?A qu¨¦ espera, se?or presidente?
Desde principios de verano, los problemas de los pa¨ªses del Sur de la zona euro (entre ellos, Espa?a) han llevado hasta l¨ªmites extremos sus primas de riesgo e incluso han amenazado seriamente la pervivencia de la moneda ¨²nica. El 27 de julio, el gobernador del BCE pronunci¨® sus palabras m¨¢gicas: ¡°El BCE har¨¢ todo lo necesario para preservar el euro; y, cr¨¦anme, va a ser suficiente¡±.
Aunque, moment¨¢neamente, disminuyeron las primas de riesgo y se relajaron las presiones sobre la moneda europea, a lo largo de agosto volvieron las tensiones debido a la falta de actuaciones del BCE y a los continuos ataques de los defensores de la ortodoxia monetaria. El 6 de septiembre, Draghi propuso, finalmente, su plan para los pa¨ªses en dificultades.
En esencia, el BCE se compromet¨ªa a intervenir sin l¨ªmites en los mercados secundarios de deuda para reducir las primas de riesgo de los pa¨ªses en dificultades, con tal de que los Gobiernos cumplieran sus compromisos de ajuste y solicitaran al MEDE un ¡°rescate preventivo¡± de en torno al 10% del PIB, sujeto a la condicionalidad necesaria. Se ofrec¨ªa la soluci¨®n, pero se dejaba la iniciativa en manos de los Gobiernos que deb¨ªan solicitar el rescate. De nuevo se calmaron los mercados.
?C¨®mo ha reaccionado el presidente del Gobierno espa?ol? A nuestro entender, con una mala respuesta: la incertidumbre sobre si pedir¨¢ o no el rescate. Quiz¨¢s sea parte del estilo Rajoy, de quien se ha dicho, en Financial Times, que ¡°ha tenido ¨¦xito en pol¨ªtica dejando que el tiempo jugara a su favor¡±.
Un rescate inmediato permitir¨ªa financiar desde ahora nuestra deuda a tipos razonable
Es posible que esto sea as¨ª en pol¨ªtica interna, pero no en los mercados financieros, donde la ausencia de decisiones crea expectativas desfavorables. El propio comisario Almunia ha afirmado que la incertidumbre es un riesgo y muchos economistas y personajes relevantes son partidarios de que, si es necesario pedir el rescate, hay que hacerlo cuanto antes.
La pregunta obvia es si es necesario pedir el rescate. Hay argumentos para todos los gustos, pero en nuestra modesta opini¨®n, s¨ª lo es, ya que se trata de una condici¨®n necesaria para activar los mecanismos del BCE que, actualmente, son los ¨²nicos que pueden reducir nuestra prima de riesgo y hacer sostenible nuestra deuda.
Es cierto que esta sostenibilidad se ver¨ªa aliviada si existiera un supervisor bancario ¨²nico, condici¨®n necesaria para que el rescate bancario en curso dejara de computarse como deuda del Estado. Pero la reciente reuni¨®n de Nicosia revel¨® tres poderosos frentes de oposici¨®n para un acuerdo en este tema: Reino Unido que no quiere perder el control sobre su poderosa City, Alemania que no acepta levantar el velo de sus bancos p¨²blicos (Landesbanken) ni que se abra la caja de Pandora de las cajas de ahorros municipales y otro grupo de pa¨ªses que pretenden supervisar solo a los bancos sist¨¦micos.
Pero las razones de fondo para pedir el rescate residen en que confiar en la mejora de la econom¨ªa espa?ola sin este rescate no se corresponde con la tendencia de nuestro d¨¦ficit p¨²blico, con el previsible presupuesto para 2013, con la magnitud del paro y con los posibles nuevos sobresaltos que nos depare el sistema financiero. Por el contrario, un rescate inmediato permitir¨ªa financiar desde ahora nuestra deuda a tipos razonables y levantar¨ªa un cortafuegos ante las expectativas poco favorables de los mercados internacionales.
No ignoramos y respetamos los argumentos gubernamentales para apoyar el retraso e incluso la posibilidad de no pedir el nuevo rescate. Aunque no todos los ha explicitado, intuimos que pueden concretarse en estos cuatro.
El primero es la esperanza de que los mercados financieros vayan mejorando y que sea suficiente, por ahora, con el previsible sobrante de los 40.000 millones del rescate bancario para salir adelante. Creemos, sin embargo, que los argumentos enumerados m¨¢s arriba rebaten esta proposici¨®n.
El segundo, nunca explicitado, se refiere al indudable ¡°estigma pol¨ªtico¡± que para un Gobierno supone una nueva petici¨®n de rescate. El se?or Zapatero fue estigmatizado en su momento por hacer lo que no quer¨ªa, con el brutal revolc¨®n en las elecciones. Este Gobierno no puede rehuir una decisi¨®n, si es necesaria, por espurios motivos pol¨ªtico-electorales.
La indecisi¨®n y la espera no logran otra cosa que crear m¨¢s incertidumbre en los mercados
El tercero, sin duda el m¨¢s poderoso, es ¡°el estigma econ¨®mico¡±, que se concreta en la fuerte condicionalidad que pueda incluir el rescate. Condicionalidad que, previsiblemente, no se limitar¨¢, como se ha insinuado, a un cumplimiento estricto de los calendarios del ya solicitado rescate bancario, sino que implicar¨¢ nuevos ajustes y nuevas p¨¦rdidas de soberan¨ªa en pol¨ªtica presupuestaria y econ¨®mica.
Ser¨¢ necesario reconocer abiertamente la nueva condicionalidad porque esta ser¨ªa la adecuada para nuestra situaci¨®n real. Una cosa s¨ª le pedir¨ªamos, se?or presidente: que los nuevos ajustes no recaigan siempre sobre los mismos. Y no diga que todo nos lo imponen desde fuera. Recientemente, ha cambiado mucho la correlaci¨®n de fuerzas en la zona euro y cada vez es m¨¢s posible la capacidad negociadora de un posible frente com¨²n de los pa¨ªses del Sur.
Y el cuarto argumento ser¨ªa evitar que Espa?a fuera utilizada para que mejoraran, a costa de nuestro rescate, las primas de riesgo de todos los pa¨ªses en dificultades. Aunque as¨ª fuera, una mejora generalizada de los mercados nos beneficiar¨ªa todav¨ªa en mayor medida. Pero, seamos honestos, la alternativa real es que lo pidiera antes Italia (o lo pidi¨¦ramos ambos conjuntamente). Sin embargo, las condiciones objetivas no son las mismas: su d¨¦ficit es notablemente m¨¢s bajo y su deuda, aunque m¨¢s elevada, est¨¢ mayoritariamente en sus manos y no, como la nuestra, con un fuerte componente de inversores extranjeros.
En conclusi¨®n, se?or presidente, si hay que pedir el rescate, como creemos haber demostrado, h¨¢galo ya: la indecisi¨®n y la espera no logran otra cosa que crear m¨¢s incertidumbre en los mercados.
Agust¨ªn del Valle es profesor de Econom¨ªa en la EOI y Roberto Tornabell es profesor de Banca en ESADE.
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