La crisis europea y la persistencia en el error
Una mirada con perspectiva a las decisiones que se han ido adoptando en Europa para abordar la crisis -desde las reformas de su gobernanza hasta los planes nacionales de ajuste o las pol¨ªticas estructurales para impulsar el crecimiento- nos muestra que lo que cada vez se presenta como una novedad, como un paso decisivo para resolver los problemas, no es m¨¢s que la persistencia en los mismos errores que nos han conducido a la situaci¨®n actual.
El primero de estos errores fue el propio dise?o institucional de la uni¨®n monetaria, basado en las recetas del fundamentalismo del mercado: un Banco Central Europeo (BCE) consagrado a la lucha contra la inflaci¨®n; exigencias de disciplina fiscal y salarial para el control de las divergencias, y una fe ilimitada en la desregulaci¨®n y la liberalizaci¨®n como motores del crecimiento econ¨®mico. Por supuesto, ninguna atenci¨®n a los desequilibrios internos entre regiones pr¨®speras y atrasadas, a pesar de que esos desequilibrios constitu¨ªan una amenaza para la propia sostenibilidad del euro. En vez de corregirlo, el nuevo "gobierno europeo" reafirma estos principios.
Bajo una apariencia t¨¦cnica se est¨¢ librando una batalla por la redistribuci¨®n de la riqueza
El paquete de austeridad fiscal de Rajoy penaliza a los trabajadores
El segundo error es un diagn¨®stico equivocado de las causas de la crisis y unas pol¨ªticas que profundizan los problemas. Los pa¨ªses perif¨¦ricos son vistos como los aut¨¦nticos "villanos" por acumular d¨¦ficit fiscal y crecimientos salariales excesivos. Por tanto, lo que se necesita ahora -se insiste- es la aplicaci¨®n de dolorosos programas de ajuste (el Pacto por el Euro), reformas institucionales dirigidas exclusivamente a reforzar la disciplina presupuestaria (lo que se llama equ¨ªvocamente uni¨®n fiscal) y seguir confiando en las reformas estructurales para resolver los problemas de competitividad, supuestamente provocados por la falta de contenci¨®n salarial.
Pero esta interpretaci¨®n oculta la naturaleza estructural de la crisis econ¨®mica, que se deriva de las asimetr¨ªas productivas, sociales y espaciales que fracturan Europa: econom¨ªas y regiones con distintas capacidades de crecimiento, infraestructuras y tecnolog¨ªas desigualmente repartidas en el territorio, creciente desigualdad en la distribuci¨®n de la renta.
Como consecuencia de estas asimetr¨ªas, la uni¨®n monetaria dio lugar a un crecimiento desigual e insostenible. El dinamismo de las econom¨ªas centrales se basaba en la restricci¨®n salarial y el bajo crecimiento de la demanda interna, compensado (en el caso de Alemania) con el fuerte peso de las exportaciones. Esto era posible porque en la periferia (Espa?a, por ejemplo) se estaba produciendo una fuerte expansi¨®n de la demanda, apoyada por la mayor ca¨ªda relativa de los tipos de inter¨¦s derivada de la creaci¨®n de la uni¨®n monetaria. El resultado fue la acumulaci¨®n de grandes d¨¦ficits
por cuenta corriente, la formaci¨®n de burbujas y el endeudamiento de familias y empresas (que no del Estado).
Por ello, insistir en resolver la crisis atajando sus consecuencias (los problemas fiscales) y reducir el ajuste exclusivamente a los pa¨ªses deudores (como si todo fuera un problema de indisciplina de los poderes p¨²blicos), sin atender a la verdadera causa de estos desequilibrios, es condenar al conjunto de la zona euro a la deflaci¨®n y la perpetuaci¨®n de las fracturas actuales. El fracaso de estas pol¨ªticas ya es evidente. En 2012 volver¨¢ la recesi¨®n, la ruptura del euro ha dejado de ser un escenario imposible y la ciudadan¨ªa sufre las consecuencias de los recortes. No se ha resuelto la crisis de deuda soberana y los d¨¦ficits p¨²blicos no se est¨¢n reduciendo al ritmo previsto.
Pero se nos propone m¨¢s de lo mismo, como muestran las primeras decisiones tomadas por nuestro nuevo Gobierno (o el italiano). Si el estancamiento derivado de estas pol¨ªticas impide corregir el d¨¦ficit, en vez de ampliar el plazo del ajuste, doblamos la apuesta: m¨¢s recortes y subidas de impuestos. Disfrazado de progresividad, el paquete de austeridad fiscal aprobado recientemente por el Gobierno presidido por Mariano Rajoy penaliza en realidad a los trabajadores, dejando pr¨¢cticamente intactas las rentas del capital, los beneficios empresariales y las grandes fortunas. No es dif¨ªcil pronosticar lo que ocurrir¨¢. Los efectos sobre la econom¨ªa real volver¨¢n a impedir que se cumplan unos objetivos incre¨ªbles de reducci¨®n del d¨¦ficit y vuelta a empezar. Y como el paro crece, volvemos a ensayar la f¨®rmula fracasada de la reforma laboral.
No puede dejar de mencionarse, por ¨²ltimo, el tercer gran error. El desarrollo de la crisis est¨¢ poniendo en evidencia m¨¢s que nunca el debilitamiento de la democracia y la ausencia de un aut¨¦ntico proyecto europeo. Llevar a las constituciones nacionales un objetivo concreto de d¨¦ficit p¨²blico no solo representa un diagn¨®stico inadecuado: erosiona la pluralidad de opciones de pol¨ªtica econ¨®mica e hipoteca el margen de maniobra de futuros Gobiernos. Adem¨¢s, contra la ret¨®rica pol¨ªtica y medi¨¢tica, las propuestas aprobadas en diciembre tampoco suponen m¨¢s uni¨®n fiscal (?hay acaso alguna menci¨®n al exiguo presupuesto comunitario?), m¨¢s gobernanza o m¨¢s Europa. Lo que se est¨¢ imponiendo es el dominio no democr¨¢tico de algunos Gobiernos, liderados por Alemania, y de los intereses que representan. Incluso en estos d¨ªas las autoridades espa?olas han argumentado abiertamente para justificar los recortes que, de no aplicarlos, nos impondr¨ªan.
Dig¨¢moslo claramente: bajo la apariencia de una discusi¨®n t¨¦cnica se est¨¢ librando una aut¨¦ntica batalla por la redistribuci¨®n de la riqueza y el control de los resortes de poder. Y hasta ahora se est¨¢ imponiendo un proyecto bien definido que se sustenta en la captura de las instituciones por los grupos econ¨®micos, en la desregulaci¨®n de los mercados de trabajo y en el desmantelamiento de los Estados de bienestar, desviando masivamente recursos hacia el sector privado, privatizando parcelas sociales y convirti¨¦ndolas en negocio.
Europa necesita reformas institucionales que vayan en la direcci¨®n de una aut¨¦ntica cooperaci¨®n fiscal -pero no la que se nos presenta- y un cambio sustancial en la actuaci¨®n del BCE -poni¨¦ndolo al servicio de la econom¨ªa real, y no al rev¨¦s-. Sin embargo, lo que resulta de verdad urgente es poner sobre la mesa un verdadero giro hacia una pol¨ªtica econ¨®mica centrada en la creaci¨®n de empleo decente, detener la fractura social, regular los mercados y fortalecer la democracia. En definitiva, salir del c¨ªrculo vicioso de la persistencia en el error.
Jorge Ux¨® y Fernando Luengo son profesores de Econom¨ªa en las Universidades de Castilla-La Mancha y Complutense de Madrid, respectivamente, y miembros de econoNuestra (http://econonuestra.org)
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