El alfiler del pelo de Fulvia Flacca
?Se han conculcado a sabiendas los derechos de Garz¨®n como acusado?
Los cl¨¢sicos son eternos. Siempre vienen a cuento. E indefectiblemente, cuando se habla de la apariencia de imparcialidad, se recuerda la frase de Julio C¨¦sar, citada por Plutarco: "No basta que la mujer de C¨¦sar sea honesta, tambi¨¦n tiene que parecerlo".
Seguro que conocen la historia. Un patricio, llamado Publio Clodio Pulcro, se col¨® vestido de mujer durante las celebraciones de la Bona Dea (Buena Diosa) -unos ritos exclusivamente femeninos- en el palacio del Pontifex Maximus, a la saz¨®n, el propio C¨¦sar, con la intenci¨®n de ver a la esposa de este, Pompeya Sila, de la que se le supon¨ªa enamorado. Fue descubierto, detenido y acusado de sacrilegio y enga?o. Cicer¨®n le atac¨® duramente, pero el tipo eludi¨® el castigo con algo tan antiguo y tan moderno a la vez como sobornar al jurado. No obstante, hay quien defiende que, en realidad, el incidente fue la excusa que necesitaba Julio C¨¦sar para repudiar a Pompeya, vamos, lo que hoy ser¨ªa un divorcio expr¨¦s en la nobleza.
El que el juez sea imparcial y adem¨¢s tenga apariencia de serlo es uno de los derechos de los justiciables, lo mismo que la igualdad de armas en el proceso. Sin embargo, por primera vez en la historia judicial espa?ola un fiscal de sala del Tribunal Supremo, es decir, el generalato de la carrera fiscal, ha descalificado la actuaci¨®n de un magistrado del alto tribunal, Luciano Varela, como juez instructor. Ha sido en el caso que se sigue contra Baltasar Garz¨®n por prevaricaci¨®n (dictar a sabiendas resoluci¨®n injusta) por intentar perseguir los cr¨ªmenes del franquismo en una causa penal cuya competencia era dudosa.
Las acusaciones, Falange Espa?ola y de las JONS y Manos Limpias, presentaron unos escritos de acusaci¨®n que no cumpl¨ªan los requisitos legales m¨ªnimos exigidos, por lo que tendr¨ªan que haber sido rechazados. Ello hubiera supuesto el fulminante archivo de la causa contra Garz¨®n en ese momento, lo que no ocurri¨®. Sin embargo, Varela, que deb¨ªa de saber que eso era as¨ª porque para algo es magistrado del Supremo, para no quedarse sin caso por la ineptitud de las acusaciones decidi¨® darles una nueva oportunidad de presentar esos escritos, explicando en un auto la forma de hacerlo.
A pesar de todo, Falange no present¨® a tiempo el nuevo documento, por lo que fue expulsada del proceso; mientras que Manos Limpias se limit¨® a copiar textualmente, incluidas las erratas, la mayor parte del auto del juez, lo que permiti¨® la continuaci¨®n del caso contra Garz¨®n.
El fiscal Luis Navajas calific¨® la decisi¨®n de Varela de "absolutamente ins¨®lita e insostenible", ya que tuvo como consecuencia "transmutar una acusaci¨®n que no se sosten¨ªa" y su auto ayud¨® a "reconstruir lo que era absolutamente irreconstruible".
Para el fiscal, la resoluci¨®n de Varela es nula porque viola el principio de igualdad de armas en el proceso y supone indefensi¨®n para Garz¨®n. El todav¨ªa juez de la Audiencia Nacional ha recusado al del Supremo en dos ocasiones, lo que no ha impedido que Varela forme parte del tribunal que le ha juzgado por el caso de las escuchas a los cabecillas de la red G¨¹rtel.
A la vista de lo ocurrido cabe preguntarse: ?Se han conculcado a sabiendas los derechos de Garz¨®n como acusado en el caso de los cr¨ªmenes del franquismo? Porque esta actuaci¨®n, que siembra dudas sobre la imparcialidad de la instrucci¨®n de Varela en ese proceso, supone arrojar sombras sobre la apariencia de imparcialidad en su tarea de juzgador en el caso de las escuchas G¨¹rtel.
El 11 de mayo de 2010, Varela lleg¨® a dictar hasta siete resoluciones en un d¨ªa contra Garz¨®n -r¨¦cord en la historia del Supremo-, lo que fue clave para que el Consejo del Poder Judicial, en un pleno extraordinario celebrado tres d¨ªas despu¨¦s, pudiera suspender en sus funciones al juez, y cercenarle la salida digna que el Tribunal de La Haya le hab¨ªa ofrecido.
Es muy posible que, a pesar de todo, Varela sea el m¨¢s imparcial de los jueces. No obstante y desde fuera, su actuaci¨®n no parece asemejarse a la de la honesta Pompeya, sino que m¨¢s recuerda a la de Fulvia Flacca, esposa de Marco Antonio, una rica dama con ambiciones pol¨ªticas, que hab¨ªa sido c¨®nyuge de Publio Clodio Pulcro, s¨ª, el mismo que se visti¨® de mujer.
Cuando Marco Antonio orden¨® matar a Cicer¨®n, Fulvia mand¨® exponer su cabeza y sus manos en el Foro, y para vengarse del orador, en un acto supremo de humillaci¨®n, se quit¨® un alfiler de oro con el que se sujetaba el pelo y le atraves¨® la lengua.
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