Dilema
Debajo de esta Europa dividida en dos por la religi¨®n, una protestante y otra cat¨®lica, hay una divisi¨®n m¨¢s profunda que ata?e a la actitud moral con que los habitantes del norte y del sur se enfrentan a la vida. Puede que en Estocolmo o en Hamburgo a las tres de la tarde en invierno, cuando ya se halla oscura la calle, muchos obreros y ejecutivos piensen que a esa hora, mientras ellos trabajan de forma absolutamente rentable para su empresa, la gente morena y manirrota del sur est¨¦ tocando la guitarra con palmas de alegr¨ªa ante una raci¨®n de gambas bajo la dulzura de un sol de 25 grados, cuya fiesta sospechan que se pagar¨¢ a su costa con la moneda ¨²nica. Por otro lado puede que en contrapartida muy pocos habitantes de la orilla del Mediterr¨¢neo est¨¦n dispuestos a renunciar al placer de vivir al d¨ªa en medio de un caos creativo para cambiarlo por el orden, la eficacia y racionalidad en el trabajo de los pa¨ªses b¨¢lticos. Se est¨¢ tan poco rato en este planeta que basta con el sonido de una tarantela durante una larga y placentera sobremesa con amigos a la sombra de una parra para justificar toda la existencia. Esta moral filos¨®fica del sur ante la vida, el hecho de que aqu¨ª la raz¨®n exija ir en busca del placer a como d¨¦ lugar, no es compatible con la idea de que a este mundo se ha venido a trabajar y a ser responsable. La moral calvinista es una forma muy dura de salvaci¨®n frente a la laxitud con que en el confesonario cat¨®lico se perdonan todos los pecados, incluso los m¨¢s execrables. Recibida la absoluci¨®n el pecador puede irse al bar a tomar un par de ca?as como si no hubiera pasado nada; en cambio el protestante boreal se adentra cada noche en la oscuridad con la culpa pegada a la nuca como una niebla por no haber sido recto y eficiente del todo durante el d¨ªa. Bajo la creencia de que el ¨¦xito econ¨®mico era una prueba de la gracia divina los calvinistas fundaron su dicha en el ahorro y en la contabilidad. Ellos desarrollaron un capitalismo muy recio, mientras los cat¨®licos contemplaban el paso de unas nubes cargadas de oro por la veleta del campanario. De hecho el dilema que divide a los pa¨ªses del norte y del sur en Europa hoy todav¨ªa es el mismo que se plantea en cualquier atraco a mano armada: elegir entre la bolsa o la vida.
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