Vivir en el cielo de la ciudad
Con 52 a?os, la Torre de Madrid sigue siendo uno de los edificios residenciales m¨¢s altos de Espa?a. Sus pisos, reci¨¦n reformados, a partir de medio mill¨®n
"?El edificio con estructura de hormig¨®n armado m¨¢s alto del mundo!", presum¨ªa el anuncio en prensa de 1957. Se acababa de terminar la primera fase de la Torre de Madrid, que fue la construcci¨®n m¨¢s alta de Espa?a hasta que lleg¨® el Pirul¨ª, en 1982. Un hito que a¨²n hoy sigue siendo, con sus 142 metros, uno de los rascacielos residenciales m¨¢s altos del pa¨ªs.
Las vistas desde la terraza de la planta 33 lo atestiguan. Una visi¨®n espectacular de 360 grados con la que se comprueba que Madrid es, efectivamente, como dec¨ªa Azor¨ªn, "un poblach¨®n manchego", con boina de poluci¨®n incluida. La terraza rodea uno de los dos gimnasios que hay en el edificio reci¨¦n remozado. Deben de ser las bicicletas est¨¢ticas con las mejores vistas de Madrid.
Tras una reforma del interior, hace un a?o que se han puesto a la venta los pisos de lujo de la mitad superior de la torre (plantas 15 a la 32, la mitad inferior est¨¢ vac¨ªa). Entre 2003 y 2005 Metrovacesa, propietaria del inmueble, lo sac¨® a la venta (ped¨ªa de 250 a 300 millones de euros), pero al final se lo qued¨®. Tras un largo proceso en el que se pact¨® la salida de los antiguos inquilinos (los apartamentos y oficinas siempre fueron de alquiler) la torre qued¨® finalmente vac¨ªa y, por primera vez en su historia, los pisos salieron al mercado.
Los hay desde 50 metros cuadrados hasta 240. El m¨¢s barato arranca en 530.000 euros. ?El m¨¢s caro? "Es informaci¨®n confidencial", se disculpa una y otra vez Juan Antonio Rojo, de Sibariss, la agencia que comercializa los pisos. En un a?o han colocado dos tercios de las 131 viviendas. "Si algo se sigue vendiendo en tiempos de crisis son los productos ¨²nicos, especiales", dice el comercial. "Este edificio fue un hito y sigue siendo el edificio residencial m¨¢s alto de Espa?a". En Benidorm ya se han construido un par m¨¢s altos, pero no se puede competir con la solera de esta torre que marc¨® la modernidad en los rascacielos de Espa?a. Por primera vez los arquitectos, los hermanos Otamendi, se deshicieron del marchamo historicista de las construcciones del franquismo. Aqu¨ª ya no est¨¢n los aires escurialenses de su vecino, el edificio Espa?a (algo anterior y de los mismos autores). Ya no hay excusas en forma de p¨®rticos, frisos o adornos, solo l¨ªneas elegantes y din¨¢micas que miran a los rascacielos cl¨¢sicos de Estados Unidos.
Los pisos tienen distribuciones algo extra?as, como es de esperar en un edificio de planta hexagonal. Hay paredes en ¨¢ngulo agudos y largos pasillos con requiebros. La nueva decoraci¨®n ha introducido colores que identifican cada planta en los espacios comunes y grandes fotograf¨ªas paneladas en los descansillos (en todos los fotomontajes aparece el perfil de la torre o sus vistas). En los pisos piloto no hay tanta contenci¨®n como en la limpia fachada blanca. Est¨¢n decorados con l¨¢mparas de metacrilato y aluminio, c¨®modas lacadas en brillantes colores, sillas de cuero blanco o terciopelo morado y tapicer¨ªas que imitan, por ejemplo, el papel de un peri¨®dico extranjero. En las estanter¨ªas, peque?as esculturas de abstractas meninas en blanco y plata. A pesar del jolgorio decorativo, la vista se va a las ventanas y balcones (casi todas las habitaciones tienen). No hay perspectiva mala: por aqu¨ª el Templo de Debod, por all¨¢ el palacio de Liria, por acull¨¢ el Conde Duque.
La nueva torre busca ofrecer, adem¨¢s de viviendas, un estilo de vida. Persianas, climatizaci¨®n y alarmas dom¨®ticas, ascensores con llave de planta, vigilancia 24 horas, wifi gratuito y una intranet que hace las funciones de conserje digital: desde ella se puede alquilar un coche o pedir a un mozo que suba a colgar un cuadro. Por un pago de comunidad desde 170 euros mensuales se tiene, adem¨¢s de recogida de basuras, gimnasio y piscina gratis.
Cuando los Otamendi la levantaron, la Torre de Madrid, que entonces estaba en la avenida de Jos¨¦ Antonio, inclu¨ªa cine, sala de fiestas, oficinas y un sinf¨ªn de tiendas, seg¨²n reza la memoria del proyecto firmada en 1954 por los Otamendi -Juli¨¢n (como arquitecto) y Jos¨¦ Mar¨ªa (como consejero delegado de Inmobiliaria Metropolitana, que luego se fundir¨ªa en Metrovacesa)-. Hoy solo queda de aquellos usos terciarios una peque?a peluquer¨ªa en la planta baja. "Est¨¢n de salida", asegura el representante de la inmobiliaria. Cuando el dinero lo permita, las 15 plantas vac¨ªas (que los propietarios no permiten de momento visitar) volver¨¢n a cobrar vida. Podr¨ªan ser ocupadas por un hotel, oficinas o locales comerciales, explican en Metrovacesa. La crisis decidir¨¢ cu¨¢ndo esta ciudad vertical dejar¨¢ de funcionar a medio gas.
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