Se?ora soy yo
No me gusta que me llamen se?ora. Cuando alguien se dirige a m¨ª en esos t¨¦rminos, miro a un lado y al otro, buscando a una mujer de pelo cardado y gafas con montura de pedrer¨ªa incrustada. Pero esa mujer nunca est¨¢. Se?ora soy yo. Ahora lo s¨¦. S¨ª se?or, soy una se?ora. No lo soy porque de repente me llamen as¨ª en la panader¨ªa. Tampoco porque sienta que desde hace un tiempo he cambiado. Si s¨¦ que soy una se?ora es porque siento que el mundo ha cambiado a mi alrededor. ?sa, ay madre m¨ªa, ¨¦sa es la pista definitiva.
Dicen que eres joven mientras mantengas intacta tu capacidad de asombro. Pero, ?qu¨¦ pasa si lo que te produce asombro es mirar a los j¨®venes? Eso s¨®lo puede significar una cosa: que has dejado de serlo.
Esta semana, un padre estadounidense ha denunciado a su propio hijo adolescente despu¨¦s de descubrirle d¨¢ndole una paliza a otro chico en un video de YouTube. Esto ha pasado en Estados Unidos, pero convengamos que no ser¨ªa marciano que pasara en cualquiera de nuestros colegios.
Internet est¨¢ plagado de videos as¨ª. ?ste lo he visto. Para morirse. Cinco criaturas celestiales, encapuchadas, peg¨¢ndole tremendos pu?etazos y patadas en la cara a un chaval indefenso que estaba tirado en el suelo. Lo revoleaban, le empujaban, le pisaban la cabeza, lo arrastraban por los pelos. Una se pregunta cu¨¢l habr¨ªa sido el delito del pobre chico, qu¨¦ habr¨ªa hecho mal para acabar ah¨ª. ?Ser¨ªa muy listo, muy tonto, muy alto, muy bajo, muy t¨ªmido? ?Leer¨ªa muy r¨¢pido en clase, muy despacio? ?Tendr¨ªa voz de pito o acaso le habr¨ªa cambiado la voz antes que a los dem¨¢s? Miras el video tratando con todas tus fuerzas de entender. Pero el esfuerzo es in¨²til porque esto, como decimos nosotras las se?oras, en mi ¨¦poca no pasaba. No porque antes no hubiera internet, no porque no hubiera m¨®viles. Lo que no hab¨ªa antes era ni?os con tant¨ªsima ira acumulada. O al menos esta servidora no los recuerda.
Ninguna adolescencia es un camino de rosas, la m¨ªa tampoco lo fue. Sufr¨ª mucho y estoy segura de que tambi¨¦n hice sufrir a alguien. Vi tortazos, incluso recib¨ª alguno. Tambi¨¦n vi peleas a la salida de clase, algunas muy aparatosas.
Vi empujones, insultos m¨¢s o menos elaborados y maniobras colectivas de marginaci¨®n. Pero nunca jam¨¢s vi propinar semejante paliza a nadie por diversi¨®n. Jam¨¢s. No entrar¨¦ a elucubrar sobre si los ni?os de ahora ven demasiada tele, o muy poca, o sobre si ya no juegan en la calle o leen muy poco. Como buena se?ora, no tengo ni idea de por qu¨¦ los j¨®venes son as¨ª. Las se?oras vivimos en la perplejidad. S¨®lo espero aprender a tener los ojos lo suficientemente abiertos como para poder proteger a mis hijos de los tiempos modernos.
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