Am¨¦rica puede y ?Europa, no?
Obama conviene a la UE por su pol¨ªtica expansiva y por su apoyo al euro y al control de los bancos
Imaginen por un momento que hubiera sucedido lo que no ha ocurrido. Que a la rebaja de las expectativas de crecimiento de la Uni¨®n Europea calculada ayer en p¨²blico por la Comisi¨®n se le hubiera juntado una tendencia del mismo signo recesivo desde el otro lado del Atl¨¢ntico.
Era posible, s¨ª, ese hurac¨¢n norteamericano de austeridad conservadora propiciado por los republicanos en el gasto p¨²blico productivo (est¨ªmulo a la industria) y social (desempleo, sanidad), claro, con la salvedad del militar (aumento de hasta el 4% del PIB). Aunque posible no significa seguro, pues al cabo un ultraliberal te¨®rico como Ronald Reagan fue campe¨®n del d¨¦ficit p¨²blico.
Pues bien, el mundo global tendr¨ªa hoy dos problemas muy graves procedentes del Norte: la recesi¨®n europea, con su crisis de deuda soberana; y el par¨®n de la demanda en EE UU, que aunque es a¨²n insuficiente viene siendo constante. A los que a?adir algunos interrogantes sobre la continuidad del boom en el Sur: China y otros emergentes.
Como europeos, estar¨ªamos mucho peor, con un gran cliente (tambi¨¦n para las empresas espa?olas de ingenier¨ªa, banca, energ¨ªa, infraestructuras) s¨²bitamente renqueante. Y sin el complemento expansivo a esa extrema austeridad que, seg¨²n viene denunciando el FMI, nos sepulta en la recesi¨®n o el estancamiento. Complemento y aguij¨®n, pues el Gobierno Obama no ha desperdiciado ninguna ocasi¨®n para reclamar a los Veintisiete un poco m¨¢s de inversi¨®n p¨²blica, de relajaci¨®n en la pol¨ªtica monetaria, de heterodoxia... sin demasiado ¨¦xito, todav¨ªa.
Los EE UU de Obama I (y de Bernanke II) han logrado crecer al 2% y contener el paro en el 8%, lo que no es glorioso pero s¨ª sustancioso. Es mucho mejor que la ca¨ªda del crecimiento y del empleo en la eurozona. Y ha sido posible porque han exprimido a fondo tres instrumentos, su banco central (la Reserva Federal); el Tesoro; y un presupuesto expansivo (aunque tendr¨¢ problemas con el precipicio fiscal a fin de a?o). Tres instrumentos distintos para un mandato unificado: inundar de liquidez el mercado para evitar que el motor se gripe.
Europa no lo ha hecho. Bueno, el BCE, bastante, m¨¢s cerca de la Reserva Federal de lo que los mediterr¨¢neos criticamos, con sus enormes barras de liquidez a los bancos (un bill¨®n de euros) y sus compras (selectivas) de deuda perif¨¦rica. Pero no hay Tesoro que emita bonos para que el BCE se los compre. Ni Presupuesto digno de tal nombre, ni (todav¨ªa) ganas de tenerlo. Y la UE carece, en fin, del se?oriaje del d¨®lar, esa calidad de refugio de la moneda, de los activos financieros y de la econom¨ªa estadounidense que tanto debe a su cualidad de ¡ª¨²nica¡ª gran superpotencia mundial. Ellos pueden mucho; nosotros deber¨ªamos poder, al menos un poquito m¨¢s que ahora: yes, we can; at least a bit, musitemos.
Adem¨¢s de la apuesta de Obama por el crecimiento, Europa se beneficia de su reelecci¨®n porque este presidente ha demostrado (contra muchos de sus paisanos acad¨¦micos) ser amigo del euro y de los apoyos de los pa¨ªses europeos m¨¢s pr¨®speros a los perif¨¦ricos en dificultades. Claro est¨¢, con objeto de estabilizar la econom¨ªa mundial y mejorar los rebotes a EE UU. Pero otros, ni por esas.
?ltimo y decisivo. El empe?o por regular los mercados financieros sigue vivo. Empez¨® con la ley Dodd-Frank, con los deberes a la banca de inversi¨®n (reforzar capital, limitar pr¨¢cticas de riesgo, separar actividades), con un cerco discreto a para¨ªsos fiscales y agencias de calificaci¨®n, con un multilateralismo en el G-20, aunque de resultados declinantes, real.
El designio, tanto de la UE, como de los Estados Unidos pos-Bush, es que el poder democr¨¢tico controle al poder del mercado (financiero), no a la inversa. Mitt Romney hab¨ªa prometido impedirlo, volver al esplendor especulativo de la desregulaci¨®n salvaje. La que le permiti¨® con su fondo buitre Bain Capital acumular desde 1984, con terminales en los para¨ªsos fiscales, una fortuna de 200 millones de d¨®lares¡ y pagar impuestos a un tipo del 13%. El mercado financiero habr¨ªa vuelto a amenazar, como lo hizo en 2008, la supervivencia de la econom¨ªa de mercado. Y de la democracia.
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