Verdeguer, el ef¨ªmero
La sustituci¨®n del consejero de Econom¨ªa, Enrique Verdeguer, tan solo seis meses despu¨¦s de haber aceptado el cargo lleva camino de ser solventada por los pol¨ªticos valencianos con su frivolidad habitual. Esa que es causa de la escasa reputaci¨®n y pobre imagen de la Comunidad Valenciana. Para el PP, ha sido el propio deseo, repetidamente recogido en los medios de comunicaci¨®n, del ya exconsejero el que lleva a su sustituci¨®n. Para la oposici¨®n, es la huida de quien ha visto de cerca la situaci¨®n financiera de la Generalitat. Eso s¨ª, como lo han conocido, y saben de su curr¨ªculo y de su nuevo cargo, no han osado tildarlo de cobarde ante los desaf¨ªos.
En todo caso, nadie dentro de la ¨¦lite pol¨ªtica parece interesado en responder por qu¨¦ quien en junio se mostr¨® dispuesto, entre otros retos, a asumir la responsabilidad de dirigir el ajuste del sector p¨²blico empresarial valenciano, tir¨® la toalla en septiembre a pesar de su mayor sinton¨ªa con el nuevo presidente de la Generalitat. M¨¢s bien, por debajo de representar el papel que se han autoasignado, en el tono de las declaraciones que he escuchado parece detectarse una sensaci¨®n de alivio ante la marcha de un outsider no solo ajeno a, sino a buen seguro asombrado de, las componendas que dominan la econom¨ªa pol¨ªtica valenciana.
Las razones de su marcha, obviamente, solo las conoce ¨¦l y dudo que tenga inter¨¦s en hacerlas p¨²blicas. Pero conociendo su trayectoria no me parece arriesgado se?alar que el ruralismo selv¨¢tico dominante en la pol¨ªtica valenciana del que hablara Manuel Aza?a hace ya m¨¢s de tres cuartos de siglo ha sido un factor relevante. Y si entonces ¨¦ste se agravaba por el predominio blasquista, ahora lo hace por esa tupida mara?a de intereses que act¨²a como si la Comunidad Valenciana fuera una rep¨²blica aut¨¢rquica situada en una galaxia propia en donde no rigen las normas y leyes de la econom¨ªa terrenal (al margen de otras de mayor calado en el campo de la ¨¦tica y el civismo).
?C¨®mo puede explicarse de otra manera que en una situaci¨®n financiera en donde la Administraci¨®n incumple a diario normas b¨¢sicas del Estado de derecho como es hacer frente a sus compromisos contractuales, mantenga costosos eventos de rentabilidad colectiva m¨¢s que discutible? Es solo un ejemplo. Porque tambi¨¦n exige duros sacrificios a sectores muy relevantes de los valencianos, mientras el partido del Consell, o dirigentes muy relevantes del mismo, bloquean cualquier gesto significativo de solidaridad. O a pesar del desastre que ha llevado a la desaparici¨®n del sistema financiero valenciano, mantiene a los mismos ejecutivos y administradores que lo han provocado y, encima, permite a estos ¨²ltimos mantenerse de por vida en el cargo al anular la limitaci¨®n de mandatos. Y todo ello con el silencio vergonzante de la oposici¨®n, a la que tampoco se la ha o¨ªdo, m¨¢s all¨¢ de alg¨²n grupo municipal, propuesta alguna para demostrar que los problemas de los valencianos son tambi¨¦n sus problemas. Contando con alternativas en donde demostrar su capacidad, como se?al¨® Antonio Maura en otro contexto, ser¨ªa Verdeguer demente de quedarse para acabar confundido como uno m¨¢s de los pol¨ªticos que padecemos. Que en modo alguno merecemos.
Jordi Palafox es catedr¨¢tico de Historia e Instituciones Econ¨®micas en la Universitat de Val¨¨ncia.
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