Los de la ¡®Champions¡¯ y los dem¨¢s
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A pesar de la competencia china, la burbuja, la crisis, la p¨¦rdida de competitividad y las restricciones financieras, la cuota espa?ola en las exportaciones mundiales se ha mantenido asombrosamente estable en los ¨²ltimos 10 a?os. Mientras la cuota de pa¨ªses como EE UU o Reino Unido se derrumbaba en un 30%, la de Espa?a resist¨ªa a los BRIC de forma que al final de la d¨¦cada estaba al mismo nivel del principio.
Como ha observado el economista Pol ?ntras, nuestra econom¨ªa funciona como nuestra Liga de f¨²tbol: hay muchos equipos en apuros, sobreendeudados, al borde de la desaparici¨®n. Pero nuestro f¨²tbol internacional no est¨¢ en crisis; al contrario: nuestra cuota de t¨ªtulos internacionales sigue aumentando. Como en el f¨²tbol, en Espa?a hay un n¨²cleo reducido de grandes empresas que consigue mantener su cuota de mercado en el extranjero contra viento y marea, mientras que el resto de las empresas, las que participan de la econom¨ªa nacional, est¨¢n extenuadas, al borde del abismo.
En definitiva, tenemos un sistema productivo dual en el que existe un n¨²mero muy elevado de peque?as empresas y un n¨²mero reducido de multinacionales muy potentes, capaces de seguir exportando. Desgraciadamente, falta el t¨¦rmino medio. Comparado con otros pa¨ªses de nuestro entorno, no tenemos suficientes empresas medianas capaces de competir en los mercados internacionales.
Esta distribuci¨®n del tama?o de las empresas es sorprendente, dado nuestro nivel de desarrollo, y similar al de los pa¨ªses en desarrollo, que normalmente presentan una acusada dualidad: un vibrante segmento de vendedores ambulantes, tiendas peque?as, trabajadores informales, muchos de ellos en la econom¨ªa sumergida, y un sector internacional de empresas exportadoras capaces de competir en los mercados.
Esta extra?a composici¨®n del tejido productivo importa, y mucho. Un an¨¢lisis reciente de Rafael Domenech, del servicio de estudios del BBVA, muestra que, a igual tama?o de empresa, las empresas espa?olas son igual de productivas que las estadounidenses. Es decir, que una empresa espa?ola peque?a es igual de productiva que una extranjera. Una empresa mediana tambi¨¦n es igual de productiva, comparada con otra mediana extranjera. Y lo mismo para las grandes. La diferencia viene de la composici¨®n de tama?os: tenemos muchas m¨¢s empresas peque?as que EE UU o Alemania, y muchas menos medianas y grandes. Mientras que en EE UU menos del 15% del empleo est¨¢ concentrado en empresas de menos de 20 trabajadores, en Espa?a, el 27% est¨¢ en esta categor¨ªa. De la muestra utilizada por el BBVA, solo los sospechosos habituales ¡ªPortugal, Italia y Grecia¡ª est¨¢n peor que Espa?a.
Hay que hacer lo posible para que las peque?as y medianas empresas m¨¢s productivas no tengan barreras para crecer
No podemos abordar este problema sin entender el efecto de la regulaci¨®n de los mercados de producto y de trabajo en las empresas de distintos tama?os. Hablando en plata, la justicia y la regulaci¨®n no afectan igual a las empresas peque?as y a las grandes.
En un pa¨ªs con un sistema regulatorio kafkiano, en el que conseguir una licencia o permiso para cualquier cosa lleva meses, las grandes empresas tienen gabinetes jur¨ªdicos expertos en encontrar huecos en las reglas y evitar las m¨¢s perjudiciales, o incluso, en convencer al regulador para cambiar las m¨¢s da?inas para sus intereses. Una empresa peque?a e informal, a menudo, simplemente, ignora las reglas, operando a veces al margen de la ley (facturas en negro, etc¨¦tera). Una empresa mediana legal no puede ni ignorar las reglas ni encontrar la forma m¨¢s eficiente de cumplirlas.
Un ejemplo de esta diferencia lo podemos ver en el comportamiento de las exportaciones espa?olas. Pol ?ntras, en un an¨¢lisis reciente, muestra que las pymes sufrieron entre 2000 y 2008 incrementos de sus costes laborales unitarios acumulados de alrededor del 70%. Este incremento afect¨® igual a las exportadoras y a las no exportadoras. Por el contrario, las grandes empresas no exportadoras vieron incrementos de costes laborales unitarios de alrededor del 25%, mientras las grandes exportadoras experimentaron subidas acumulativas de un 20%. Es decir, si uno tiene un gabinete laboral especializado en gestionar el convenio y los contratos, puede evitar las peores consecuencias de estos.
En definitiva, el complej¨ªsimo y arbitrario ordenamiento jur¨ªdico crea una serie de barreras, salvables solo por los m¨¢s decididos y afortunados, para el crecimiento de las peque?as empresas. La legislaci¨®n de convenios colectivos, la de despidos, las licencias, etc¨¦tera, o bien no se aplican para las peque?as o se ignoran. Al atravesar las diferentes barreras de tama?o, estas normas empiezan a dificultar el crecimiento, hasta que ahogan a la empresa atrevida que lo intenta.
Este efecto disuasorio de la regulaci¨®n lo hemos mostrado en un trabajo reciente realizado con dos compa?eros de la London School of Economics, John Van Reenen y Claire Lelarge, para el caso de Francia. En Francia, cuando las empresas alcanzan los 50 trabajadores, no tienen m¨¢s remedio que cambiar radicalmente la forma en que hacen los despidos colectivos. Pues bien, encontramos que, como cabr¨ªa esperar, hay muchas empresas que no pasan de la barrera de los 49: las estad¨ªsticas muestran una monta?a desproporcionada de empresas en 47, 48 y 49 trabajadores, y un desplome del n¨²mero de empresas de 50, 51, etc¨¦tera.
Como hemos argumentado con anterioridad en este espacio, la nueva reforma laboral est¨¢ dise?ada en gran parte para evitar un descalabro de la gran empresa espa?ola, y con suerte lo podr¨¢ evitar. Pero las normas para, por ejemplo, no aplicar el convenio colectivo (art¨ªculo 2.3) crean un procedimiento endemoniado que ser¨¢ de poca ayuda a las pymes.
La gran ayuda para las peque?as empresas contenida en la reforma es el contrato indefinido de apoyo a los emprendedores, que permite la contrataci¨®n a jornada completa con un periodo de prueba de un a?o y afecta precisamente a las empresas de menos de 50 trabajadores. Basado en el an¨¢lisis que hemos realizado del caso franc¨¦s, este contrato crear¨¢ un importante efecto umbral en 50 y dificultar¨¢ el crecimiento de las empresas m¨¢s all¨¢ de ese n¨²mero.
Par evitar la distorsi¨®n, veo dos alternativas. La primera, generalizar el contrato a todas las empresas. La segunda, propuesta por el economista Javier Andr¨¦s, cambiar de un umbral por tama?o a uno temporal, de forma que el contrato sea aplicable a todas las empresas, por ejemplo, en sus primeros cinco a?os de vida.
El objetivo prioritario de las reformas debe ser que la econom¨ªa cree empleo y que incrementemos la productividad, para poder hacer frente a nuestros muchos compromisos futuros. Este objetivo pasa por hacer todo lo posible para que las m¨¢s productivas de nuestras peque?as y medianas empresas no tengan barreras para crecer.
Luis Garicano es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Estrategia en la London School of Economics y director de la c¨¢tedra McKinsey de FEDEA.
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