El mercado soy yo
Ray Dalio dirige el mayor 'hedge fund' del mundo con un estilo que es tachado de mao¨ªsta. Bridgewater gestiona un patrimonio de 91.000 millones de euros.
Quiz¨¢s el nombre de Ray Dalio no le suene mucho, pero sus decisiones tienen un efecto inmediato en los mercados, donde usted tiene sus acciones, sus fondos de inversi¨®n o sus planes de pensiones. Hijo ¨²nico de una pareja de italoamericanos, naci¨® en Queens (EE UU) en 1949. Su padre tocaba el clarinete y el saxof¨®n en clubes de Jazz de Manhattan. De ah¨ª le viene una de sus tres pasiones, la m¨²sica. Las otras dos son la caza y los mercados. Con solo 12 a?os Dalio entr¨® a trabajar como caddie en el Links Golf Club. Entre los socios a los que les llevaba los palos y le daban propinas estaban muchos br¨®keres de Wall Street. Toda una premonici¨®n. Muy precoz en el mundo de la inversi¨®n, el primer valor que compr¨® fue Northeastern Airlines, que pronto fue objeto de una opa y su valor se triplic¨®. Actualmente, Dalio dirige Bridgewater, el mayor hedge fund del mundo con activos bajo gesti¨®n de 120.000 millones de d¨®lares (91.000 millones de euros).
Tras graduarse en Harvard Business School se enrol¨® en Sheanson Hayden, la firma burs¨¢til dirigida por San Weill, que con el tiempo lleg¨® a presidir Citigroup. All¨ª oper¨® fundamentalmente con futuros sobre materias primas gan¨¢ndose el reconocimiento de granjeros y terratenientes por ayudarles a cubrir los riesgos de sus cosechas. Tras un duro enfrentamiento por enfoques opuestos sobre el mercado, Weill le ense?¨® la puerta de salida. La reacci¨®n de Dalio fue fundar su propia compa?¨ªa llev¨¢ndose algunos clientes con ¨¦l. Era 1975, ten¨ªa 26 a?os y como oficina us¨® la habitaci¨®n vac¨ªa que ten¨ªa en su apartamento de Nueva York. A la criatura la bautiz¨® como Bridgewater.
Poco a poco fue ganando nuevos clientes ¡ªuno de sus primeros grandes contratos fue la gesti¨®n del plan de pensiones de los empleados del Banco Mundial¡ª y el respeto intelectual de la comunidad financiera. A este ¨¦xito contribuyeron sus an¨¢lisis econ¨®micos a contracorriente y, por supuesto, su historial de rentabilidades. Bridgewater ha tenido un rendimiento medio anualizado del 14,7% en los ¨²ltimos 20 a?os, generando unas plusval¨ªas de 50.000 millones de d¨®lares a sus part¨ªcipes, seg¨²n datos publicados por The New York Times. Semejante hoja de servicios ha hecho de oro a su fundador. Forbes le calcula una fortuna de 6.500 millones de d¨®lares. Las cifras que rodean a Dalio marean, aunque en su caso es tan importante c¨®mo lo ha conseguido que cu¨¢nto ha logrado. Su personalidad no deja indiferente y sus cr¨ªticos le acusan de dirigir su compa?¨ªa como si fuera una ¡°secta mao¨ªsta¡±.
Augura una d¨¦cada de depresi¨®n para los pa¨ªses del sur de Europa
El cuartel general de Bridgewater est¨¢ a las afueras de Westport, en el Estado de Connecticut. John Cassidy pas¨® all¨ª varios d¨ªas mientras preparaba un reportaje para The New Yorker. Este periodista describe a Dalio de la siguiente manera: ¡°Parece un viejo miembro de un grupo brit¨¢nico de rock progresivo¡±. Los que le conocen aseguran que lo que distingue a este inversor de otros es su profundo an¨¢lisis econ¨®mico y su ambici¨®n intelectual. M¨¢s que un trader millonario aspira a ser un fil¨®sofo de prestigio. Su d¨ªa a d¨ªa no se consume frente a una pantalla viendo las cotizaciones. La mayor parte de su tiempo la dedica a intentar ver c¨®mo la econom¨ªa y los movimientos financieros encajan en una estructura coherente. ¡°Casi todo en esta vida es como una m¨¢quina. La naturaleza, la familia, el ciclo de la vida... Mi objetivo es llegar a interpretar c¨®mo funciona la maquinaria de los mercados¡±, confes¨® a Cassidy.
Dalio ha escrito un texto de 100 p¨¢ginas que es de obligada lectura para las nuevas contrataciones. Son sus ¡°principios¡±. The Washington Post defin¨ªa estas reglas como una mezcla entre un libro de autoayuda, un texto de gesti¨®n y unas reflexiones sobre las leyes de selecci¨®n natural. El principio 24 reza as¨ª: ¡°Preg¨²ntate a ti mismo si te has ganado el derecho a tener una opini¨®n¡±. El 17 dice: ¡°Cuando has experimentado dolor, acu¨¦rdate de ese momento para reflexionar¡±.
Muchas ma?anas, antes de ir a la oficina, dedica un rato a hacer meditaci¨®n trascendental, una afici¨®n que le viene de un viaje que hicieron los Beatles a India. Una vez a la semana re¨²ne a sus gestores en una cita bautizada como ¡°?qu¨¦ est¨¢ pasando en el mundo?¡±. A Dalio le gusta fomentar el debate entre su equipo y no le duelen prendas en echar la bronca en p¨²blico si cree que alguien est¨¢ equivocado. Su obsesi¨®n es derribar los egos individuales y uno de sus libros de cabecera es Los errores de Einstein. Las equivocaciones humanas de un genio. En Bridgewater hay dos reglas de oro. La primera es que no se puede hablar de un compa?ero si no est¨¢ delante. La segunda es que todas las conversaciones se graban con un prop¨®sito de transparencia y aleccionamiento.
En su empresa todas las conversaciones se graban y no se puede hablar de un compa?ero si no est¨¢ delante
La plantilla de la gestora supera las mil personas. Harvard y Princeton son los principales viveros donde se alimenta el departamento de recursos humanos. El 25% de los empleados es despedido o se marcha en los dos primeros a?os. La filosof¨ªa de Dalio ha creado un ambiente de trabajo que recibe tantas cr¨ªticas como aplausos. La revista AR, que cubre informaci¨®n de fondos, citaba a un extrabajador de Bridgewater. ¡°La compa?¨ªa es una especie de culto. Est¨¢ aislada, tiene un l¨ªder carism¨¢tico y se rige por su propio dogma¡±. Su fundador se defiende y dice que es precisamente esta filosof¨ªa la que permite a la gestora ganar dinero para sus clientes. En octubre pasado Dalio particip¨® en el show televisivo de Charlie Rose: ¡°Somos lo opuesto a un culto. Nuestro principio n¨²mero uno es ¡®no creas en nada, piensa por ti mismo¡¯. A partir de ah¨ª iniciamos un proceso juntos para identificar la verdad. Es un sistema de creencias¡±.
Casado con B¨¢rbara hace 34 a?os tiene cuatro hijos. Reparte su tiempo entre su vivienda en Connecticut y su piso de fin de semana en el Greenwich Village neoyorquino. Dentro de la jerga de los hedge funds Dalio es un inversor ¡°macro¡±, es decir, sus apuestas se basan en tendencias econ¨®micas como la evoluci¨®n de los tipos de inter¨¦s, la inflaci¨®n o el PIB. Su estrategia de inversi¨®n tiene dos pilares. El primero es la diversificaci¨®n: en sus tres fondos tiene exposici¨®n a m¨¢s de cien activos financieros de todo el mundo. La otra idea fuerza es la cobertura de riesgos y para ello juega con activos relacionados: si se pone largo (compra) sobre el platino se pondr¨¢ corto (vende) plata.
En los ¨²ltimos 20 a?os ha hecho ganar 50.000 millones a sus clientes
Fue uno de los primeros en advertir de la burbuja de las hipotecas basura en EE UU. Incluso se puso en contacto con los asesores econ¨®micos de la Administraci¨®n de Bush para avisarles de la que se avecinaba. Sus cartas a clientes son muy seguidas. En julio de 2007 escrib¨ªa sobre ¡°el pr¨¦stamo sin sentido¡± que se hab¨ªa generado en EE UU. Meses despu¨¦s el mercado de las subprime se congel¨®. ¡°Este es el escenario que hab¨ªamos previsto. Se va a extender al resto del sistema con la velocidad de un hurac¨¢n¡±. El acierto de sus an¨¢lisis ha hecho posible que su gestora haya logrado rentabilidades positivas desde que estall¨® la crisis. En 2011, por ejemplo, Bridgewater rent¨® un 23% en un a?o en el que la industria de los hedge perdi¨® un 5% de media.
La gestora esquiv¨® la crisis el pasado ejercicio apostando por la deuda p¨²blica de EE UU, los bonos alemanes y el yen, seg¨²n explica The New York Times citando a fuentes cercanas a la compa?¨ªa. En 2012 Dalio es optimista con la evoluci¨®n del oro como una cobertura contra la inflaci¨®n. Cree que los bancos centrales imprimir¨¢n a¨²n m¨¢s dinero para reducir la carga de su deuda. Adem¨¢s, prev¨¦ apostar contra el d¨®lar australiano y diferentes divisas de pa¨ªses emergentes. Esta estrella de la gesti¨®n es especialmente pesimista con la situaci¨®n de Europa. Un reportaje de Bloomberg recoge sus reflexiones sobre este punto: ¡°Me preocupa que sean capaces de resolver sus problemas. Pa¨ªses deudores desarrollados como Grecia, Espa?a e Italia, que no pueden imprimir dinero para hacer m¨¢s llevadero el pago de sus compromisos y compensar el lento crecimiento del cr¨¦dito, tendr¨¢n una d¨¦cada de depresi¨®n¡±.
Dalio, siguiendo la doctrina de Warrent Buffett y Bill Gates, prev¨¦ donar parte de su fortuna. No pide disculpas ni por su dinero ni por su profesi¨®n, que muchos califican de especulaci¨®n. Entiende el mercado como un sistema con sus propias reglas donde hay recompensa o castigo seg¨²n se comporten los inversores de acuerdo con esas reglas. ¡°La Bolsa es un juego de suma cero. Para ganar m¨¢s que la media tienes que coger el dinero de aquellos que se equivocan¡±. Puro darwinismo.
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