¡°El propio sistema te empuja fuera de ¨¦l¡±

Leo Fern¨¢ndez amanece a las siete de la ma?ana para dejarse las suelas por las calles de Vigo con un curr¨ªculum bajo el brazo. Hasta septiembre de 2009 trabaj¨® en el sector naval. Ten¨ªa ¡°un sueldo alto¡± y 22 a?os cotizados, pero, a punto de cumplir los 40, una carta que admit¨ªa la ¡°improcedencia¡± de despedirlo lo envi¨® a la cola del paro. Desde entonces, con experiencia y formaci¨®n impresas en un folio, llama a la puerta de ¡°mil empresas¡±, escruta las p¨¢ginas de los peri¨®dicos, y deja sus datos en portales de empleo en Internet que llenan su correo de ofertas que se adec¨²an a su perfil. ¡°Pero la mayor¨ªa son ETT (Empresas de Trabajo Temporal) y con la cantidad de desempleo que hay es una loter¨ªa¡±, explica. Sospecha que la mayor¨ªa de esas ofertas no son reales, pero no est¨¢ para dejarlas volar.

Aunque lucha contra la desidia, tres a?os sin respuestas le pesan como una losa y un futuro incierto asedia su voluntad. El mes que viene dejar¨¢ de recibir la ¡°ayuda familiar¡± y en las entrevistas de trabajo tachan su nombre cuando responde sobre el tiempo que lleva parado. Mientras, los bolsillos se le quedan vac¨ªos. ¡°Dicen los pol¨ªticos que la gente come de los ahorros, pero yo llevo tres a?os y los ahorros ya me los he comido¡±.

Hoy, Leo est¨¢ pendiente de las listas municipales que le dir¨¢n si ha sido admitido en el Plan de Empleo del Ayuntamiento de Vigo. El a?o pasado no lo consigui¨®, pero no pierde la esperanza. Necesita el empleo para que dejen de fruncirle el ce?o cuando se revela ¡°parado de larga duraci¨®n¡±. Y tambi¨¦n para curar su autoestima, confiesa. ¡°Cuando vaya a la pr¨®xima entrevista, al menos podr¨¦ decir que he tenido un trabajo hace poco¡±, fantasea.

Tras 22 a?os de empleo en el sector naval, ha pensado en emigrar, pero ve insuficiente su formaci¨®n

Del sector naval ya no espera nada y las promesas del presidente de la Xunta, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, ni le alteran el semblante. El compromiso auton¨®mico para dinamizar la construcci¨®n de nav¨ªos a trav¨¦s de acuerdos con M¨¦xico le suena a ¡°otro cuento m¨¢s¡±. ¡°Si haces un poco de memoria, recordar¨¢s una historia parecida con barcos rusos. A¨²n los estamos esperando¡±. Ha pensado en emigrar, pero ve insuficiente su formaci¨®n. Y aunque tampoco ha dejado de buscar cursos para completarla, en todos le piden ¡°demasiados requisitos¡±. Cuando se le caen los planes, coquetea con la idea de trabajar ¡°en negro¡±. ¡°Total, aunque te pillen, no tienes nada¡±. Leo defiende en un largo discurso la necesidad de cotizar a la Seguridad Social, pero al final se le quiebra la voz. ¡°Es que el propio sistema te empuja fuera de ¨¦l¡±, lamenta.

Para mantener el ¨¢nimo mientras dura el vendaval se refugia en su familia y en la lucha sindical. Teme que todo ¡°vaya a peor¡± y se afana en amortiguar los golpes de la herencia maldita que recibir¨¢n sus hijos. ¡°Todos los derechos por los que nosotros y nuestros padres hemos luchado se han perdido, y m¨¢s se va a perder¡±. Hasta este mes ha participado en diversas concentraciones del naval, en las que cont¨® alrededor de 50 trabajadores en su misma situaci¨®n. Los que perdieron su trabajo m¨¢s tarde que ¨¦l y a¨²n tienen por delante un a?o de paro no se sumaron porque a¨²n conf¨ªan en encontrar un trabajo. ¡°Todav¨ªa no han llegado al l¨ªmite, pero llegar¨¢n¡±.