Formaci¨®n e intermediaci¨®n laboral
Poco cabe esperar de la reforma si el modo de organizar la formaci¨®n no cambia
La nueva reforma laboral pretende tener en la formaci¨®n uno de sus pilares. Habla de un nuevo derecho individual a la formaci¨®n, impulsa con bonificaciones el contrato de formaci¨®n y aprendizaje y crea nuevas facilidades para que los ocupados se formen. Sin embargo, se trata de un planteamiento con serias limitaciones: el nuevo derecho es algo fiado a normas por escribir, casi todo el ¨¦nfasis recae en la formaci¨®n de ocupados cuando el desaf¨ªo mayor es la formaci¨®n de parados y, sobre todo, no se integra la formaci¨®n dentro de la intermediaci¨®n laboral.
La formaci¨®n tiene un marco que funciona bien: los servicios p¨²blicos de empleo realizan de forma regular convocatorias, adjudican programas de formaci¨®n y hacen el control de legalidad
La formaci¨®n tiene un marco que funciona bien dentro de la estructura institucional existente. Los servicios p¨²blicos de empleo realizan de forma regular convocatorias de programas de formaci¨®n, los adjudican y hacen el control de legalidad. En este marco, el ¨¦xito significa tener un men¨² m¨¢s amplio de cursos, con lo que la unidad de gesti¨®n es el programa, cuando deber¨ªa ser el parado. Hacer del parado la unidad de gesti¨®n solo puede conseguirse con una formaci¨®n imbricada en la gesti¨®n individualizada de la intermediaci¨®n laboral p¨²blica. Debe ser el orientador quien analice el abanico de cursos existente y le d¨¦ opciones coherentes al parado, un itinerario l¨®gico en busca de la reinserci¨®n laboral. Para ello, los orientadores deben ser ¨ªntimos conocedores de las econom¨ªas locales y deben mantener un contacto directo con los empresarios locales para ofrecerles un servicio de intermediaci¨®n de calidad. Y los cursos deben renovarse en funci¨®n no solo del control de legalidad, sino tambi¨¦n del resultado de verdaderas evaluaciones (con grupo de control), las cuales siguen siendo verdaderas rarezas en Espa?a.
Bien est¨¢ que haya nuevas entidades que puedan sumarse al sistema de formaci¨®n trayendo concepciones diferentes. No es malo que la formaci¨®n se convierta en un derecho individual. Pero poco cabe esperar de las novedades de la reforma si el modo de organizar la formaci¨®n no cambia en el sentido descrito, profundizando en tendencias de cambio ya existentes en los servicios p¨²blicos de empleo auton¨®micos y que pueden peligrar en medio de los fuertes ajustes presupuestarios de las comunidades aut¨®nomas. La evidencia muestra que las bonificaciones generalizadas a la contrataci¨®n (como las de la presente reforma) son en gran medida peso muerto. Esos recursos (y a¨²n m¨¢s en tiempos de ajuste presupuestario) estar¨ªan mucho mejor empleados en la transformaci¨®n de la formaci¨®n como parte de una intermediaci¨®n laboral individualizada.
Miguel ?ngel Malo es profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Salamanca
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