Despu¨¦s de la austeridad
Las medidas antiincendios no funcionar¨¢n si se tira combustible sobre las llamas
La reuni¨®n anual del Fondo Monetario Internacional dej¨® claro este a?o que Europa y la comunidad internacional contin¨²an sin tim¨®n en funci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica. Los l¨ªderes financieros, desde los ministros de Econom¨ªa y Finanzas hasta los l¨ªderes de instituciones financieras privadas, repitieron el mantra actual: los pa¨ªses en crisis deben poner en orden sus asuntos, reducir sus d¨¦ficits y deudas p¨²blicas, adoptar reformas estructurales y promover el crecimiento. La confianza, reiteraron numerosas veces, debe ser restaurada.
Ese tipo de pontificaci¨®n suena un tanto afectada cuando proviene de quienes, al mando de bancos centrales, ministerios de Hacienda y Finanzas y bancos privados llevaron al sistema financiero mundial al borde de la ruina y fueron art¨ªfices del desastre actual. Y lo que resulta a¨²n peor, poco se explica sobre c¨®mo lograr la cuadratura del c¨ªrculo. ?C¨®mo puede recuperarse la confianza mientras las econom¨ªas en crisis caen en recesi¨®n? ?C¨®mo puede revivirse el crecimiento cuando la austeridad probablemente signifique una mayor disminuci¨®n de la demanda agregada, lo que reducir¨¢ a¨²n m¨¢s la producci¨®n y el empleo?
A estas alturas, algo tendr¨ªa que resultar claro: los mercados no son estables por s¨ª mismos. No solo generan reiteradamente desestabilizadoras burbujas de activos; adem¨¢s, cuando la demanda se debilita, entran en juego fuerzas que exacerban la ca¨ªda. El desempleo y el miedo a su propagaci¨®n empujan los salarios, los ingresos y el consumo a la baja, y con ello a la demanda total. Las menores tasas de formaci¨®n de hogares ¡ªlos j¨®venes estadounidenses, por ejemplo, vuelven cada vez m¨¢s a vivir a casa de sus padres¡ª deprimen los precios de la vivienda, conduciendo a m¨¢s ejecuciones hipotecarias a¨²n. Los Estados con esquemas de presupuesto equilibrado se ven forzados a reducir el gasto a medida que caen los ingresos fiscales: un desestabilizador autom¨¢tico que Europa parece decidida a adoptar ciegamente.
Existen estrategias alternativas. Algunos pa¨ªses, como Alemania, tienen margen para maniobras fiscales. Aprovecharlo para invertir mejorar¨ªa el crecimiento de largo plazo, creando derrames positivos en el resto de Europa. Un principio reconocido desde hace mucho tiempo es que el aumento equilibrado de los impuestos y el gasto estimula la econom¨ªa; si el programa est¨¢ bien dise?ado (impuestos a los niveles m¨¢s altos combinados con gasto en educaci¨®n), el aumento en el PBI y el empleo puede ser significativo.
La ignorancia voluntaria de las lecciones del pasado por los l¨ªderes europeos es criminal
Europa en su conjunto no se encuentra en mala situaci¨®n fiscal; la relaci¨®n entre su deuda y el PIB se compara favorablemente con la de EE UU. Si cada Estado en EE UU fuese completamente responsable de su propio presupuesto, incluido el pago de todos los beneficios por desempleo, tambi¨¦n EE UU caer¨ªa en una crisis fiscal. La lecci¨®n es obvia: el todo es m¨¢s que la suma de sus partes. Si Europa ¡ªen especial el Banco Central Europeo¡ª pidiese prestado y otorgase cr¨¦ditos con lo obtenido, los costos de la deuda europea caer¨ªan, generando espacio para los tipos de gasto que promover¨ªan el crecimiento y el empleo.
Ya existen instituciones en Europa, como el Banco Europeo de Inversiones, que podr¨ªan ayudar a financiar las inversiones necesarias en las econom¨ªas sedientas de liquidez. El BEI deber¨ªa ampliar sus cr¨¦ditos. Es necesaria una mayor disponibilidad de fondos para apoyar a las peque?as y medianas empresas ¡ªla principal fuente de empleo en todas las econom¨ªas¡ª, que son particularmente importantes, dado que la contracci¨®n bancaria las golpea especialmente fuerte.
El obstinado ¨¦nfasis que pone Europa en la austeridad es resultado de un mal diagn¨®stico de sus problemas. Grecia gast¨® de m¨¢s, pero Espa?a e Irlanda ten¨ªan super¨¢vits fiscales y bajos ¨ªndices de deuda respecto de sus PIB. Dar conferencias sobre prudencia fiscal no tiene sentido. Tomarse las conferencias en serio ¡ªincluso, adoptar esquemas presupuestarios restrictivos¡ª puede ser contraproducente. Sin importar si los problemas europeos son coyunturales o estructurales ¡ªla zona del euro, por ejemplo, dista de ser una zona monetaria ¨®ptima, y la competencia fiscal en una zona de libre comercio y migraci¨®n puede erosionar una situaci¨®n viable¡ª, la austeridad solo empeorar¨¢ las cosas.
Si el euro sobrevive, lo har¨¢ al precio de alto desempleo y enorme sufrimiento
Las consecuencias de la fiebre europea por la austeridad ser¨¢n de largo plazo y probablemente graves. Si el euro sobrevive, lo har¨¢ al precio de alto desempleo y enorme sufrimiento, particularmente en los pa¨ªses en crisis. Y la propia crisis casi seguramente se extender¨¢. Las medidas antiincendios no funcionar¨¢n si simult¨¢neamente se tira combustible sobre las llamas, una tarea con la que Europa parece comprometida. No hay ejemplos de grandes econom¨ªas ¡ªy Europa es la mayor en el mundo¡ª que se hayan recuperado con austeridad.
Como resultado, el activo m¨¢s valioso de la sociedad, su capital humano, est¨¢ siendo desperdiciado, e incluso, destruido. Los j¨®venes a quienes se les priva de un empleo digno ¡ªel desempleo juvenil en algunos pa¨ªses se acerca o sobrepasa al 50% y es inaceptablemente elevado desde 2008¡ª se alienan. Cuando eventualmente encuentren empleo, lo har¨¢n con salarios mucho menores. Normalmente, la juventud es un periodo de construcci¨®n de habilidades, pero se ha convertido en una ¨¦poca durante la cual se atrofian.
Hay tantas econom¨ªas vulnerables a desastres naturales ¡ªterremotos, inundaciones, tifones, huracanes, tsunamis¡ª, que agregar desastres de manufactura humana resulta a¨²n m¨¢s tr¨¢gico. Pero Europa lo est¨¢ haciendo. De hecho, la ignorancia voluntaria de las lecciones del pasado por sus l¨ªderes es criminal.
El dolor que sufre Europa, especialmente el de sus pobres y j¨®venes, es innecesario. Afortunadamente, existe una alternativa. Pero las demoras para aprovecharla ser¨¢n muy costosas, y Europa se est¨¢ quedando sin tiempo.?
Joseph E. Stiglitz es catedr¨¢tico de la Universidad de Columbia y premio Nobel de Econom¨ªa 2001.
(c) Project Syndicate, 2012.
Traducido al espa?ol por Leopoldo Gurman.
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