Los riesgos del trabajo a medio hacer
La crisis de deuda europea lleva a interrogarse sobre la independencia de los bancos centrales
Los l¨ªderes europeos, con dramatismo y bastante retraso, consiguieron al fin un acuerdo que salva moment¨¢neamente a Grecia, y al euro, del abismo. Las l¨ªneas generales del acuerdo son razonables en el sentido de que significan una mejora de las condiciones de los pr¨¦stamos concedidos a Grecia, Portugal e Irlanda. Se alargan los plazos de los pr¨¦stamos y se reducen sustancialmente los tipos de inter¨¦s, lo que dar¨¢ un respiro a los deudores, especialmente a Grecia. Al hacerlo as¨ª, los dirigentes de la zona euro han reconocido impl¨ªcitamente que las condiciones anteriores eran insostenibles y que a medio plazo lo importante es dise?ar un programa en el que todos ganen: el pa¨ªs endeudado porque le resultar¨¢ posible, aunque con muchas dificultades, cumplir lo pactado; los acreedores porque tendr¨¢n m¨¢s probabilidades de recuperar las sumas prestadas aunque aceptando alg¨²n quebranto.
Por lo que se refiere a Espa?a e Italia, el acuerdo de dotar de mayores facultades al Fondo de Estabilidad Europeo para que pueda intervenir preventivamente comprando deuda de pa¨ªses miembros de la eurozona es una buena noticia. Significa que no habr¨¢ que esperar hasta que sea demasiado tarde para, eventualmente, disuadir a los especuladores. En principio, esta decisi¨®n deber¨ªa ayudar a estabilizar los mercados de deuda europea. Todo esto es positivo, pero quedan a¨²n bastantes problemas pendientes.
El m¨¢s pr¨®ximo es el de la calificaci¨®n de la deuda griega por parte de las agencias que se ocupan de este asunto. La insistencia de la canciller Merkel, y de los holandeses, para que los tenedores privados de deuda participen en el rescate ha llevado al Instituto Internacional de Finanzas (IIF) a dise?ar una propuesta de canje voluntario de deuda, o de extensi¨®n de plazos, que en la pr¨¢ctica equivale a una quita del orden del 20% de la deuda. Las agencias han reaccionado reduciendo la calificaci¨®n de Grecia y han advertido que cuando se produzca el canje declarar¨¢n el impago parcial de la deuda. Por su parte, los mercados, pasado el primer momento de euforia, han comenzado a descontar esta posibilidad.
Precisamente este ha sido el eje central de la discusi¨®n entre el Banco Central Europeo (BCE) y las autoridades alemanas. El presidente del Banco, Jean Claude Trichet, ha objetado este tipo de acuerdo por sus consecuencias para el propio BCE, que no podr¨¢ aceptar como garant¨ªa de sus pr¨¦stamos unos t¨ªtulos declarados en situaci¨®n de impago. Para prevenir esta posibilidad, los responsables europeos han lanzado la idea de un impago selectivo de corta duraci¨®n. Y, adem¨¢s, Trichet ha tenido buen cuidado de advertir que el programa dise?ado es v¨¢lido solo para Grecia. Es posible que para salvar el bache se autorice al Fondo de Estabilidad a garantizar la deuda griega que se entregue al BCE para obtener liquidez. Se trata de un problema importante ya que sin la liquidez proporcionada por el BCE a Grecia el sistema financiero de este pa¨ªs se vendr¨ªa abajo.
En la eurozona, la inexistencia pr¨¢ctica de un poder intermedio entre los l¨ªderes al m¨¢ximo nivel y el Banco Central lleva a un mayor grado de independencia del BCE
El camino recorrido por el Banco Central Europeo en materia de garant¨ªas ha sido largo. Antes de la crisis, el banco solo aceptaba t¨ªtulos con las mejores calificaciones. Poco a poco, el desarrollo de la crisis llev¨® al banco, a menudo tard¨ªamente y arrastrado por los acontecimientos, a disminuir sus exigencias hasta que hace unos d¨ªas, tras el ataque a Portugal, el presidente del BCE tuvo que declarar que aceptar¨ªa sin dudarlo la deuda portuguesa, calificada, probablemente de manera injustificada, unos pocos escalones por encima del impago. No ha estado solo el Banco Central Europeo en este camino puesto que la Reserva Federal estadounidense se vio obligada a aceptar como garant¨ªa t¨ªtulos m¨¢s que dudosos en su d¨ªa. La diferencia es que en Estados Unidos existe una autoridad indiscutida, que es el Tesoro, capaz de forzar de hecho a su banco central a la aceptaci¨®n de cualquier clase de t¨ªtulos, previa discusi¨®n sobre las garant¨ªas. Esta cuesti¨®n lleva a interrogarse sobre la independencia de los bancos centrales, siempre relativa y subordinada, en ¨²ltimo extremo, al poder pol¨ªtico.
En el caso de la eurozona, la inexistencia pr¨¢ctica de un poder intermedio entre los l¨ªderes al m¨¢ximo nivel y el Banco Central (el Eurogrupo apenas si ha existido en esta discusi¨®n) lleva, parad¨®jicamente, a un mayor grado de independencia del Banco Central Europeo. El espect¨¢culo de la reuni¨®n de los responsables de los dos primeros pa¨ªses de la eurozona, Alemania y Francia, con el presidente del Banco Central Europeo antes del encuentro formal del conjunto de l¨ªderes de zona del euro, s¨®lo puede calificarse de ins¨®lito y revela las graves carencias de la Uni¨®n Monetaria. Porque podemos preguntarnos: ?con qu¨¦ t¨ªtulo asisti¨® el presidente del BCE a la reuni¨®n?, ?como experto?, ?como responsable de la instituci¨®n que preside? En este caso, la pregunta inmediata es: ?por qu¨¦ no fue llamado el presidente del Eurogrupo?
Es de la mayor importancia avanzar en la construcci¨®n del equivalente a un Ministerio de Econom¨ªa de la zona del euro
Es de la mayor importancia avanzar en la construcci¨®n del equivalente a un Ministerio de Econom¨ªa de la zona del euro. No es viable, a largo plazo, una uni¨®n monetaria en la que no exista un di¨¢logo permanente entre los responsables econ¨®micos y financieros de la Uni¨®n, en la que no se garantice la compatibilidad entre la pol¨ªtica presupuestaria y la monetaria. Los problemas de Grecia son un claro exponente de lo que sucede cuando no se tiene en cuenta esta regla b¨¢sica de funcionamiento.
Es preciso avanzar, y con paso decidido, en la institucionalizaci¨®n de la Uni¨®n Monetaria mediante el refuerzo del llamado Eurogrupo para coordinar primero, y definir despu¨¦s, las pol¨ªticas presupuestarias de la Uni¨®n. La introducci¨®n del euro no permite quedarse a medio camino. Los l¨ªderes europeos han anunciado que har¨¢n propuestas en este sentido antes de que finalice el verano.
Mientras tanto hay que aceptar la realidad. Esta consiste en que Grecia no puede pagar y que, como consecuencia, ser¨¢n los contribuyentes europeos los que paguen una parte de la factura. Se trata, de alguna manera, de reconocer que la moneda ¨²nica ha proporcionado enormes beneficios a los pa¨ªses que la han adoptado, empezando por Alemania, y que, como consecuencia, es preciso tambi¨¦n hacer frente a los costes. La resistencia, a menudo obsesiva, a ceder soberan¨ªa por parte de los Estados tiene como contrapartida pagar los costes de las ineficiencias del sistema provocados, en buena medida, por esa negativa.
Es evidente que se ha dado un paso adelante ¨²til y significativo. Baste, si no, imaginar lo que habr¨ªa podido suceder si no hubiera habido acuerdo. Pero hay que dar bastantes pasos m¨¢s para consolidar una Uni¨®n Monetaria que tiene pleno sentido desde el punto de vista pol¨ªtico y econ¨®mico. Los pr¨®ximos pasos deber¨¢n ser pol¨ªticos y es de esperar que los responsables de la eurozona tengan el suficiente sentido de los intereses de sus pa¨ªses a largo plazo, y del inter¨¦s general de todos, para que se atrevan, al fin, a dar pasos decididos para completar el edificio de la Uni¨®n.
Jos¨¦ Luis Leal fue ministro de Econom¨ªa y presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Banca.
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