Nosotros no somos rentables
Primera sorpresa: lleno hasta la bandera y con el escenario dise?ado por Beatriz San Juan en medio del p¨²blico, el Teatro Galileo recupera el aire que tuvo a finales de los ochenta y en los noventa, cuando la antigua funeraria era escala obligada para las compa?¨ªas con espect¨¢culos no convencionales, como la entonces emergente Fura dels Baus, y para el p¨²blico ¨¢vido de novedades.
Elling, adaptaci¨®n de la novela Br?dre i Blade, del noruego Ingvar Ambj?rsen, cuya versi¨®n cinematogr¨¢fica fue muy celebrada, muestra con realismo po¨¦tico y precisi¨®n algebraica la historia de dos hombres inh¨¢biles, orillados socialmente, que comparten habitaci¨®n en un psiqui¨¢trico. A Elling lo internan all¨ª al morir su hiperprotectora madre: tiene fobia social y no sabe valerse por s¨ª mismo. A su llegada, Kjell, su compa?ero de habitaci¨®n, tipo primario, incapaz de controlar sus emociones, est¨¢, como casi siempre, foll¨¢ndose la cama: con 40 a?os, no conoce mujer y canaliza toda su energ¨ªa por el bajo vientre.
ELLING
Basado en Br?dre i Blade, novela de Ingvar Ambj?rsen. Versi¨®n espa?ola: David Serrano. Direcci¨®n: Andr¨¦s Lima. Teatro Galileo. Desde el 19 de enero.
'Elling' retrata en pantuflas la Europa social en riesgo de ser cercenada
El reci¨¦n llegado, al verle se esconde debajo de la cama. Parecen destinados a no entenderse, pero pronto encuentran un canal de comunicaci¨®n: Elling se convierte en imaginativo proveedor de contenidos er¨®ticos de Kjell. En los relatos fant¨¢sticos que aqu¨¦l le cuenta como si fueran ciertos, ¨¦ste halla un suced¨¢neo de la figura femenina. Tras dos a?os conviviendo, los servicios sociales les ofrecen mudarse a un apartamento tutelado, d¨®nde reaprender¨¢n a vivir desde cero: a coger el tel¨¦fono, bajar a la calle y hacer la compra, cosas para ellos tan dif¨ªciles como escalar el Everest. Elling es una comedia sobre la conquista de la autonom¨ªa, pero tambi¨¦n sobre el aprendizaje de la propia identidad. Somos lo que nos dicen las miradas ajenas: locos incapaces cuando se nos trata como tales, gente amable cuando se nos quiere.
Ambj?rsen modela a sus personajes con empat¨ªa infinita, y los protagonistas del montaje espa?ol los encarnan a contratipo, es decir, contra la l¨®gica de sus respectivas complexiones, imprimi¨¦ndoles as¨ª mayor fuerza y originalidad: Carmelo G¨®mez presta su imponente figura a un ser fragil¨ªsimo, cuyos ataques de angustia cuando tiene que salir de casa son conmovedores, mientras que Javier Guti¨¦rrez, encarna a saco a una bestia impulsiva, una especie de Fuso Negro loco desbordado en su cuerpo min¨²sculo. Ambos trabajan frontalmente y al l¨ªmite, haciendo prodigiosos equilibrios sin percha sobre un bamboleante cable emocional.
En Elling hay mil detalles reveladores, como el enredo que la enfermera urde para mantener internos a sus pacientes, y un ramillete de momentos preciosos: el despertar de Reidun, su vecina, en la cama de Kjell (cada uno ve en el otro un ¨¢ngel), el momento cyrano de Elling, obligado a prestar a su amigo la voz que se le estrangula cuando intenta invitar a la chica a cenar; el fundido del primer polvo con el primer parto... En los papeles de car¨¢cter, Chema Adeva y Rebeca Montero est¨¢n a la altura de los protagonistas. Andr¨¦s Lima, el director, obliga al reparto a mantener un pulso sin desmayo, lo compromete f¨ªsicamente, viste la realidad de extra?eza y conjuga el verbo sorprender como pocas veces sucede. Hay un contraste elocuente entre la carnalidad de los int¨¦rpretes, tan pr¨®ximos al p¨²blico, y la temperatura de los colores con que los ba?a la luz de Valent¨ªn ?lvarez.
Comedia de un optimismo fundamentado, Elling retrata en pantuflas la Europa social, hoy en serio riesgo de ser cercenada por los recortes.
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