderosa multinacional Universal, cuando solo tres meses antes hab¨ªa firmado con Stranger Records, una discogr¨¢fica desconocida, la m¨¢s espabilada. Una curiosidad: detr¨¢s de Stranger est¨¢ aparentemente un viejo conocido de la m¨²sica espa?ola: el brit¨¢nico Cameron Jenkins, un nombre que resultar¨¢ familiar a los fans de Amaral. Jenkins ha sido el productor de los discos m¨¢s populares de Eva Amaral y Juan Aguirre, el tipo a los mandos de Estrella de mar, P¨¢jaros en la cabeza y Gato negro, drag¨®n rojo. La dualidad Lana del Rey: se la disputan tanto los grandes como los peque?os.
Si hubiera que buscar un caso cercano y parecido, ser¨ªa el de Lady Gaga. En muchos aspectos se parecen tanto que es muy dudoso que las semejanzas sean casuales: no solo por la rapidez de ambos fen¨®menos (hace dos a?os todav¨ªa est¨¢bamos pregunt¨¢ndonos si Gaga se escrib¨ªa junto o separado y ella ya empezaba a demoler un r¨¦cord tras otro). Ni siquiera porque las dos comparten una misma estrategia, la construcci¨®n de un personaje que oculta a la persona, hasta hacer imposible distinguir qu¨¦ es realidad y qu¨¦ manipulaci¨®n. O por lo similar del origen de sus seud¨®nimos art¨ªsticos: si Lady Gaga aseguraba que su alias es un homenaje a Radio Gaga, la canci¨®n de Queen, Lana del Rey afirma que el suyo es una combinaci¨®n del nombre de Lana Turner, la actriz de la ¨¦poca dorada de Hollywood, y de un modelo de coche: el Ford Del R?y, una berlina de lujo puesta a la venta en 1981 y retirada del mercado en 1989. Ni porque ambas sean el perfecto producto posmoderno, hecho de retales de artistas que vinieron antes que ellas. Pedazos perfectamente reconocibles, nada disimulados. Lady Gaga se apoya en Madonna; Lana del Rey parece sacada de un proyecto de David Lynch. No desentonar¨ªa como secundaria en Blue Velvet, podr¨ªa ser un personaje de Twin Peaks.
Otra similitud: comparten biograf¨ªa. Las dos nacieron en Nueva York el mismo a?o, 1986. E igual que antes de Lady Gaga estaba Stefani Joanne Angelina Germanotta, una italoamericana de buena familia, antes de ser Lana del Rey, un personaje transplantado de un night-club de Los ?ngeles en los cincuenta a su equivalente en el siglo XXI, Lana fue Elizabeth Grant, Lizzy, la primera hija de Robert Grant. Este emprendedor pas¨® por varios negocios hasta hacerse millonario invirtiendo en dominios de Internet y terminar formando su actual empresa, Rob Grant & Associated, una inmobiliaria con base en Lake Placid, de 2.800 habitantes, en los Adirondacks, una zona tur¨ªstica en el norte del Estado de Nueva York, cerca de Canad¨¢.
All¨ª creci¨® Lizzy con sus dos hermanos peque?os. Y all¨ª comenz¨® su carrera. De hecho, una de las primeras entrevistas conocidas de Lana del Rey aparec¨ªa en enero de 2010 en el Adirondack Daily Enterprise, "el ¨²nico peri¨®dico diario del parque Adirondack", seg¨²n reza su cabecera. El titular era de lo m¨¢s informativo: "Lizzy Grant, alias Lana del Ray, publica su primer disco".
Si lo de "Del Ray" es una errata o era la primera encarnaci¨®n del personaje, no queda claro. Ella misma reconoce que el nombre art¨ªstico fue creado por un grupo de m¨¢nager y abogados. Los mismos que le impidieron ser parte de un conjunto, como ella deseaba, y la empujaron a iniciar una carrera en solitario.
En aquel momento su imagen estaba bastante menos elaborada: en las fotos aparece te?ida de rubio platino, envuelta en una bandera estadounidense a modo de vestido, sujetando un anticuado micr¨®fono. Un remedo de Britney Spears, una de sus influencias reconocidas (aunque hay que a?adir a ese nombre los de Nirvana o Elvis Presley. Y ¨²ltimamente tambi¨¦n menciona a Dylan y Leonard Cohen). En la entrevista, su padre contaba lo cautivadora que era su voz desde ni?a, y ella c¨®mo se hab¨ªa educado cantando en coros y lo orgullosa que estaba de su primer trabajo, Kill kill, un ¨¢lbum grabado con David Kahne, que ha colaborado con No Doubt, Springsteen, The Strokes o Paul McCartney. "David me pidi¨® que colabor¨¢semos juntos un d¨ªa despu¨¦s de escuchar mi maqueta. Tiene reputaci¨®n de productor ¨ªntegro, interesado en hacer m¨²sica que no es solo pop", se justificaba.
Aquel ¨¢lbum pas¨® completamente desapercibido. Estaba a la venta en iTunes, pero ha desaparecido misteriosamente. Quedan trazos, y su antigua web lizzygrant.com ahora conduce a la grandilocuente p¨¢gina de Lana del Rey. En teor¨ªa, porque ahora est¨¢ enfocada en el futuro y eso es el pasado. Un fracaso comercial que no levant¨® ni siquiera la presencia del equipo promocional de su padre en las labores de marketing. Curioso, porque en ese campo fue donde comenz¨® a labrar la fortuna que le ha llevado a ser un millonario. De hecho, Grant conoci¨® a la madre de Elizabeth en los setenta, cuando ambos trabajaban en publicidad. ?l como creativo, ella de ejecutiva de cuentas.
Mientras tanto, Lana del Rey se ha convertido en objeto de discusi¨®n en foros y diarios de todo el mundo. Ahora que ya es una estrella, parece un poco banal seguir tratando de dilucidar si es una "Frankenstein del indie", como dicen sus detractores, una marioneta en manos de un grupo de inteligentes productores, de genios de la mercadotecnia en las sombras, o si es una artista aut¨¦ntica, una persona labrada a s¨ª misma, pero la cantidad de l¨ªneas que se han escrito para desentra?ar ese asunto sigue asombrando. Ha sido el debate musical del oto?o. Este mes ocupa las portadas de la revista francesa Les Inrockuptibles y de la publicaci¨®n inglesa Q. El single Video games ha entrado en pr¨¢cticamente todas las listas de lo mejor del a?o. Para el diario The Guardian y el semanal New Musical Express, ha sido el m¨¢s destacado de 2011. Y ocupa el puesto 19? de las elegidas por Pitchfork.com, la web m¨¢s influyente de la galaxia indie; la misma que coloc¨® a los canadienses Arcade Fire, entonces unos desconocidos, en lo m¨¢s alto del sector.
Y ella, ?Qu¨¦ tiene que decir? Asegura que se mud¨® a Nueva York con 18 a?os sin apoyo econ¨®mico de sus padres, que, sin embargo, nunca han intentado disuadirla de cumplir sus sue?os y la han apoyado a distancia. Que, aunque en teor¨ªa se mud¨® a la gran ciudad para ir a la universidad, pronto se vio metida en el circuito de cantantes aficionados. Esas noches de micr¨®fonos abiertos en las que cualquiera puede participar. Que no le qued¨® m¨¢s remedio que vivir durante cinco a?os en una caravana en Nueva Jersey porque era lo ¨²nico que pod¨ªa permitirse pagar. Hasta que su suerte cambi¨® y llam¨® la atenci¨®n de un sello tan peque?o que ella era la ¨²nica artista, aunque aquello no acabara fructificando. Sobre el asunto de si ella es Lizzy o Lana, ella ha escrito: "No hay un aut¨¦ntico yo y otra yo. Somos la misma persona, es solo un nombre diferente. Elvis tambi¨¦n ten¨ªa un buen equipo detr¨¢s de ¨¦l".
No cambiar¨ªa nada de su carrera, asegura, ni siente excesiva presi¨®n por lo que se le viene encima. Pero si volviera a comenzar, intentar¨ªa no crear tanto misterio a su alrededor. "No tengo tanto que decir. No soy tan cool. Hay d¨ªas en los que simplemente me gustar¨ªa acabar conmigo".
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