Con Pinto y casi sin Messi
Ahora mismo el Madrid es un equipo desnortado, de rayos y truenos, f¨ªsico y muy col¨¦rico, tanto como su entrenador. Mourinho mont¨® anoche una alineaci¨®n solo para fastidiar al Barcelona. Terco, volvi¨® a la misma idea de la Champions, para insistir en su denuncia de que si no alcanz¨® la final de Wembley fue por el ¨¢rbitro ?Por qu¨¦? No parar¨¢ hasta responder a su pregunta. No quiere enterarse de que el problema es Pepe. El partido refrend¨® la sensaci¨®n de que quien juega contra el Bar?a no es el Madrid sino Mourinho. A su entender, el fin justifica siempre los medios y las jugadas concretas valen tanto o m¨¢s que las ret¨®ricas del Bar?a, un mal diagn¨®stico.
Al t¨¦cnico portugu¨¦s le interesan los episodios de la misma manera que el Barcelona se explica a partir del relato. Los azulgrana son un equipo de lluvia fina, mirada a medio y largo, que se reinventan cada temporada sin perder nunca la personalidad, solo para que no le pillen el truco, siempre pendientes de su f¨²tbol. Juegan igual contra el Betis que ante el Madrid. No necesitan a su m¨¢ximo rival para afirmarse. Guardiola admira m¨¢s a Mel que a Mourinho. Pinto jam¨¢s jugar¨ªa el partido de ayer en el Madrid y, en cambio, su alineaci¨®n en el Barcelona se interpret¨® como una muestra m¨¢s de la salud del vestuario del Camp Nou.
Mourinho desnaturaliz¨® al Madrid hasta convertirle en un equipo pendenciero y sin un plan de juego
Aunque Pinto fall¨® en el gol de Cristiano, los azulgrana explicar¨¢n que la jugada fue mal defendida por el colectivo desde que Benzema trazara el pase, y por tanto la culpa fue del equipo y no del portero. Nadie puso el retrovisor sino que los jugadores tomaron la pelota y redimieron al arquero a la salida de un c¨®rner cabeceado por Puyol y con una excelente actuaci¨®n coral. No hay peor penitencia para Mourinho que su equipo tome un gol a bal¨®n parado, su suerte favorita, un remedio al alcance de cualquiera. El Madrid nunca jug¨® como el Madrid sino como el equipo de Mourinho. El Bar?a, en cambio, siempre fue reconocible, incluso con un disminuido Messi, porque juega contra el propio Bar?a.
Los azulgrana resolvieron el partido poco a poco, a su gusto, convencidos de su idea, mientras que el Madrid jam¨¢s tuvo un plan de juego para protagonizar el partido, entregado exclusivamente al marcador. Pocas veces se vio a un Madrid m¨¢s estraperlista y cobarde, personalizado en la figura de Pepe, agresivo, simulador de faltas y agresiones, pendenciero. Mourinho solo dio un paso al frente cuando la rechifla del Bernab¨¦u le conmin¨® a cambiar al equipo. Y para mayor escarnio, desnaturalizado de principio a fin, el Madrid recibi¨® un segundo gol, marcado por Abidal, una muestra m¨¢s del f¨²tbol socializado del Barcelona.
El juego aseado de los azulgrana contrast¨® con la frustraci¨®n e impotencia del Madrid, empe?ado en ensuciar el choque, vencido de nuevo en el cuerpo a cuerpo, solo mejor que el Bar?a cuando se mide a terceros. Atac¨® bien el Barcelona, siempre poseedor de la pelota, y sali¨® ganador de Chamart¨ªn con Pinto y casi sin Messi, rebajado y pateado. El mejor, como acostumbra en los partidos exigentes, fue Busquets.
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