El ¨²ltimo respiro del euro
Los mercados no comprenden que a¨²n no se han abordado los problemas fundamentales
Al igual que un preso en el corredor de la muerte, el euro ha recibido otro aplazamiento de ¨²ltima hora: va a sobrevivir un poco m¨¢s. Los mercados lo est¨¢n celebrando, como lo han hecho despu¨¦s de cada una de las cuatro anteriores cumbres de ¡°crisis del euro¡±, hasta que comprendan una vez m¨¢s que a¨²n no se han abordado los problemas fundamentales.
Hubo buenas noticias en esta cumbre: los l¨ªderes europeos entendieron que finalmente no va a funcionar la operaci¨®n circular por la que Europa presta dinero a los bancos para salvar a los fondos soberanos, y a los fondos soberanos para salvar a los bancos. Ahora reconocen que los pr¨¦stamos de rescate que dan al nuevo acreedor un mayor orden de precedencia sobre los dem¨¢s empeoran la situaci¨®n de los inversores privados, que reaccionar¨¢n simplemente exigiendo tasas de inter¨¦s todav¨ªa m¨¢s altas.
No deja de ser profundamente preocupante el que las autoridades europeas se hayan demorado tanto en ver algo tan obvio (y evidente hace m¨¢s de una d¨¦cada y media en la crisis del este asi¨¢tico). Pero lo que falta en el acuerdo es a¨²n m¨¢s significativo que lo que ya hay. Hace un a?o, los l¨ªderes europeos reconocieron que Grecia no iba a poder recuperarse sin crecimiento y que el crecimiento no puede lograrse ¨²nicamente con austeridad. Y sin embargo, es poco lo que se ha hecho para corregir el asunto.
La esperanza es que los mercados premien la virtud, que se define como austeridad
Lo que se propone ahora es la recapitalizaci¨®n del Banco Europeo de Inversiones, que forma parte de un paquete de crecimiento de alrededor de 150.000 millones de d¨®lares. Pero los pol¨ªticos son buenos para el reenvasado y, seg¨²n algunas versiones, el nuevo dinero es una peque?a fracci¨®n de esa cantidad, e incluso eso no entrar¨¢ en el sistema de inmediato. En resumen: los remedios (demasiado escasos y tard¨ªos) se basan en un diagn¨®stico errado del problema y en an¨¢lisis econ¨®micos defectuosos.
La esperanza es que los mercados premien la virtud, que se define como austeridad. Pero los mercados son m¨¢s pragm¨¢ticos: si, como es casi seguro el caso, la austeridad debilita el crecimiento econ¨®mico y, por tanto, socava la capacidad de pago de la deuda, las tasas de inter¨¦s no se reducir¨¢n. De hecho, la inversi¨®n caer¨¢ en una viciosa espiral descendente que ya ha comenzado en Grecia y Espa?a.
Alemania parece sorprendida por esto. Al igual que con las sangr¨ªas de la Edad Media, sus gobernantes se niegan a ver que la medicina no sana al paciente e insisten en administrarle m¨¢s hasta que acaba por morir.
Los eurobonos y un fondo de solidaridad podr¨ªan promover el crecimiento y estabilizar los tipos de inter¨¦s a los que se tienen que enfrentar los Gobiernos en crisis. Las menores tasas de inter¨¦s, por ejemplo, permitir¨ªan liberar dinero para que, incluso, los pa¨ªses con fuertes restricciones presupuestarias pudieran destinar m¨¢s fondos a inversiones de est¨ªmulo al crecimiento.
La crisis dio origen a los d¨¦ficits, y no al rev¨¦s
La situaci¨®n es peor en el sector bancario. Cada Gobierno respalda el sistema bancario de su pa¨ªs, y si se desgasta su capacidad de apoyo, tambi¨¦n lo har¨¢ la confianza en los bancos. Incluso los sistemas bancarios con buena gesti¨®n se ver¨ªan en problemas en una crisis econ¨®mica como las que se viven en Grecia y Espa?a; con el colapso de la burbuja inmobiliaria espa?ola, los bancos enfrentan riesgos todav¨ªa mayores.
En su entusiasmo por crear un ¡°mercado ¨²nico¡±, los l¨ªderes europeos no se percataron de que los Gobiernos proporcionan un subsidio impl¨ªcito a sus sistemas bancarios. La seguridad de que si surgen problemas el Gobierno los apoyar¨¢ es lo que da confianza en los bancos, y cuando algunos Gobiernos se encuentran en una posici¨®n mucho m¨¢s s¨®lida que otros, el subsidio impl¨ªcito es mayor para esos pa¨ªses.
Sin un campo de juego uniforme, ?por qu¨¦ no deber¨ªa huir el dinero de los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles, e irse a las instituciones financieras de los m¨¢s fuertes? De hecho, es notable que no haya habido un mayor nivel de fuga de capitales. Los l¨ªderes europeos no reconocieron este peligro creciente, que se podr¨ªa haber evitado f¨¢cilmente con una garant¨ªa com¨²n que a la vez corrigiera la distorsi¨®n del mercado causada por la subvenci¨®n impl¨ªcita del diferencial.
El euro estaba viciado desde el principio, pero estaba claro que las consecuencias quedar¨ªan en evidencia solamente en una crisis. Pol¨ªtica y econ¨®micamente, naci¨® con las mejores intenciones. Se supon¨ªa que el principio de un mercado ¨²nico promover¨ªa la distribuci¨®n eficiente del capital y el trabajo.
Los l¨ªderes europeos no reconocieron el peligro creciente de fuga de capitales
Pero los detalles tienen su peso. La competencia fiscal significa que puede que el capital no vaya a donde sea m¨¢s alta su rentabilidad social, sino a donde puede encontrar las mejores utilidades. El subsidio impl¨ªcito a los bancos significa que los bancos alemanes tienen una ventaja sobre los de otros pa¨ªses. Los trabajadores pueden emigrar de Irlanda o Grecia, no porque su productividad sea m¨¢s baja, sino porque, al hacerlo, pueden escapar del endeudamiento contra¨ªdo por sus padres. El mandato del Banco Central Europeo es garantizar la estabilidad de los precios, pero hoy la inflaci¨®n est¨¢ lejos de ser el problema macroecon¨®mico m¨¢s importante de Europa.
A Alemania le preocupa que, sin una supervisi¨®n estricta de los bancos y los presupuestos, termine teniendo que pagar las cuentas de sus vecinos m¨¢s derrochadores. Pero ese no es el punto clave: Espa?a, Irlanda, y muchos otros pa¨ªses en dificultades ten¨ªan super¨¢vits presupuestarios antes de la crisis. La crisis dio origen a los d¨¦ficits, y no al rev¨¦s.
Si estos pa¨ªses cometieron un error, fue solo que (al igual que la Alemania de hoy) creyeron demasiado a los mercados, por lo que (al igual que Estados Unidos y tantos otros) permitieron que creciera sin control una burbuja de activos. Si se aplican pol¨ªticas racionales y se crean mejores instituciones ¡ªlo que no significa solamente m¨¢s austeridad y una mayor supervisi¨®n de los bancos, los presupuestos y los d¨¦ficits¡ª y se recupera el crecimiento, estos pa¨ªses ser¨¢n capaces de cumplir con sus obligaciones crediticias, y no habr¨¢ necesidad de recurrir a las garant¨ªas. Adem¨¢s, Alemania tiene las de perder en ambos casos: si colapsan el euro o las econom¨ªas de la periferia, va a tener que enfrentar costes muy altos.
Europa tiene grandes fortalezas. Sus puntos d¨¦biles de hoy reflejan, principalmente, pol¨ªticas y arreglos institucionales err¨®neos. Se pueden modificar, pero solo si se reconocen sus debilidades fundamentales, tarea mucho m¨¢s importante que las reformas estructurales al interior de cada pa¨ªs. Si bien los problemas estructurales han debilitado la competitividad y el crecimiento del PIB en determinados pa¨ªses, no dieron origen a la crisis y hacerles frente no la resolver¨¢.
El enfoque europeo de ganar tiempo no puede funcionar indefinidamente. No es solo la confianza en la periferia de Europa lo que se est¨¢ perdiendo. Tambi¨¦n comienza a ponerse en duda la supervivencia del euro mismo.
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Columbia. Su ¨²ltimo libro es El precio de la desigualdad.
? Project Syndicate, 2012. Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen.
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