Gardel en M?nchengladbach
"T¨² siempre solo Ra¨²l, t¨² nunca con jefe"... A¨²n resuena en mis o¨ªdos la voz de un asombrado Miljan cuando en la a?orada Ciudad Deportiva del Paseo de la Castellana se admiraba de verme entrar y salir del vestuario con toda naturalidad, de sentarme entre Vicente Del Bosque, Amancio -??Amancio!!- o Manolo Vel¨¢zquez mientras ¨¦stos se cambiaban, de salir al mojado c¨¦sped del campo de entrenamiento y pedirle a Hurtado, el inolvidable utilero, unas botas de tacos para no embarrarme los zapatos... Eran otros tiempos, otra Ciudad Deportiva, otro Madrid, en fin, ¨¦ramos una familia.
Recuerdo como si fuese ayer un viaje a la innombrable M?nchengladbach en el que nos juntamos buenos amigos, por desgracia todos ellos desaparecidos: el propio Miljanic, Luis Molowny, Agust¨ªn Dom¨ªnguez -esa misma tarde de marzo de 1976, el que fuera insustituible secretario general del club, le confirm¨® a Miljan su renovaci¨®n por dos a?os m¨¢s-, Ladislao Kubala y el siempre recordado Juan Manuel Gozalo, Gozalito, que empez¨® en el Borussia Park con el an¨¢lisis del juego de los Vogts, Bonhoff, Simonsen, Stielike y Heynckes, de un impresionante equipo que esperaba en los cuartos de esa edici¨®n de la Copa de Europa, y acab¨® en un restaurante cantando tangos y milongas a altas de la madrugada con un yugoslavo, un h¨²ngaro y cuatro espa?olitos...
En mis 40 a?os de profesi¨®n nadie fue tan amable y cort¨¦s con jugadores, empleados y periodistas
Porque, aunque Miljan siempre carg¨® con fama de tipo arisco, duro e inaccesible, con su fiel Radisic apretando las clavijas en lo f¨ªsico, lo cierto es que en mi experiencia de m¨¢s de 40 a?os conviviendo con entrenadores de esa casa, pocos se han conducido con tanta amabilidad y cortes¨ªa con jugadores, empleados y periodistas como el yugoslavo, facilitando siempre nuestro trabajo ya fuera en entrenamientos, concentraciones, ruedas de prensa o fotograf¨ªas oficiales de la plantilla, pero sabiendo tambi¨¦n mantener el temple en situaciones de alta tensi¨®n, como aquella legendaria semifinal de la Copa de Europa frente al Bayern, cuando aquel loco del Bernab¨¦u agredi¨® al colegiado Linemayer. All¨ª est¨¢bamos los dos.
Alguna vez m¨¢s coincid¨ª con ¨¦l durante su etapa como entrenador en Valencia, ya en los a?os ochenta, sin perder un ¨¢pice de su bonhom¨ªa y sencillez. La ¨²ltima vez que le vi fue en Verona, durante el Mundial de Italia, cuando nos volvimos a enfrentar a los yugoslavos; al verme, tantos a?os despu¨¦s de su estancia en Espa?a, no dud¨® en atravesar con su inconfundible tranco la zona mixta para darme un abrazo y preguntarme: "Ra¨²l, ?t¨² siempre solo? ?Nunca jefe?". Hasta siempre, m¨ªster.
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