Feliciano Fuster, reorganizador del sector el¨¦ctrico
Transform¨® el mapa empresarial en los 13 a?os que presidi¨® Endesa
Feliciano Fuster dio su vida, apagada ayer lunes a los 87 a?os, al (o por el) sector el¨¦ctrico y la empresa p¨²blica, de los que fue uno de los grandes renovadores. Empez¨® durante el franquismo como presidente de la empresa balear Gesa, a la que lleg¨® tras destacarse como gestor del agua y residuos en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca y, tras acceder los socialistas al poder en 1982, fue el encargado de ejecutar la reconversi¨®n del sector el¨¦ctrico como presidente del grupo Endesa.
En ese cargo estuvo entre 1984 y 1997 y se convirti¨® casi en una instituci¨®n. Los cambios sucedidos durante esos a?os no se entienden sin su presencia. Todas las actuaciones le tienen como elemento com¨²n: los intercambios de activos entre las el¨¦ctricas tras el par¨®n nuclear decretados por el Gobierno; el proceso de concentraci¨®n en torno a Endesa con la adquisici¨®n de varias compa?¨ªas, la salida a Bolsa del grupo, la expansi¨®n internacional (sobre todo a Latinoam¨¦rica), la formaci¨®n de n¨²cleos duros de accionistas para competir en telecomunicaciones, e, incluso, la fusi¨®n entre Hidrola e Iberduero en Iberdrola como respuesta a las afrentas de Endesa.
Todo pas¨® por las manos de este balear nacido en la localidad mallorquina de Santa Margalida en 1924. Se hizo ingeniero industrial con premio extraordinario y entr¨® en el cuerpo de ingenieros del Ministerio de Industria en 1955. Siempre estuvo en el sector p¨²blico y, adem¨¢s de presidir Gesa y Endesa, fue directivo en Iberia y Agbar. No milit¨® en ning¨²n partido y rechaz¨® ser candidato del PSOE ¡ªal que, como librepensador, era m¨¢s cercano¡ª a la alcald¨ªa de Palma. Le gustaba m¨¢s ser un verso suelto y servir a la autoridad en lo que fuera menester.
Soltero empedernido, era un enamorado de su tierra, a la que acud¨ªa pr¨¢cticamente todos los fines de semana que no se lo imped¨ªa su actividad, a veces fren¨¦tica. En Baleares se expand¨ªa y se puede pensar que era all¨ª, alejado de los despachos, donde maduraba sus ideas. Era un apasionado de la navegaci¨®n y estuvo al tim¨®n hasta casi el final como presidente del Consejo Social de la Universidad de las Islas Baleares, puesto que ya hab¨ªa ostentado y del que le relev¨® el Gobierno aut¨®nomo del PP en 2011 por segunda vez.
Carlos Solchaga, a la saz¨®n ministro de Industria, encontr¨® en ¨¦l la mejor baza para llevar a cabo los cambios necesarios que ten¨ªa previstos. Y, entre otras medidas, le encarg¨® algo que a Fuster le entusiasm¨®: aglutinar activos en torno a Endesa (entonces limitada a la producci¨®n) y crear un gran grupo integral para su posterior salida a Bolsa. Eso supuso que Fuster, en conexi¨®n con el antiguo Instituto Nacional de Industria (INI), se esmerara en tejer una estrategia devastadora para los intereses de las compa?¨ªas privadas, que trataron de frenar los impulsos del balear. Pero Fuster se mov¨ªa tan deprisa que cuando sus competidores privados empezaban a reaccionar, ¨¦l ya estaba a distancia dispuesto para la lucha.
Fuster, que era un hombre agradable, se gan¨® fama de fiero ejecutivo. Le gustaba mandar y dif¨ªcilmente delegaba, lo que muchas veces le gener¨® problemas con su equipo y con sus superiores. As¨ª, con firmeza y sin pausa, se hizo con El¨¦ctricas Reunidas de Zaragoza (ERZ). Despu¨¦s, tras la crisis de la catalana Fecsa, se fue quedando con su capital hasta lanzar la definitiva opa. Paralelamente, compr¨® Hidru?a. Endesa se hac¨ªa con el mercado catal¨¢n, donde ya controlaba Enher. Por el norte adquiri¨® Viesgo y Saltos del Nansa al Banco Santander.
Y, como colof¨®n, desembarc¨® en Sevillana provocando un terremoto en el sector acostumbrado al mando oligarca que hab¨ªa dirigido el patriarca Jos¨¦ Mar¨ªa de Oriol, con el que Fuster tuvo buenas relaciones. Tambi¨¦n las tuvo, pese a los enfrentamientos pol¨ªticos, con su hijo ??igo y con Manuel G¨®mez de Pablos, presidente de Iberduero. Pero su presencia en medio de tanta nobleza el¨¦ctrica no era bien vista, aunque se mantuvieran las apariencias. A estas alturas se puede decir que siempre gan¨®. Hasta que en 1997, con el PP en el Gobierno, fue sustituido por Rodolfo Mart¨ªn Villa.
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