Moratoria de austeridad
Un pa¨ªs como Espa?a que va a generar 630.000 parados m¨¢s durante 2012 (con el coste correspondiente en el seguro de desempleo), que va disminuir su producci¨®n en el 1,7%, y que observar¨¢, impotente, como caer¨¢ su demanda nacional casi un 5% haga lo que haga el Gobierno ¡ªpues este ha dicho que sus reformas son a medio plazo y que las medidas tomadas y por tomar no tendr¨¢n efecto en este ejercicio¡ª se ha comprometido, por exigencias externas, a bajar al mismo tiempo su d¨¦ficit p¨²blico en unos porcentajes ag¨®nicos para el bienestar y la protecci¨®n social de su poblaci¨®n.
Ello parece ir contra el sentido com¨²n y contra la experiencia de lo practicado cuando los ciclos econ¨®micos est¨¢n en su parte m¨¢s baja. Si la reducci¨®n del d¨¦ficit se queda definitivamente en lo que pretende Rajoy (pasar del 8,5% al 5,8% del PIB), el ajuste costar¨¢ unos 27.000 millones de euros; si quienes vencen en el pulso son los halcones de Merkel, el sacrificio ser¨¢ de m¨¢s de 40.000 millones.
Para contextualizar el grado de esfuerzo de las finanzas p¨²blicas espa?olas en una u otra versi¨®n, recu¨¦rdese que el Gobierno acaba de aprobar un l¨ªmite de lo que puede gastar dentro de los Presupuestos Generales del Estado de 2012 de 118.000 millones de euros.
En una recesi¨®n como la que padece Espa?a, con la cifra de parados m¨¢s grande de su historia, de los cuales el 40% son de larga duraci¨®n, con 1,7 millones de desempleados que ya no ven entrar en sus hogares ning¨²n tipo de ingreso p¨²blico, con el 50% de sus j¨®venes menores de 25 a?os sin expectativa alguna de futuro, reducir el d¨¦ficit de modo compulsivo, como se pretende, es contraproducente adem¨¢s de acelerar las tensiones sociales.
El desempleo ha llegado en febrero, en la eurozona, a su nivel m¨¢s elevado en los ¨²ltimos 15 a?os
El intelectual franc¨¦s Alain Minc declaraba hace unos d¨ªas (Babelia, 25 de febrero): ¡°Los economistas jam¨¢s ser¨¢n sabios. Ellos son expertos que la opini¨®n p¨²blica quiere abusivamente transformar en profetas. Pero son expertos que carecen de un pensamiento global sobre la sociedad¡±. Es discutible la generalizaci¨®n, pero la pol¨ªtica econ¨®mica que se pretende perpetrar en una Europa en la que, seg¨²n los ¨²ltimos datos de Eurostat, el paro ha llegado en febrero a su nivel m¨¢s alto de los ¨²ltimos 15 a?os, da la raz¨®n a Minc: la econom¨ªa y la sociedad caminan por rutas diferentes.
Una idea-fuerza com¨²n basada exclusivamente en la austeridad, sean cuales sean las condiciones macroecon¨®micas y sociales de cada uno de los pa¨ªses de la eurozona, adem¨¢s de violentar el segundo concepto incluido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, olvida las lecciones de la historia econ¨®mica m¨¢s reciente y de lo que se est¨¢ haciendo para salir de la crisis en EE UU y otras zonas del mundo. Por otra parte, se siga la ruta trazada por Rajoy o la de Bruselas, la operaci¨®n de consolidaci¨®n fiscal tiene una estaci¨®n t¨¦rmino calificada de ¡°sagrada¡± por unos y otros: para 2013 el objetivo de d¨¦ficit p¨²blico ser¨¢ del 3% del PIB. Nueva vuelta de tuerca.
Dado que Espa?a est¨¢ integrada en la disciplina del euro y que, por consiguiente, sufre en su cuerpo social la existencia de una ¡°camisa de fuerza dorada¡± (Thomas Friedman) en forma de una limitaci¨®n exterior a su pol¨ªtica econ¨®mica, lo l¨®gico hubiera sido que en esta coyuntura tan mala el d¨¦ficit p¨²blico no se hubiera movido. Una moratoria de austeridad. Como el Gobierno de Rajoy en sus medidas de choque ya ha hecho el gasto pol¨ªtico de ajustar la econom¨ªa (mediante un aumento a la sueca de los impuestos directos y una reducci¨®n de gasto p¨²blico) en 1,5 puntos del PIB, la propuesta m¨¢s sensata hubiera sido dejar el d¨¦ficit donde est¨¢, en el 7% del PIB, sin nuevas tandas de sacrificios adicionales.
?Lo hubieran permitido en Bruselas? Seguramente, no. ?Hubiera tenido todav¨ªa m¨¢s efecto en la prima de riesgo? Quiz¨¢, s¨ª. Pero al menos se hubieran puesto las bases para un debate p¨²blico sobre el grado y el ritmo del ajuste, y sobre las preferencias de los ciudadanos en el tipo del mismo. Algo que hasta ahora solo ha pertenecido al territorio de los economistas que se autodenominan a s¨ª mismos ilustrados. Esos a los que se refer¨ªa Alain Minc.
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