A m¨ª, ?qui¨¦n me rescata?
Incre¨ªble falta de reflejos pol¨ªticos en los primeros momentos del rescate del presidente
La incre¨ªble falta de reflejos del presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, completamente ausente en los primeros momentos del rescate cuando m¨¢s pedagog¨ªa pol¨ªtica del mismo se requer¨ªa (la conferencia de prensa del ministro de Econom¨ªa, Luis de Guindos, fue de car¨¢cter t¨¦cnico), hizo que este s¨¢bado las principales intervenciones de los ciudadanos en las redes sociales y en las emisoras de radio se incendiasen con la cuesti¨®n de por qu¨¦ a m¨ª no me apoyan para salir del agujero, llenas de antipat¨ªa hacia las ayudas a la banca espa?ola ¡ªy de paso, a las ¨¦lites pol¨ªticas y econ¨®micas que las han propiciado¡ª, y con sensaciones de inequidad generalizadas. ?Qui¨¦n apaga este fuego?
Obama se encontrar¨¢ con aliados europeos en esa hoja de ruta que defiende inversiones en crecimiento y empleo a corto plazo
Y sin embargo, pese a su coste y a su impopularidad, el rescate al sistema financiero espa?ol puede ser una buena noticia si se acompa?a de otras medidas igual de significativas y se aprovecha la ocasi¨®n para que Europa entre en una nueva fase de reforzamiento del euro y de construcci¨®n pol¨ªtica. En el horizonte inmediato se entrev¨¦n dos cumbres de cuyo resultado depende bastante este futuro y la correcci¨®n (o no) de la desafecci¨®n ciudadana.
La primera, la reuni¨®n del G-20 en M¨¦xico, dentro de una semana. En ella, el presidente estadounidense, Barack Obama, batallar¨¢ por recuperar el esp¨ªritu de esa formaci¨®n G en los primeros momentos de la Gran Recesi¨®n: cuando el sentido com¨²n compartido por los principales pa¨ªses del mundo, sin excepci¨®n, dec¨ªa que el principal problema de la econom¨ªa mundial era la ausencia de crecimiento y para superarla se deb¨ªa sacrificar el resto de los desequilibrios.
Obama se encontrar¨¢ con algunos aliados europeos en esa hoja de ruta que defiende inversiones en crecimiento y empleo a corto plazo, mientras se mantiene la disciplina fiscal a largo plazo. El l¨ªder norteamericano ha llegado a la conclusi¨®n de que su reelecci¨®n como presidente depende casi ¨²nicamente de la recuperaci¨®n econ¨®mica de su pa¨ªs (est¨¢ creciendo a alrededor del 2% del PIB y tiene una tasa de paro superior al 8%) y ella, en el marco de referencia de la globalizaci¨®n, se vincula de forma directa a la salida europea de la crisis. Su frase lo refleja con exactitud: "Si hay menor demanda de nuestros productos en lugares como Par¨ªs o Madrid, eso significa menos negocio en lugares como Pittsburgh o Milwaukee".
Al G-20 se llega con noticias inquietantes en el terreno econ¨®mico. A pesar de que ya no se puede hablar de una crisis planetaria (el PIB mundial crecer¨¢ este a?o a un porcentaje del 4%), hay una recesi¨®n europea y un bajo crecimiento norteamericano. Y lo que es peor, en las ¨²ltimas dos semanas el panorama se ha ennegrecido: desaceleraci¨®n en EE UU, con una mala tasa de empleo, y de los principales pa¨ªses emergentes ¡ªsobre todo China, que ha reducido sus importaciones siendo el principal pa¨ªs comprador de muchos de los pa¨ªses medios¡ª; y datos a la baja en Europa, testificados por las previsiones del Banco Central Europeo, con crecimiento del desempleo. Un contexto real poco propicio para la recuperaci¨®n.
Inmediatamente despu¨¦s de M¨¦xico, los mandatarios de los cuatro pa¨ªses europeos presentes en el G-20 (Angela Merkel, Fran?ois Hollande, Mario Monti y Mariano Rajoy) se reunir¨¢n en Roma para preparar la segunda gran cumbre del mes: el consejo de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, que se celebrar¨¢ el d¨ªa 28, en el que se dilucidar¨¢ la tensi¨®n entre dos formas de ver la pol¨ªtica econ¨®mica del continente: la preeminencia de la austeridad alemana o del crecimiento franc¨¦s, y los aliados con que cada uno de ellos cuenta. Y no s¨®lo ello, sino si se avanza en lo que se denomina Maastricht 2.0, con pasos hacia la uni¨®n bancaria, la convergencia fiscal, la uni¨®n pol¨ªtica y la Europa federal, que conllevar¨¢n amplios espacios de soberan¨ªa compartida.
Rajoy no puede ausentarse de ese debate y ha de escoger. Los pasos dados para llevar un mensaje com¨²n a Europa de los dos principales partidos tienen que incorporar a las formaciones nacionalistas. Y sobre todo, no se ha de marginar a una ciudadan¨ªa estupefacta por el volumen de los problemas, liderada por nadie, en una coyuntura especialmente dif¨ªcil para sus intereses cotidianos y sin proyecto de futuro. Espa?a debe establecer su propia hoja de ruta, al margen de las exigencias comunitarias para rescatarnos.
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