Am¨¦rica Latina, en una encrucijada hist¨®rica
Latinoam¨¦rica tiene que mirar a Asia, donde est¨¢ su principal mercado de exportaciones
Am¨¦rica Latina tiene grandes oportunidades en una situaci¨®n que, como en la actual, conviven una crisis profunda y asim¨¦trica, una globalizaci¨®n sin precedentes y un cambio muy significativo en la distribuci¨®n de la renta, la riqueza y el poder econ¨®mico mundial.
No obstante, el aprovechamiento de las oportunidades que nos abre esta nueva coyuntura demanda un esfuerzo individual y coordinado de los pa¨ªses de la regi¨®n. En esos esfuerzos, la Comunidad Iberoamericana de Naciones debe asumir un papel renovado, como ponen en relieve las tendencias del comercio de las empresas ¡°multilatinas¡±.
Latinoam¨¦rica, y en particular Sudam¨¦rica, tiene que mirar a Asia, donde est¨¢ su principal mercado de exportaciones, pues es rica en las materias primas que Asia necesita. Pero tambi¨¦n debe integrar sus econom¨ªas en otros espacios para desarrollar las habilidades que el nuevo mundo va a exigir en un futuro pr¨®ximo. As¨ª pues, mientras el intercambio de Am¨¦rica Latina con Asia descansa en las materias primas, las relaciones de la regi¨®n con los pa¨ªses m¨¢s industrializados, Norteam¨¦rica y Europa, se basan en la productividad y, por tanto, en el conocimiento. Lo que pretendo en este art¨ªculo es explicar las razones por las cuales Am¨¦rica Latina tiene ventajas relativas en esta complicada encrucijada y esbozar los retos con que se enfrenta para aprovecharlas.
La globalizaci¨®n no es un fen¨®meno nuevo. La ¡°ruta de la seda¡± es un ejemplo antiguo de este fen¨®meno, pero lo particular de la globalizaci¨®n del siglo XXI es que la alienta una transformaci¨®n profunda de la tecnolog¨ªa, de los transportes y de las comunicaciones. Los j¨®venes de hoy son hijos de una ¨¦poca en la que se puede vivir en tiempo real cualquier acontecimiento que pase en el mundo. No solamente globalizamos las comunicaciones; tambi¨¦n globalizamos la econom¨ªa, las inversiones, las finanzas y la empresa. Cada vez m¨¢s, las empresas pierden su nacionalidad y se convierten en cadenas de valor: una parte del trabajo lo hacen en Brasil, otra la suman en Estados Unidos y una tercera la rematan en Jap¨®n.
Latinoam¨¦rica tiene que mirar a Asia, donde est¨¢ su principal mercado de exportaciones
La distribuci¨®n de la renta y la riqueza ha cambiado y tiene que seguir cambiando. Si al final del siglo XX el desarrollo se circunscrib¨ªa antes al norte ¡ªEstados Unidos, Europa y Jap¨®n¡ª, hoy vemos una irrupci¨®n formidable de las econom¨ªas emergentes, empezando por China: con 1.300 millones de habitantes. El mundo ten¨ªa que cambiar. Desde el siglo XV hasta la primera parte del XXI, menos del 15% de la poblaci¨®n mundial acaparaba el 85% de la riqueza mundial. En 2012, el 25% de la poblaci¨®n controla el 51% del PIB de la tierra. Por tanto, parece l¨®gico esperar que las personas de los pa¨ªses emergentes luchen por alcanzar las cotas de prosperidad que los ciudadanos del mundo desarrollado han alcanzado. Es su derecho, sin duda. Y tambi¨¦n un riesgo y una oportunidad para el resto de las econom¨ªas.
Am¨¦rica Latina es una de las regiones que se han beneficiado de este cambio de la distribuci¨®n de la renta y la riqueza. Y se puede seguir beneficiando. En el a?o 2000, el 48% de la poblaci¨®n viv¨ªa en la pobreza: ahora la cifra est¨¢ por debajo del 30%. Lamentablemente ese mismo grado de avance no se ha logrado en la igualdad, que sigue siendo la tarea pendiente de la regi¨®n. El enorme desarrollo de Am¨¦rica Latina en los ¨²ltimos 12 a?os ha estado muy unido al aumento de los precios de las materias primas, sobre todo las que demanda el mercado asi¨¢tico y a la madurez de sus pol¨ªticas macroecon¨®micas. Pero la sostenibilidad del crecimiento de nuestra regi¨®n exige integrar su inter¨¦s por Asia con el desarrollo de su capacidad para ofrecer los bienes y servicios que la poblaci¨®n mundial va a continuar demandando. Ello exigir¨¢ una mayor integraci¨®n econ¨®mica con el resto del mundo, lo que significa una relaci¨®n basada en ganancias de productividad y aprovechamiento integral del talento de sus recursos humanos.
Estamos ante una crisis muy complicada, entre otras razones porque es asim¨¦trica: Europa lo est¨¢ pasando mal; Estados Unidos tambi¨¦n, aunque recuper¨¢ndose; pero a Alemania o a Australia no les pasa nada; Jap¨®n incluso est¨¢ volviendo a crecer; Am¨¦rica Latina, en general, est¨¢ capeando el temporal, aunque Espa?a y Portugal s¨ª est¨¢ sufriendo intensamente los efectos de la crisis.
Se ha dicho, y es bien posible y deseable, que esta ser¨¢ la d¨¦cada de Am¨¦rica Latina. Hasta ahora, el crecimiento de la regi¨®n ha sido el resultado, por una parte, de una s¨®lida conducci¨®n de las pol¨ªticas macroecon¨®micas y, por otra, del buen comportamiento de los mercados de materias primas, estimulados por la vigorosa demanda asi¨¢tica de energ¨ªa, alimentos y metales de los que la regi¨®n dispone en abundancia. Am¨¦rica Latina puede aspirar a una nueva d¨¦cada de crecimiento econ¨®mico y avances sociales. Pero para ello se requiere que las condiciones externas mejoren y que se superen ciertos retos internos.
Entre las condiciones externas est¨¢ que los pa¨ªses desarrollados en dificultades, sobre todo los de la Uni¨®n Europea, puedan implementar con urgencia medidas que permitan recuperar la confianza de sus agentes productivos y en su moneda de reserva. Am¨¦rica Latina y en particular los pa¨ªses que tienen voz en el G-20 no pueden mantenerse ajenos a los problemas de financiaci¨®n exterior con los que se enfrenta el sur de Europa. Europa tiene que hacer sus deberes vigorizando sus mecanismos de solidaridad comunitaria, pero el mundo tiene que ayudar y empujar en la misma direcci¨®n.
La diversificaci¨®n evitar¨¢ que la regi¨®n sea una simple proveedora de materias primas
Tambi¨¦n hay problemas internos: unos de car¨¢cter social e institucional y otros m¨¢s puramente econ¨®micos. A pesar de que no es posible una distinci¨®n n¨ªtida entre ellos, a efectos del an¨¢lisis de la situaci¨®n es operativo hacer una distinci¨®n. Entre los problemas sociales e institucionales a¨²n no resueltos cabe destacar tres ¨¢reas. La primera es la educaci¨®n de calidad para aprovechar el talento de todos los ciudadanos. Basta mirar a lo que est¨¢ pasando en las demandas del proceso de desarrollo en S?o Paulo, lo que est¨¢ pasando en Monterrey, lo que est¨¢ pasando en Chile, para darse cuenta de que necesitamos un esfuerzo fundamental en educaci¨®n de calidad. La segunda ¨¢rea donde hay que incidir es en la transformaci¨®n del Estado para que se establezca una relaci¨®n clara entre este y el mercado, cada uno en su lugar. El Estado ha sido siempre la mano invisible del mercado, pero tambi¨¦n debe ser la mano visible que asegure la solidaridad, la equidad, la justicia y las reglas del juego. La tercera ¨¢rea es la seguridad ciudadana: nos dirigimos hacia una nueva sociedad caracterizada por clases medias mucho m¨¢s exigentes. Una de las cosas que inquietan grandemente hoy a la gente es la falta de seguridad en las ciudades. Las clases medias exigen, tienen voz.
A pesar de la importancia de los retos sociales e institucionales mencionados, quisiera dedicar un apartado especial al gran desaf¨ªo econ¨®mico de Am¨¦rica Latina para asegurar una nueva d¨¦cada de crecimiento sostenible. Me refiero a la diversificaci¨®n del comercio y la revoluci¨®n de la productividad. Ambos son la cara y la cruz de la misma moneda. En efecto, el conocimiento, la tecnolog¨ªa y la innovaci¨®n acapararan el espacio que ocupan hoy las materias primas en el mundo al que llegaremos despu¨¦s de esta crisis. Por eso, muchas personas que hoy quedan desocupadas con cincuenta o m¨¢s a?os, les resulta cada vez m¨¢s dif¨ªcil encontrar empleo. Por eso, las empresas que no fueron capaces de asimilar los nuevos conocimientos han desaparecido. De igual manera, tampoco sobrevivir¨¢n las grandes o peque?as empresas incapaces de integrarse en cadenas de valor globales.
China se ha convertido en el segundo socio comercial de Am¨¦rica Latina y el volumen comercial bilateral alcanz¨® en 2010 los 183.067 millones de d¨®lares, mostrando un crecimiento interanual del 50%. Las exportaciones chinas hacia Am¨¦rica Latina consistieron fundamentalmente en productos mec¨¢nicos, electr¨®nicos y de alta tecnolog¨ªa (80%), en tanto las mercanc¨ªas de los sectores de energ¨ªa, miner¨ªa y agricultura de Am¨¦rica Latina constituyeron el 63% de las importaciones de esa regi¨®n. El mismo a?o, las inversiones directas de China en Am¨¦rica Latina llegaron a 15.000 millones de d¨®lares, lo que convirti¨® al pa¨ªs asi¨¢tico en el tercer mayor inversionista del continente.
La diversificaci¨®n del comercio y la inversi¨®n entre Am¨¦rica Latina y Asia deben abordarse de manera coordinada para evitar que las econom¨ªas de Am¨¦rica Latina se reduzcan a simples proveedores de materias primas y consumidores de bienes de alto valor agregado.
Por lo que se refiere a la competencia externa, hay que tener presente que el comercio con los pa¨ªses asi¨¢ticos y, en particular, con China debe contemplar la fuerte competencia que va a sufrir la industria manufacturera, de gran consumo en Am¨¦rica Latina, frente a una producci¨®n de tecnolog¨ªa apropiada para los pa¨ªses de Asia y con una mano de obra, por ahora, m¨¢s barata. Tampoco hay que olvidar que el intercambio entre Am¨¦rica Latina y Asia es un intercambio basado en concepciones y organizaciones econ¨®micas muy distintas. Por un lado negocian empresas privadas con unos intereses e incentivos propios de las econom¨ªas de mercado; por otro negocian instituciones donde la estrategia comercial y pol¨ªtica del Gobierno tiene un cometido m¨¢s relevante. As¨ª las cosas, el cumplimiento de las reglas de la organizaci¨®n mundial de comercio y su profundizaci¨®n en algunos aspectos espec¨ªficos es una tarea prioritaria. Tarea que requiere una estrategia coordinada para su ¨¦xito. El letargo de la ronda comercial de Doha es, por cierto, muy lamentable para esos prop¨®sitos.
El intercambio de las experiencias en materia de infraestructura de uno y otro lado del Atl¨¢ntico ser¨¢ fruct¨ªfero?
En relaci¨®n con la competitividad interna, las respuestas tienen que estructurarse en torno a pol¨ªticas p¨²blicas de apoyo a la innovaci¨®n y al talento, las alianzas p¨²blico-privadas para el desarrollo de las infraestructuras y la mayor integraci¨®n de las pymes en cadenas de valor globales. La crisis actual es una oportunidad para construir una relaci¨®n entre Europa, en particular Espa?a y Am¨¦rica Latina, que aborde respuestas para estos retos. Sugiero estas respuestas.
Primera: la comunidad iberoamericana tiene una oportunidad ¨²nica para construir una moderna sociedad del conocimiento en donde el talento de mujeres y hombres j¨®venes, y menos j¨®venes, fluya en el espacio para el mayor beneficio de la comunidad. Ello implica un nuevo enfoque de la movilidad del talento que permita que este crezca y se desarrolle en Espa?a y Am¨¦rica Latina. El espacio iberoamericano dispone de los instrumentos culturales y econ¨®micos para este nuevo enfoque, as¨ª que pong¨¢moslo en marcha.
Segunda: el intercambio de las experiencias en materia de infraestructura de uno y otro lado del Atl¨¢ntico ser¨¢ fruct¨ªfero precisamente por la asimetr¨ªa de ambas situaciones y perspectivas. Por un lado, corresponde hacer un esfuerzo para eliminar el d¨¦ficit de infraestructuras en un clima de prosperidad y crecimiento, mientras que, por otro, hay que conservar la calidad y la capacidad de las infraestructuras, especialmente del transporte, en un entorno de restricciones fiscales y escaso crecimiento.
Tercera: la cooperaci¨®n para la mayor integraci¨®n de las pymes se basa en un objetivo com¨²n a ambas orillas del Atl¨¢ntico. Las grandes empresas del espacio iberoamericano son corporaciones globales que compiten en los mercados internacionales, que buscan la mejor tecnolog¨ªa para competir en este entorno y que compran lo que requieran all¨ª donde obtienen mejores condiciones. Pero estas grandes empresas solamente dan trabajo a un porcentaje peque?o de la poblaci¨®n. Sin embargo, a ambos lados del Atl¨¢ntico es necesario atender la internacionalizaci¨®n de las empresas medianas y peque?as, que son las que generan el 90% del empleo y que, en muchos casos, no est¨¢n preparadas para competir en un mundo globalizado porque tienen productividades y salarios reducidos. Estos son los grandes objetivos de la pr¨®xima Cumbre Iberoamericana de C¨¢diz.
Estos son, en definitiva, los grandes retos de una Am¨¦rica Latina que, con la prudencia debida, puede y debe salir con ¨¦xito de la gran encrucijada hist¨®rica que le ha tocado vivir en momentos de crisis y aprovechar las grandes oportunidades que se abren con cada crisis. Estoy convencido de que una renovada visi¨®n de la cooperaci¨®n iberoamericana debe servir al pleno aprovechamiento de las oportunidades.
Enrique V. Iglesias es secretario general iberoamericano.
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