Vida y genio
Fueron solo unos meses, pero cambiaron la historia de la literatura. Acababa de cumplir 12 a?os cuando, el lunes 9 de febrero de 1824, empez¨® a trabajar en la f¨¢brica de bet¨²n Warren, en el n¨²mero 30 de Hungerford Stairs, en una zona industrial de Londres, insalubre e infestada de ratas. Las jornadas se prolongaban durante 10 horas, con una peque?a pausa para comer. El salario era de seis o siete chelines a la semana (unos 30 euros en la actualidad). "Fue el acontecimiento m¨¢s importante de la vida de Charles Dickens", explica el escritor Peter Ackroyd, cuya s¨®lida biograf¨ªa del novelista, Dickens. El observador solitario, acaba de editar Edhasa en Espa?a. "Es algo que siempre tuvo presente. Creo que gran parte de su energ¨ªa creadora nace en esa infancia y su visi¨®n del mundo se forja en aquellos momentos". "Todo mi ser se sent¨ªa tan imbuido de pesar y humillaci¨®n al pensar en lo que hab¨ªa perdido que incluso ahora, famoso, satisfecho y contento, en mis enso?aciones, cuando rememoro con tristeza aquella ¨¦poca de mi vida, muchas veces me olvido de que tengo una mujer y unos hijos, incluso de que soy un hombre", le confes¨® a su amigo John Forster, autor de la primera biograf¨ªa del escritor (The live of Charles Dickens). Forster ya se?al¨® que el germen de David Copperfield surgi¨® entre tarros de bet¨²n en aquellos talleres junto al T¨¢mesis. En el cl¨¢sico ensayo de 1940, Dickens, The Two Scrooge, Edmund Wilson apuntaba tambi¨¦n que aquel periodo de trabajo infantil, con su padre encarcelado a causa de las deudas, fue crucial en la formaci¨®n literaria y humana del escritor.
"Fue muy popular y convocaba a multitudes. En ese sentido, podemos decir que fue la primera celebridad global", afirma Ackroyd
Los 200 a?os del nacimiento de Dickens, que se conmemoran el pr¨®ximo 7 de febrero, se han convertido en el acontecimiento literario de la temporada. Exposiciones, nuevas versiones en cine y televisi¨®n de sus libros, biograf¨ªas, ensayos, representaciones. El mastod¨®ntico Waterstone's de Bloomsbury, una de las librer¨ªas m¨¢s grandes de Londres, situada en el barrio literario y universitario por antonomasia -y en el que residi¨® Dickens gran parte de su vida-, recibe al visitante con un escaparate lleno de t¨ªtulos sobre el narrador, algunos tan contempor¨¢neos como Charles Dickens in Cyberspace, de Jay Clayton, y otros tan sugerentes por sus ramificaciones pol¨ªticas como La situaci¨®n de la clase obrera en Inglaterra, de Friedrich Engels (Marx escribi¨® sobre el autor de Grandes esperanzas que "hab¨ªa proclamado m¨¢s verdades de calado social y pol¨ªtico que todos los discursos de profesionales de la pol¨ªtica, agitadores y moralistas juntos").
Sin embargo, todo este despliegue tiene algo de innecesario, porque Dickens jam¨¢s se ha ido. "Siempre ha estado presente, nunca ha dejado de ser una fuerza viva de la cultura brit¨¢nica", se?ala Ackroyd, autor de numerosas biograf¨ªas, de Shakespeare y de Londres (ambas en Edhasa), entre otras. "Sus novelas han sido llevadas al cine de manera constante, se han rodado series de televisi¨®n desde que tengo memoria, sus libros son reeditados y le¨ªdos una y otra vez. No creo que haya habido ning¨²n periodo desde su muerte en que no haya sido admirado universalmente". "Dickens est¨¢ en todos los ¨¢mbitos de la cultura brit¨¢nica", asegura el historiador Alex Werner, conservador del Museo de Londres, comisario de la exposici¨®n Dickens y Londres, que puede verse hasta el 10 de junio, y coautor junto a Tony Williams del libro que acompa?a la muestra, Dickens's victorian London (1831- 1901). Desde su muerte en 1870, se han publicado cerca de cien biograf¨ªas, empezando por la de Forster en 1872. Estas ¨²ltimas semanas han aparecido rese?as en casi todos los grandes diarios anglosajones de las dos ¨²ltimas, Charles Dickens, A life, de Claire Tomalin -que ya hab¨ªa publicado un relato de la vida de la esposa del novelista, Catherine-, y Becoming Dickens. The invention of a novelist, un ensayo literario de Robert Douglas-Fairhurst.
Una forma de explicar la vigencia de Dickens es su presencia en una de las grandes series de televisi¨®n de la d¨¦cada. En la quinta temporada de The Wire, el director adjunto del Baltimore Sun pide a sus reporteros que busquen el "aspecto dickensiano" de la ciudad. De hecho, los blogueros Joy Delyria y Sean Michael Robinson lograron un considerable ¨¦xito en las redes sociales con una reconstrucci¨®n de la serie de David Simon al modo de un follet¨ªn victoriano. Recientemente, la BBC public¨® en su p¨¢gina web un reportaje titulado Las seis cosas que Charles Dickens dio al mundo moderno: la celebraci¨®n de las navidades gracias al impacto que tuvo Canci¨®n de Navidad, la denuncia de la pobreza, los personajes de la comedia moderna, el cine (no, no le confunden con los hermanos Lumi¨¨re, Eisenstein dijo que los cimientos del s¨¦ptimo arte fueron edificados por Griffith bas¨¢ndose en ideas de Dickens como el montaje paralelo o los primeros planos), los nombres de los personajes llenos de simbolismo y nuestra visi¨®n de la ley y el derecho. A esto podr¨ªamos a?adir que Dickens fue un precursor de la defensa a ultranza de los derechos de autor, harto de que en Estados Unidos pirateasen sin contemplaciones sus obras, y la primera estrella de la cultura global, como explica Peter Ackroyd. "Fue muy popular entre p¨²blicos muy amplios y convocaba a multitudes cuando realizaba las giras de lectura de sus libros. En la ¨¦poca en que nac¨ªa la fotograf¨ªa, ya era muy reconocido popularmente, y cuando realizaba sus giras por Am¨¦rica era seguido por multitudes en la calle y se concentraban masas frente a los hoteles en los que se alojaba. En ese sentido, podemos decir que fue la primera celebridad global".
Una b¨²squeda en el ISBN revela 420 t¨ªtulos de Dickens vivos en todas las lenguas nacionales, publicados por editoriales tan diversas como Gadir, Nocturna, Alba, Perif¨¦rica, Alianza, Planeta, Impedimenta, Ediciones B, C¨¢tedra, Valdemar, Belaqva, Edhasa, Destino, RBA, Alfaguara, Espasa Calpe, C¨¢tedra o C¨ªrculo de Lectores, por solo citar unas cuantas. "Su habilidad para crear personajes cre¨ªbles es una de sus grandes virtudes, junto a su enorme habilidad como narrador, su capacidad para contar historias", explica Ackroyd. "Su talento para inventar es incre¨ªble: publicaba cada semana, cada mes, historias, esperando siempre hasta el momento mismo del cierre. Y siempre lograba mantener el inter¨¦s de sus lectores". Seg¨²n su biograf¨ªa, lleg¨® a crear 2.000 personajes en sus 14 novelas (15 si contamos la inacabada El misterio de Edwin Drood), sin tener en cuenta sus numerosos relatos, ni toda su producci¨®n period¨ªstica; aunque el Diccionario de Personajes Literarios Brit¨¢nicos recoge solo 989 nombres. Como destaca el historiador Alex Werner, su retrato m¨¢s famoso, El sue?o de Dickens, firmado por su contempor¨¢neo Robert Williams Buss, muestra al escritor, en su estudio, dormido, rodeado por sus creaciones. Oliver Twist, Ebenezer Scrooge, David Copperfield, Jacob Marley, Bill Sikes, Fagin, Pip, Miss Havisham y su mugriento vestido de novia, el se?or Pickwick, la peque?a Nell, Florence Dombey, Uriah Heep, Joe Gargery, Sydney Carton, Mister Gradgrind forman parte de un gigantesco legado que vive mucho m¨¢s all¨¢ de la literatura. Su herencia incluye tramas, historias e im¨¢genes, fantasmas de las navidades pasadas, futuras y presentes, principios como: "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabidur¨ªa y de la tonter¨ªa, la ¨¦poca de fe y la ¨¦poca de la incredulidad, la estaci¨®n de la luz y de las tinieblas, era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperaci¨®n". Seg¨²n sus bi¨®grafos, todo ese mundo ficticio tiene dos anclajes reales: su propia vida y la ciudad de Londres.
"Su genialidad no puede separarse de su vida. Es imposible estudiar a Dickens de forma aislada, tiene que ser observado en el contexto de su ¨¦poca y de su vida en Londres. De hecho, su casa estaba a unos pocos metros de aqu¨ª", se?ala Peter Ackroyd, que recibe en su despacho de Bloomsbury, con su mesa de trabajo llena de libros sobre Chaplin y sobre la historia de Inglaterra, los dos temas en los que este inagotable investigador y novelista de 62 a?os est¨¢ trabajando actualmente. Su biograf¨ªa de Dickens se public¨® en ingl¨¦s en 1990, en dos vol¨²menes, con casi 1.400 p¨¢ginas. Edhasa ha editado una versi¨®n posterior, acortada (700 p¨¢ginas).
En su libro de viajes por Australia, Bill Bryson relata una visita al museo dedicado al m¨¢s famoso de los bandidos del outback, Ned Kelly, situado en una polvorienta localidad perdida. Y escribe: "Era tan malo que era bueno". Siendo un poco exagerados, podr¨ªamos decir algo parecido del Museo de Charles Dickens en Londres. Es cierto que alberga la mejor colecci¨®n de manuscritos y objetos del escritor y que, adem¨¢s, vivi¨® all¨ª con su familia durante dos a?os (entre 1837, una fecha muy simb¨®lica porque es cuando empez¨® tambi¨¦n la era victoriana, y 1839, ¨¦poca durante la que termin¨® de escribir Los papeles del Club Pickwick y comenz¨® Oliver Twist), lo que no se puede decir siempre de las casas-museo de los artistas. Pero no es lo que un visitante espera de un creador de la magnitud de Dickens. En su descargo se puede decir que esta vivienda, situada en una cl¨¢sica calle de edificios georgianos, es museo desde 1925, lo que explicar¨ªa en parte su aire vetusto, y que las otras dos casas de Dickens en Londres, en Marylebone y en el cercano Tavistock Square, han desaparecido. En abril el museo se someter¨¢ a una ambiciosa reforma. El hecho de que cierre durante la celebraci¨®n del segundo centenario del escritor y durante los Juegos Ol¨ªmpicos ha provocado una cierta pol¨¦mica en el Reino Unido, pero sus responsables han se?alado que, si retrasan las obras, perder¨ªan los dos millones de libras concedidos por el fondo de la loter¨ªa para el mantenimiento de bienes culturales. Aparte de algunos momentos de una intensidad kitsch muy divertida -la cocina con sus quesos y pasteles falsos no tiene precio- y bastantes recuerdos y piezas interesantes, adem¨¢s de contribuir a la Dickens Fellowship, la casa del 48 de Doughty Street merece una visita porque permite un r¨¢pido recorrido por la vida del autor. Naci¨® en 1812, su familia se mud¨® a Londres en 1820, trabaj¨® durante un periodo de entre seis meses y un a?o cuando su padre se encontraba en prisi¨®n por sus deudas -"es una cosa muy desagradable el sentirse avergonzado del propio hogar", escribe en Grandes esperanzas-, comenz¨® a ejercer como periodista en 1828 (un oficio que nunca abandonar¨ªa). El ¨¦xito de Los papeles del Club Pickwick le permiti¨® dedicarse a la literatura desde 1836. Su fama alcanz¨® su c¨¦nit en 1843 con Cuento de Navidad. Los viajes -dos a Am¨¦rica, adem¨¢s de a Italia y Francia bastante a menudo-, la participaci¨®n en diferentes causas filantr¨®picas, la afici¨®n al teatro, las lecturas p¨²blicas que le convirtieron en un hombre muy rico -ganar dinero fue una de las grandes obsesiones de su vida-, un divorcio tard¨ªo de Catherine, con la que tuvo diez hijos, y una relaci¨®n nunca aclarada con la joven actriz Nelly Ternan -Ackroyd cree que nunca lleg¨® a consumarse sexualmente mientras que otros bi¨®grafos consideran que s¨ª-, sus maratonianos paseos nocturnos -caminaba durante horas y horas, a veces hasta 30 kil¨®metros seguidos, como qued¨® reflejado en uno de sus ensayos m¨¢s conocidos, Night walks-, las charlas y las complicidades con amigos como Wilkie Collins y el periodismo ocuparon gran parte de su tiempo. Adem¨¢s, claro, de la literatura: compuso por entregas 14 novelas que desde su publicaci¨®n entraron a formar parte de la conciencia colectiva de Occidente. Falleci¨®, tras una extenuante gira de lecturas, en la tarde del 9 de junio de 1870, a los 58 a?os, en su casa de Kent. Como escribi¨® recientemente en The New York Times el ensayista Verlyn Klinkenborg, "doscientos a?os despu¨¦s de su muerte, Charles Dickens sigue guardando su mayor secreto: la esencia de su energ¨ªa".
Una parte muy importante de esa fuerza se la dio la ciudad en la que vivi¨® y en la que situ¨® la inmensa mayor¨ªa de su obra. "Londres y Dickens van juntos", afirma Alex Werner. "Londres influy¨® tanto a Dickens que se puede decir que su genio dependi¨® del entorno londinense, fue un gran visionario que vio en las calles de Londres un universo entero, de alegr¨ªa, de sufrimiento. Los dos estaban profundamente conectados y entre los dos crearon el m¨¢s maravilloso retrato de la humanidad en el siglo XIX", explica Ackroyd. Pero Dickens no se limit¨® a describir y a captar la esencia de esa transformaci¨®n: luch¨® por cambiar las condiciones de vida. Y en cierta medida lo logr¨®. Como explica Steven Pinker en su magn¨ªfico e influyente ensayo The better angels of our nature, una investigaci¨®n sobre el descenso de la violencia en Occidente, "Oliver Twist y Nicholas Nickleby abrieron los ojos de la sociedad sobre los malos tratos a los ni?os en los albergues y orfanatos". La exposici¨®n del Museo de Londres permite percibir la ciudad en la que Dickens vivi¨® y escribi¨®: a principios del XIX ten¨ªa apenas un mill¨®n de habitantes, en los a?os setenta de ese siglo alcanzaba los 3,5. Como relata Werner, era la capital del mundo -con 1851, el a?o de la exposici¨®n universal, como epicentro-. Justo en esa ¨¦poca, la poblaci¨®n urbana se convirti¨® en mayoritaria en el Reino Unido, con miles de personas llegando cada d¨ªa a la megal¨®polis para vivir en condiciones muchas veces de una pobreza atroz (no es ninguna casualidad que Dickens, Marx y Engels escribiesen lo que escribieron en aquellos a?os en Londres). Ackroyd, autor de la m¨¢s conocida historia de la capital brit¨¢nica (Londres, Edhasa, 2002), se?ala: "Durante su vida Londres cambi¨® m¨¢s que en ning¨²n otro momento de su historia". En Dickens's victorian London, Alex Werner y Tony Williams escriben: "Supo captar todos los cambios que ocurr¨ªan a su alrededor y cuando leemos sus obras somos testigos del crecimiento y desarrollo de la ciudad moderna, con todos sus problemas asociados".
En esa ciudad de las grandes esperanzas de Pip, la miseria infantil de Oliver Twist y David Copperfield, un joven se vio obligado a trabajar en una f¨¢brica de bet¨²n en una sociedad que cambiaba a toda velocidad y un escritor trat¨® de construir todo su mundo sobre ese v¨¦rtigo. Como escribe Ackroyd: "En su obra lo real y lo irreal, lo material y lo espiritual, lo concreto y lo fant¨¢stico, lo mundano y lo trascendente conviven en precario equilibrio, solo resuelto por el vigor de la palabra creada. En eso consiste la magia de Charles Dickens".
Dickens. El observador solitario. Peter Ackroyd. Edhasa. Dickens's victorian London. Alex Werner y Tony Williams. Ebury Press, 2011. 288 p¨¢ginas. Dickens and London. Museo de Londres. Lunes a domingo. 10.00 a 18.00. Hasta el 10 de junio. www.museumoflondon.org.uk/london-wall. Charles Dickens Museum. 48 Doughty Street. Londres. Lunes a domingo, 10.00 a 17.00. Cerrado a partir del 10 de abril. www.dickensmuseum.com.
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