No hagamos tratos
Obama debe decidir hasta d¨®nde quiere llegar para complacer a los republicanos
Sobra decir que los dem¨®cratas se han anotado una victoria incre¨ªble. No solo conservan la Casa Blanca a pesar de los problemas que sigue teniendo la econom¨ªa, en un a?o en el que su mayor¨ªa en el Senado estaba supuestamente sentenciada, sino que de hecho a?adieron esca?os.
Pero eso no fue todo: se apuntaron triunfos importantes en los Estados. En particular, California ¡ªque desde hace tiempo es el ejemplo m¨¢s pat¨¦tico de la disfunci¨®n pol¨ªtica que se produce cuando es imposible hacer algo sin una s¨²per mayor¨ªa legislativa¡ª no solo vot¨® a favor de unas subidas de impuestos muy necesarias, sino que adem¨¢s eligi¨® ¡ªs¨ª, lo han adivinado¡ª una s¨²per mayor¨ªa dem¨®crata.
Pero a los vencedores se les escap¨® un objetivo. Aunque los c¨¢lculos preliminares dan a entender que los dem¨®cratas recibieron algunos votos m¨¢s que los republicanos en las elecciones al Congreso, el partido republicano conserva un control f¨¦rreo en la C¨¢mara de Representantes gracias a los intensos tejemanejes de los tribunales y de los Gobiernos estatales controlados por los republicanos. Y John Boehner, presidente de la C¨¢mara de Representantes, se apresur¨® a declarar que su partido sigue siendo tan intransigente como siempre y se opone radicalmente a cualquier aumento de la tasa impositiva a pesar de sus quejas sobre el tama?o del d¨¦ficit.
Por eso el presidente Obama tiene que tomar una decisi¨®n, casi en el acto, respecto a la manera de enfrentarse a la constante obstrucci¨®n republicana. ?Hasta d¨®nde debe llegar para complacer las exigencias del partido republicano?
Mant¨¦ngase en sus trece, se?or presidente. Ning¨²n acuerdo es mejor que un mal acuerdo
Mi respuesta es que no muy lejos. Obama tiene que mostrarse firme y, si fuera necesario, declararse dispuesto a salirse con la suya aun a costa de permitir que sus adversarios inflijan da?o a una econom¨ªa todav¨ªa d¨¦bil. Y desde luego este no es el momento para negociar un ¡°gran acuerdo¡± sobre el presupuesto que arrebate la derrota de las fauces de la victoria.
Cuando digo esto, no me refiero a que haya que restar importancia a los peligros econ¨®micos muy reales que plantea el denominado abismo fiscal que amenaza con producirse a finales de este a?o si los dos partidos no consiguen llegar a un acuerdo. Tanto las rebajas fiscales de la era de Bush como el impuesto sobre la n¨®mina de la Administraci¨®n de Obama est¨¢n a punto de expirar, a pesar de que los recortes autom¨¢ticos del gasto en defensa y en otras partidas entrar¨¢n en vigor gracias al acuerdo alcanzado despu¨¦s del enfrentamiento en 2011 por el l¨ªmite de la deuda. Y la amenazante combinaci¨®n de subidas de impuestos y recortes del gasto parece lo suficientemente atroz como para hacer que Estados Unidos caiga de nuevo en la recesi¨®n.
Nadie quiere que pase eso. Pero puede que pase de todas formas, y Obama tiene que estar dispuesto a permitir que pase si fuera necesario.
?Por qu¨¦? Porque los republicanos est¨¢n intentando, por tercera vez desde que lleg¨® a la presidencia, usar el chantaje econ¨®mico para conseguir el objetivo que no pueden conseguir a trav¨¦s de los cauces legislativos normales por falta de votos. En concreto, quieren extender las bajadas de impuestos para los ricos, a pesar de que el pa¨ªs no puede permitirse que esas rebajas de impuestos sean permanentes y la opini¨®n p¨²blica cree que los impuestos de los ricos deber¨ªan subir, y amenazan con bloquear cualquier acuerdo respecto a todo lo dem¨¢s a menos que se salgan con la suya. De modo que, a efectos pr¨¢cticos, est¨¢n amenazando con hundir la econom¨ªa a menos que se cumplan sus exigencias.
A la econom¨ªa no le pasar¨¢ nada demasiado malo si no hay acuerdo fiscal hasta dentro de unos meses?
Obama b¨¢sicamente capitul¨® cuando se enfrent¨® a t¨¢cticas similares a finales de 2010, y prolong¨® los impuestos bajos para los ricos durante dos a?os m¨¢s. Volvi¨® a hacer concesiones importantes en 2011, cuando los republicanos amenazaron con provocar el caos financiero al negarse a elevar el l¨ªmite de la deuda. Y la actual crisis en potencia es el legado de esas concesiones pasadas.
Pues bien, esto tiene que parar, a menos que queramos que la toma de rehenes, la amenaza de hacer que la naci¨®n sea ingobernable, se convierta en una parte habitual de nuestro proceso pol¨ªtico. Entonces, ?qu¨¦ debemos hacer? Sencillamente decir que no, y saltar al abismo si fuera necesario. Vale la pena se?alar que el abismo fiscal no es realmente un abismo. No es como el enfrentamiento por el l¨ªmite de la deuda, en el que muy posiblemente habr¨ªan sucedido cosas terribles ya mismo si no se hubiera cumplido el plazo. Esta vez, a la econom¨ªa no le pasar¨¢ nada demasiado malo si no se llega a un acuerdo hasta que hayan transcurrido unas semanas o incluso algunos meses de 2013. As¨ª que hay tiempo para negociar.
Sin embargo, es m¨¢s importante el argumento de que un punto muerto perjudicar¨ªa a los mecenas de los republicanos, y en particular a los donantes empresariales, tanto como perjudicar¨ªa al resto del pa¨ªs. A medida que aumentara el riesgo de un grave perjuicio econ¨®mico, los republicanos se enfrentar¨ªan a una presi¨®n intensa para alcanzar finalmente un acuerdo.
Por otro lado, el presidente est¨¢ en una posici¨®n mucho m¨¢s fuerte que la que ten¨ªa en enfrentamientos previos. No doy demasiada importancia a palabras como ¡°mandatos¡±, pero Obama ha ganado la reelecci¨®n con una campa?a populista, de modo que puede afirmar convincentemente que los republicanos est¨¢n desafiando la voluntad de los ciudadanos estadounidenses. Y acaba de ganar las elecciones a lo grande y, por consiguiente, su situaci¨®n es mucho mejor que antes para capear cualquier rev¨¦s pol¨ªtico derivado de los problemas econ¨®micos, especialmente porque ser¨ªa muy evidente que esos problemas los est¨¢ causando el partido republicano en una ¨²ltima intentona de defender los privilegios del 1%.
Por encima de todo, oponerse a la toma de rehenes es lo que hay que hacer por el bien de la salud del sistema pol¨ªtico estadounidense. As¨ª que, mant¨¦ngase en sus trece, se?or presidente, y no ceda ante las amenazas. Ning¨²n acuerdo es mejor que un mal acuerdo.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de 2008
? New York Times Service 2012
Traducci¨®n de News Clips
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