?Por qu¨¦ la austeridad no funciona?
Rajoy no lograr¨¢ sacar a Espa?a de la crisis si no restituye el flujo de cr¨¦dito Nos esperan a?os de recortes fiscales y recesi¨®n
En las ¨²ltimas semanas hemos conocido los detalles de los Presupuestos del PP para Espa?a, y tambi¨¦n nuevas previsiones de crecimiento a la baja y datos de paro al alza. Nos hemos embarcado en el ajuste presupuestario m¨¢s grande de nuestra historia y, sin embargo, no vemos la luz al final del t¨²nel. La prima de riesgo se ha vuelto a disparar y los mercados no terminan de ver claro que tengamos capacidad de hacer frente a nuestras deudas. Ante esta situaci¨®n, la gente se pregunta por qu¨¦ no est¨¢ funcionando la austeridad. Y los economistas no son capaces de responder con facilidad. Hay opiniones para todos los gustos y el debate contin¨²a cada d¨ªa porque estamos ante la cuesti¨®n econ¨®mica m¨¢s importante de las ¨²ltimas d¨¦cadas: ?son los ajustes fiscales malos o buenos para la actividad econ¨®mica y el empleo? Lejos de las trincheras de cada bando, voy a intentar responder a esta cuesti¨®n.
Miremos primero los manuales. La teor¨ªa econ¨®mica cl¨¢sica predice que reducir el d¨¦ficit en ¨¦poca de crisis ahonda m¨¢s la recesi¨®n. Cuando la actividad est¨¢ parada, el ¨²nico agente econ¨®mico capaz de mantener el nivel de demanda es el Estado. Por eso John M. Keynes le recomend¨® a Roosevelt lanzar el new deal en los a?os treinta: el objetivo era que el Estado se endeudase, aumentara su actividad y de forma derivada creciera el consumo, se recuperara la econom¨ªa y volviera el empleo. Aunque enunciada hace 75 a?os, esta es b¨¢sicamente la misma tesis que defiende el premio Nobel de Econom¨ªa Krugman en estas mismas p¨¢ginas desde el principio de la crisis.
Pero si las cosas est¨¢n tan claras y parece que los EE UU de Obama se han tomado los ajustes fiscales con m¨¢s tranquilidad, ?por qu¨¦ la Europa de Merkel y Sarkozy se ha empe?ado en mantener un calendario tan exigente de reducci¨®n de d¨¦ficits? Pues porque hay una teor¨ªa alternativa que predice que los ajustes fiscales pueden tener efectos expansivos (no-keynesianos, como se conoce en el argot econ¨®mico). El razonamiento de sus defensores es el siguiente: cuando el d¨¦ficit y la deuda acumulada son muy altos, los ciudadanos y las empresas se dan cuenta de que tendr¨¢n que pagarlos con impuestos presentes y futuros; por eso, un plan de fuerte de reducci¨®n del d¨¦ficit que sea cre¨ªble a medio plazo (es decir, que recorte gastos estructurales como las transferencias sociales o los salarios p¨²blicos) les dar¨ªa una se?al muy importante de reducci¨®n de sus impuestos futuros que se traducir¨ªa en un aumento de sus planes de consumo e inversi¨®n. Seg¨²n esta l¨®gica, el efecto compensatorio de este aumento en la actividad del sector privado (efecto crowding-in) podr¨ªa compensar la ca¨ªda de la actividad del sector p¨²blico y terminar teniendo efectos netos positivos sobre el crecimiento econ¨®mico. Esa teor¨ªa fue popularizada en los a?os noventa por Alesina y sus disc¨ªpulos, sobre la base de trabajos desarrollados por Barro en los setenta, y, mucho antes, por David Ricardo a finales del siglo XIX.
La realidad es que todo el dise?o de la Uni¨®n Monetaria que se aprob¨® en el Tratado de Maastricht de 1991 y el Pacto de Estabilidad de 1997 descansa sobre este segundo bloque te¨®rico. Y el paquete fiscal impulsado por Merkel y aprobado en el ¨²ltimo Consejo Europeo es m¨¢s de lo mismo. Es decir, la visi¨®n de Ricardo y sus seguidores pesa m¨¢s que la de Keynes en la arquitectura econ¨®mica que nos dimos hace dos d¨¦cadas en Europa, pero el debate viene siendo muy intenso porque la evidencia hist¨®rica nos proporciona casos para apoyar tanto las tesis de Keynes como las de Ricardo. Por ejemplo, los ajustes fiscales recientes en Grecia, Portugal o Espa?a demuestran que Keynes llevaba raz¨®n y los recortes van a profundizar la crisis. Pero tambi¨¦n es verdad que las experiencias de Finlandia, Irlanda o Suecia en los noventa ense?aron que Ricardo y sus seguidores tambi¨¦n apuntaban en la buena direcci¨®n, porque los ajustes facilitaron la recuperaci¨®n.
Entonces, ?con qui¨¦n nos quedamos? ?Con Keynes o con Ricardo? Pues depende. Depende de tres factores que normalmente no se citan en las tertulias y que los pol¨ªticos olvidan tambi¨¦n a menudo. Esos tres factores son: el tama?o acumulado de la deuda p¨²blica, el grado de acceso a la financiaci¨®n por parte del sector privado y las expectativas sobre el modelo de crecimiento futuro. En el caso de Espa?a, el primero no es un factor muy importante, pero los dos segundos son cruciales. Es decir, a los consumidores e inversores no les est¨¢ asustando el nivel de impuestos futuros que tendr¨¢n que pagar en Espa?a como consecuencia del actual nivel de d¨¦ficit deuda, sino la falta de acceso a cr¨¦dito para consumir e invertir y la ausencia de una idea clara del modelo econ¨®mico hacia el que queremos ir como pa¨ªs.
Sabemos que Rajoy basa toda su estrategia econ¨®mica en recuperar la confianza a base de recortes y por esa v¨ªa sacarnos de la crisis. Y, sin embargo, tambi¨¦n sabemos que no lo lograr¨¢ si no es capaz de restituir el flujo de cr¨¦dito, porque aunque los consumidores y los inversores volvieran a estar muy confiados con el futuro y quisieran gastar e invertir, no encontrar¨ªan el dinero con el que hacerlo. Esa es la raz¨®n por la que creo que el debate pol¨ªtico deber¨ªa centrarse casi m¨¢s en la reforma financiera que en la batalla presupuestaria. El PP har¨ªa bien en apretar el acelerador ah¨ª, aunque le sea inc¨®modo lidiar con la situaci¨®n de Bankia; y el PSOE probablemente acertar¨¢ si hace una propuesta valiente al Gobierno en ese terreno, a cambio de un consenso en sanidad y educaci¨®n.
En todo caso, creo que ninguna de las reformas que de momento plantea el PP servir¨¢ de mucho si los ciudadanos y las empresas no logran vislumbrar un proyecto econ¨®mico de pa¨ªs n¨ªtido y solvente a medio plazo. Nadie recupera la confianza de la noche a la ma?ana si no logra entender cu¨¢les van a ser los sectores productivos del futuro y qu¨¦ tipo de productos va a generar y exportar nuestro pa¨ªs, despu¨¦s del fracaso del modelo basado en el ladrillo. Esa es la gran cuesti¨®n pol¨ªtica que est¨¢ encima de la mesa y sobre la que deber¨ªa centrarse el debate en Espa?a. Y tambi¨¦n es la gran cuesti¨®n en Europa, que titubea sobre c¨®mo enfrentarse de verdad a los problemas de competitividad que tiene con respecto a las econom¨ªas emergentes.
En definitiva, la austeridad no funcionar¨¢ mientras no vuelva a funcionar el sistema financiero y mientras nuestro Gobierno no dibuje una estrategia econ¨®mica clara e ilusionante de futuro. Tal y como vamos, nos esperan a?os de recortes fiscales y de recesi¨®n. Pero si logramos cambiar de enfoque a tiempo, ralentizamos el ritmo de reducci¨®n del d¨¦ficit, reestructuramos r¨¢pido nuestros bancos, animamos al Banco Central Europeo a que siga interviniendo en los mercados y apostamos por una pol¨ªtica industrial activa que impulse nuevos sectores, entonces la econom¨ªa se recuperar¨¢. En realidad, Keynes y Ricardo no estaban tan enfrentados en sus razonamientos econ¨®micos como el debate pol¨ªtico posterior ha dejado ver, y creo que ambos habr¨ªan convenido en integrar sus postulados para ofrecer un paquete m¨¢s completo de salida de la crisis. Ojal¨¢ estuvieran ambos vivos y pudieran asesorar a los l¨ªderes europeos, pero, como no es as¨ª, podemos pedirles que relean sus obras y repiensen sus dogmas.
Carlos Mulas-Granados es profesor de Econom¨ªa de la UCM y director de la Fundaci¨®n Ideas.
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