Ser¨¦ tu desahuciador
Un procurador, dos funcionarios judiciales y un cerrajero suelen ejecutar un desalojo Son el blanco de la ira de los afectados y sus familias
Como si fuera un general en el campo de batalla, Diego Gil observa con frialdad un mapa cargado de chinchetas de colores. Detr¨¢s de cada uno de esos puntos hay una historias de gente que no pudo pagar la hipoteca o el alquiler, decenas de familias que perdieron su empleo y contrajeron deudas que cada vez se fueron hinchando hasta dejarlos sin nada. Detr¨¢s de esas chinchetas hay un mont¨®n de familias que en los pr¨®ximos d¨ªas se quedar¨¢n en la calle. La crisis.
Diego Gil, un padre de familia de 41 a?os, pantal¨®n vaquero, camisa a cuadros, puede imaginarse cada una de esas historias. Desde hace 20 a?os es el cerrajero que acompa?a a la comisi¨®n judicial encargada de desahuciar en Madrid a las familias que no pueden hacer frente a las letras de sus viviendas. As¨ª que, aunque conoce por experiencia todos los dramas que surgen cada vez que alguien se queda sin casa, Diego necesita tomar distancia. Para ¨¦l es un trabajo como otro cualquiera. "Empezamos cuatro socios y yo. Al final me qued¨¦ con el negocio. En el ¨²ltimo a?o, con la crisis, se ha triplicado el volumen del trabajo", relata en el despacho de Vallecas donde est¨¢ colgado el mapa, en una nave de 400 metros cuadrados donde se acumulan l¨¢mparas, macetas y muebles de las casas que han quedado vac¨ªas "por imperativo legal". Gil gana un m¨ªnimo de 130 euros con cada desahucio. Lo normal es que cada d¨ªa tenga que acudir a unos 15. A veces llega a los 25. "No me puedo quejar".
Gil forma parte de uno de los grupos de personas m¨¢s insultado desde que los lanzamientos se han disparado -una media de 60 al d¨ªa en Madrid-. Ellos son los malos. Los tipos a los que centenares de vecinos, dispuestos a paralizar los desahucios, gritan y maldicen o incluso les arrojan agua desde los balcones.
Una fr¨ªa ma?ana de principios de febrero en el distrito madrile?o de Villaverde permite ver en acci¨®n a todos los miembros de los desahuciadores. Les esperan desde primera hora de la ma?ana unas cien personas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, dispuestos a evitar que echen a un vecino del barrio. A las 10.30 aparece un hombre de unos 60 a?os, rostro serio y actitud esquiva. La gente comienza a murmurar. En seguida se extiende la idea de que se trata del procurador del banco, uno de los tres miembros de la comisi¨®n que hoy tienen la misi¨®n de echar a un dominicano llamado Ronale de la Cruz, a su pareja y a sus seis hijos.
"Solo nos limitamos a aplicar las leyes. Los responsables son las que las hacen", dice un funcionario
En unos minutos llegan cuatro furgones de polic¨ªa. Poco despu¨¦s, el abogado de Ronale y una monja de la congregaci¨®n de Nuestra Se?ora del Carmen, tutora de uno de los hijos menores del dominicano, tratan de convencer al procurador para que hable con el banco y suspenda el lanzamiento. "Yo acato ¨®rdenes", se excusa con sequedad. La gente empieza a escupir las consignas m¨¢s repetidas en los ¨²ltimos meses: "?Verg¨¹enza me dar¨ªa echar a una familia!".
El procurador se impacienta. Est¨¢ solo ante los familiares y amigos de Ronale. Las conversaciones junto al portal de la vivienda mentan a los bancos y arremeten contra sus malas pr¨¢cticas. "Siempre pagan los mismos", masculla uno de los asistentes. M¨¢s lemas: "?Ninguna casa sin gente, ninguna gente sin casa!". El procurador llama por tel¨¦fono y solicita hablar con el funcionario que representa al juez en el desahucio y que se retrasa.
Este no llega hasta el mediod¨ªa. Su nombre es Javier Molina y cuando aparece ni siquiera puede acercarse a la casa. La polic¨ªa impide el acceso para evitar el enfrentamiento entre los manifestantes y la comisi¨®n judicial, que a esas horas ya est¨¢ al completo: el procurador, el funcionario del juzgado, su auxiliar y dos cerrajeros.
"Para nosotros es desagradable", dice Javier Molina a pocos metros de la vivienda que va a desalojar. "Solo somos un eslab¨®n de una cadena. Nos limitamos a aplicar la ley. Los m¨¢ximos responsables son los que la hacen", se excusa Molina.
Tanto ¨¦l como su auxiliar se encuentran algo aturdidos por la expectaci¨®n que se ha levantado. Molina solo lleva dos meses trabajando en la comisi¨®n que ejecuta los lanzamientos. En Madrid hay 13 comisiones, que entre todas ejecutan una media de 60 desahucios diarios. Por su nuevo puesto, Molina cobra un plus de 130 euros. "Yo tambi¨¦n tengo que pagar mi hipoteca", se defiende para rebatir la impopularidad de su profesi¨®n.
El abogado de Ronale trata de negociar con Molina. De todo el grupo de desahuciadores, este funcionario parece el m¨¢s dispuesto a llegar a un acuerdo. "Mi cliente est¨¢ presentando tr¨¢mites para que le concedan un alquiler de un piso de protecci¨®n oficial", les dice el letrado para pedirles una demora en la ejecuci¨®n del lanzamiento. Solo consigue un aplazamiento de ocho d¨ªas. Al procurador no parece gustarle demasiado la idea, pero finalmente acepta porque en el piso de Ronale todav¨ªa hay muebles que retirar. Los dos cerrajeros, enfundados en un mono azul, se mantienen de pie en un segundo plano. Contemplan c¨®mo Molina redacta de pu?o y letra los acuerdos a los que han llegado. Las monjas del colegio de los ni?os tampoco pierden detalle.
En la casa de Ronale de la Cruz (48 a?os), de 35 metros cuadrados, nadie ha hecho las maletas. En el sal¨®n, las plantas y los retratos de los seis hijos (de 21 a 4 a?os) siguen en la mesa auxiliar. Una vecina reparte caf¨¦ en una jarra de pl¨¢stico. No es el escenario com¨²n de los desahucios. En el 90% de los casos, el piso se encuentra vac¨ªo, algo habitual tras la ¨²ltima reforma legal, que entr¨® en vigor en octubre de 2011. Con la nueva norma, el inquilino o hipotecado dispone de diez d¨ªas para abandonar el inmueble o argumentar por escrito las razones por las que considera que no debe pagar lo que se le reclama. Si no lo hace, el secretario judicial, sin necesidad, de celebrar un juicio, env¨ªa una carta con la fecha del desalojo.
Esta reforma ha quedado solo sobre el papel. "La fuerte crisis econ¨®mica ha precipitado el n¨²mero de desahucios y, debido a la fuerte demanda, ahora es dif¨ªcil aplicarla, se tiene que concretar fecha y hora del juicio y del lanzamiento. Si la agenda est¨¢ atestada, poco se va a agilizar", advierte Juli¨¢n Caballero, procurador desde hace m¨¢s de 20 a?os. Los procedimientos de desahucio presentados en los juzgados espa?oles en el tercer trimestre del pasado a?o ascendieron a 10.869, un 14,2 % m¨¢s que en el mismo periodo del a?o anterior, seg¨²n el Consejo General Poder Judicial.
Un desahucio no es agradable para ninguna de las dos partes. Pero cuando el desalojo es por no poder hacer frente a una hipoteca, la cosa se le complica m¨¢s a la comisi¨®n judicial porque es frecuente que al menos un centenar de personas acudan en apoyo de la familia en apuros. "Verg¨¹enza me dar¨ªa, echar a una familia", repiten a gritos a los encargados de ejecutar el desahucio.
Ronale no ser¨¢ desahuciado por ahora. Se instal¨® en Madrid en 2002. Pens¨® que Espa?a podr¨ªa ser un buen lugar donde obtener un futuro mejor. Consigui¨® trabajo en la construcci¨®n y en una f¨¢brica de montajes de coches, empleo que le dur¨® hasta hacer tres a?os. Ahora vive del subsidio de desempleo, 465 euros que no le alcanzan para pagar la letra del banco y sacar adelante a su familia numerosa.
El dominicano sale al balc¨®n y agradece al gent¨ªo el apoyo que ha recibido durante todo el d¨ªa. Llora y alza el pu?o ante una emocionada audiencia que aplaude en la calle. "?Gracias. No estoy solo!", grita.
Los tres miembros de la comisi¨®n judicial, el procurador, el funcionario Molina y su auxiliar buscan un taxi con la mirada. Cuando aparece, suspiran tranquilos. Suben al coche y se dirigen a acometer su tercer lanzamiento del d¨ªa. El desahucio de Villaverde se ha prolongado m¨¢s de lo previsto. Todav¨ªa les queda una larga jornada que a veces se prolonga hasta las diez de la noche.
Para Molina, las jornadas transcurren en un coche que le desplaza a las casas de las que tiene que expulsar a las familias. Una vez localizada la vivienda, llama al timbre. Si nadie responde, el cerrajero desmonta la cerradura y cambia el mecanismo, de forma que no pueda ser abierta con las viejas llaves. La comisi¨®n no sabe cu¨¢nto tiempo le va a llevar ni en qu¨¦ condiciones se va a encontrar el inmueble. "Cada d¨ªa es diferente", asegura Molina.
En pa¨ªses como Francia, los lanzamientos se paralizan durante el invierno, aunque en primavera se disparan. En Espa?a, esta paralizaci¨®n solo est¨¢ contemplada por "razones humanitarias" durante las Navidades.
Los cerrajeros que asistieron al lanzamiento de la casa de Ronale se ahorraron el mal trago. Esa misma ma?ana, Diego Gil, el cerrajero de Vallecas, tuvo que enfrentarse a 20 desahucios. Est¨¢ casado, tiene dos hijos y es del Atl¨¦tico de Madrid. "Somos unos sufridores", bromea. La empresa de Gil tambi¨¦n se dedica a las mudanzas, pero reconoce que eso no es suficiente para sacar adelante el negocio. Su compa?¨ªa tiene un valor a?adido que muy pocas poseen: recoge con un cami¨®n los enseres de los desahuciados y los lleva a su nave. Por eso, muchos procuradores conf¨ªan en ¨¦l. En ocasiones se puede suspender un lanzamiento porque todav¨ªa quedan objetos personales en las casas.
Algunas familias sobre las que pesa una orden de desahucio se las ingenian para dilatar su estancia en la vivienda. Aunque lo m¨¢s habitual es que hagan las maletas al conocer la fecha en la que van a ser expulsados. "Antes nos encontr¨¢bamos bastantes sorpresas", recuerda Juli¨¢n Caballero, procurador desde hace m¨¢s de 20 a?os. "Es violento irrumpir en un espacio tan ¨ªntimo como la casa y encontrarte con los ni?os correteando por la casa y el marido y la mujer tumbados en el sof¨¢".
Juli¨¢n sonr¨ªe al recordar lo que ¨¦l llama "el desahucio del Real Madrid". Se trataba de echar de su domicilio a una anciana que ten¨ªa tantos perros como la plantilla del equipo de f¨²tbol. La se?ora hab¨ªa decidido llamarles a cada uno con el nombre de un jugador. En este caso, tuvieron que llamar a la perrera... y el desalojo se tuvo que posponer.
Otra situaci¨®n bastante com¨²n a la que se enfrentan los desahuciadores es que el afectado alegue que est¨¢ muy enfermo, hasta el punto de no poder levantarse de la cama. Entonces la comisi¨®n debe llamar a un m¨¦dico que certifique si realmente sufre alg¨²n tipo de enfermedad.
Algunos conocen muy bien la legislaci¨®n. "En ocasiones nos han abierto la puerta terceras personas haci¨¦ndonos creer que nos hab¨ªamos equivocado". A la comisi¨®n judicial no le ha quedado m¨¢s remedio que dar parte al juzgado, pese a detectar que se trataba de una triqui?uela m¨¢s.
Los lanzamientos se han triplicado en el ¨²ltimo a?o. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y el movimiento 15-M se han aliado por la misma causa. Convocan reuniones semanales para encontrar soluciones a lo que ellos consideran las condiciones abusivas de los bancos. Para ayudar a un afectado solo ponen dos condiciones: "Debe tratarse de desahucios cometidos por entidades bancarias y que el afectado se implique en las reuniones que se celebran cada martes", apunta Miguel un portavoz de la plataforma.
Las hemerotecas est¨¢n plagadas de sucesos en el que el desahucio se ha complicado m¨¢s de lo razonable. En Barcelona, una mujer acab¨® con la vida de tres personas e hiri¨® a 13, obligando a desalojar de sus casas a 40 personas. Este tipo de sucesos los provoca la desesperaci¨®n.
El cerrajero Gil considera que desahuciar un piso habitado por una persona que padece el s¨ªndrome de Di¨®genes es de las situaciones m¨¢s desagradables. Tampoco olvidar¨¢ los d¨ªas en los que se ha encontrado pisos cuyo inquilino se hab¨ªa quitado la vida. "Es una desgracia. Algunos deudores est¨¢n con el agua al cuello y se suicidan", confiesa.
Cuando Gil integra a un nuevo trabajador en la plantilla le advierte que tiene que estar preparado para cualquier cosa. Las m¨¢s duras son los lanzamientos hipotecarios, especialmente cuando el avalista acaba perdiendo tambi¨¦n su piso. "Hace cinco a?os, cuando no hab¨ªa tanto ruido sobre esto, tuvimos que echar de su casa a una pareja de ancianos que hab¨ªa avalado con su casa la hipoteca de su hijo. Fue muy desagradable y sal¨ª bastante tocado".
Un movimiento para lograr que el banco perdone la deuda
Los lanzamientos se han triplicado en el ¨²ltimo a?o. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y el movimiento 15-M se han aliado bajo una misma causa: conseguir la daci¨®n en pago, o lo que es lo mismo, que el banco perdone la deuda a cambio de entregar la vivienda.
Convocan reuniones semanales donde discuten soluciones a lo que ellos consideran unas condiciones abusivas de las entidades bancarias. La plataforma considera que el presente mes de febrero es uno de los m¨¢s cr¨ªticos. Hay convocadas 11 manifestaciones para intentar impedir desahucios.
La plataforma tratar¨¢ de parar, por segunda vez, el desahucio de Anuar y su familia, vecinos del distrito de Tetu¨¢n, en Madrid. Este liban¨¦s de cuarenta a?os fue el primer caso en el que la plataforma y el 15-M aunaron sus fuerzas, el 15 de junio de 2011. Ese d¨ªa se arm¨® un gran revuelo. Cayo Lara, el l¨ªder de IU, tuvo que salir de all¨ª entre abucheos y cubos de agua. Entre las ¨²ltimas acciones en las que el movimiento ha actuado destaca una concentraci¨®n en la calle de Sebasti¨¢n Elcano, n¨²mero 36, de Madrid para apoyar a los okupas que residen en un edificio de Bankia. M¨¢s de 200 manifestantes formaron una gran cadena humana alrededor del edificio.
La semana pasada, una decena de indignados ocup¨® uno de los pisos de este edificio del barrio de Embajadores con el objetivo de defender 'espacios liberados de la especulaci¨®n de los bancos'.
En toda Espa?a, la plataforma ha logrado aplazar 115 desalojos de familias que ten¨ªan un pie en la calle. El primer desahucio se paraliz¨® el 3 de noviembre de 2010 en la localidad catalana de Bisbal del Pened¨¦s, en Tarragona.
El 29 de diciembre, la Mesa del Congreso acus¨® recibo de la iniciativa legislativa popular que promueve la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. El movimiento vecinal, sindicatos mayoritarios, algunos partidos pol¨ªticos y organizaciones ciudadanas secundaron esta proposici¨®n de ley para que se regule la daci¨®n en pago, la paralizaci¨®n de los desahucios y el alquiler social.
El lunes pasado, el movimiento se reuni¨® para que se validaran las hojas de recogida de firmas. A partir de ah¨ª tendr¨¢ nueve meses para obtener el medio mill¨®n de firmantes, el n¨²mero necesario para que prospere la iniciativa. Los activistas esperan superar el medio mill¨®n de firmantes dado el gran n¨²mero de afectados.
Algunos integrantes del movimiento han pedido a los Gobiernos que medien entre los bancos y las familias antes de que estas sean desahuciadas. A todo esto se ha sumado tambi¨¦n la Asociaci¨®n de Usuarios de Banca, Adicae, que ha alertado de que las hipotecas y las escrituras firmadas ante notario 'est¨¢n plagadas de cl¨¢usulas abusivas y de irregularidades', otra rendija para evitar desahucios.
A todos los problemas que ya tienen las familias que han sido desahuciadas se a?ade el de las pertenencias que dejan atr¨¢s: muebles, juguetes, electrodom¨¦sticos y toda clase de posesiones. Las pertenencias acaban convirti¨¦ndose en la mayor¨ªa de las ocasiones en otra carga. Hay quienes consiguen hacerse con un medio para guardarlos en otros lugares, pero lo normal es que todas las posesiones vayan a parar a un almac¨¦n en las afueras de las ciudades. All¨ª se depositan durante un mes. Si en ese tiempo el due?o no los retira, deber¨¢ pagar una tasa que var¨ªa en funci¨®n del tiempo y del espacio que ocupan todos sus enseres.
El due?o puede recuperar sus pertenencias en un periodo de dos a?os. Si no lo hace, el Ayuntamiento pasa a ser el nuevo propietario.
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