C¨¢ndido Vel¨¢zquez-Gaztelu, ejemplo de honradez, fidelidad y buen gestor
Su trayectoria est¨¢ marcada por su paso por Coca-Cola, Telef¨®nica y Tabacalera Inici¨® la expansi¨®n internacional de la operadora en pa¨ªses de Am¨¦rica Latina
Cuesta escribir la semblanza de alguien al que se le tiene un profundo aprecio desde los tiempos en que recib¨ªa al periodista joven e inici¨¢tico y le transmit¨ªa cari?o y comprensi¨®n, y con el que luego se ha mantenido el afecto mutuo. Eso ocurr¨ªa con C¨¢ndido Vel¨¢zquez-Gaztelu. Y el apego crece si uno de sus hijos (nuestro apreciado Juan Pedro, Biri) es compa?ero del peri¨®dico y amigo.
C¨¢ndido Vel¨¢zquez-Gaztelu Ruiz muri¨® el jueves a los 76 a?os en Madrid. Hab¨ªa nacido en Jerez de la Frontera (C¨¢diz) y estudiado Derecho en Granada, donde conoci¨®, en la vecina Facultad de Farmacia, a la que ser¨ªa su esposa, Guadalupe Azpitarte, con la que ha estado casi 60 a?os de su vida y tuvo cuatro hijos, uno de ellos autista. Motivo este que le concienci¨® para dedicar grandes esfuerzos a la Confederaci¨®n Autismo Espa?a, que presidi¨®.
Su trayectoria ha quedado marcada por el paso por tres empresas (Coca-Cola, Tabacalera y Telef¨®nica) y tres l¨ªneas de actuaci¨®n profesional indelebles: la honradez, la fidelidad a la empresa y la buena gesti¨®n. Alrededor de esas tres facetas se expanden otras igual de indelebles como la honestidad, los ideales, la bonhom¨ªa o la capacidad para hacer amigos. De lo primero deja testimonio la sencillez que siempre marc¨® su vida, que en los tiempos que le toc¨® no era precisamente muy com¨²n en los que estaban en el palmito y que alcanz¨® mayor dimensi¨®n, si cabe, por la actuaci¨®n que desarroll¨® su sucesor en Telef¨®nica, Juan Villalonga, palad¨ªn de la cultura del pelotazo y del dinero f¨¢cil. De Vel¨¢zquez-Gaztelu nadie va a encontrar ning¨²n episodio en el que se saliera de la l¨ªnea de humildad que le caracteriz¨®. De su fidelidad a la empresa sirva de ejemplo que en su casa, como recuerdan sus hijos, nunca entr¨® una Pepsi-Cola. Y de la buena gesti¨®n queda la impronta que dej¨® en las tres empresas que trabaj¨®; pero, sobre todo, en lo que fue el inicio de la expansi¨®n internacional de Telef¨®nica con la entrada en varios pa¨ªses latinoamericanos, que, con el paso del tiempo, condujo a la conversi¨®n de la compa?¨ªa en una las principales multinacionales del planeta.
C¨¦sar Alierta, que hizo el mismo camino que ¨¦l en Tabacalera y Telef¨®nica y con el que entabl¨® una entra?able amistad, lo resalta con conocimiento de causa: ¡°Siempre se le recordar¨¢ por su esp¨ªritu comercial y por la salida al exterior y consolidaci¨®n de Telef¨®nica, no lo tuvo f¨¢cil en aquellos a?os noventa; pero hizo de esta empresa un modelo a seguir¡±. Alierta, que ayer le despidi¨® en el tanatorio, destaca su empe?o en hacer una gran empresa y su visi¨®n para adelantarse al futuro, aunque eso le supusiera, sobre todo en la adquisici¨®n de lo que es su filial peruana, m¨¢s de alguna cr¨ªtica que, con el tiempo, sus autores se tuvieron que comer.
Pero C¨¢ndido Vel¨¢zquez-Gaztelu siempre guard¨® silencio y, como nunca acostumbraba a hablar mal de nadie, tampoco lo hizo de esos detractores. Mantuvo la calma y la transmit¨ªa a su gente, que se sent¨ªa muy arropada por el jefe. C¨¢ndido presidi¨® Telef¨®nica durante siete a?os (de 1989 a 1996). Sustituy¨® en el cargo a Luis Solana (primer presidente de la operadora tras el triunfo socialista de 1982), quien hab¨ªa salido quemado de una gesti¨®n dif¨ªcil. La primera actuaci¨®n importante fue precisamente la reducci¨®n de la lista de espera, que superaba las 600.000 peticiones y que, en los tiempos actuales del imperio de la telefon¨ªa m¨®vil, parece ya cosa de la prehistoria aunque hayan pasado poco m¨¢s de 20 a?os. Despu¨¦s, encarrilado ya ese asunto, se centr¨® en la citada expansi¨®n internacional.
El salto a Telef¨®nica, de la que, fuera de toda l¨®gica empresarial, fue destituido por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar tras el cambio de Gobierno en 1996, se hab¨ªa producido desde Tabacalera, avalado por la tambi¨¦n buena gesti¨®n al frente de la tricentenaria entidad, a la que se hab¨ªa incorporado en 1973. Militante del PSOE y de UGT desde principios de los setenta, en Tabacalera fue nombrado por el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez tras ganar este las elecciones de 1982. Era un hombre en el que se pod¨ªa confiar y que ya, como director comercial, hab¨ªa demostrado capacidad suficiente para dirigir equipos. En los siete a?os que presidi¨® Tabacalera impuls¨® una modernizaci¨®n constante y una diversificaci¨®n necesaria, mientras se adaptaba al creciente proceso de restricciones al consumo del tabaco que impon¨ªa la UE. Unos a?os despu¨¦s y tras cerrar la privatizaci¨®n, Alierta culmin¨® el proceso al aliarse con la francesa Seita y la creaci¨®n de Altadis (hoy integrada en Imperial Tobacco).
Antes de incorporarse a Tabacalera, trabaj¨® en Coca-Cola, donde lleg¨® a ser responsable comercial en Andaluc¨ªa, su tierra de nacimiento. En Coca-Cola aprendi¨® a desenvolverse en el mundo de los negocios y se impregn¨® en la cultura comercial que luego le permitir¨ªa hacer una labor presidencial cum laude en Tabacalera y Telef¨®nica. Aunque fueran sectores distintos, las tres empresas se caracterizan por estar muy cerca del cliente, y eso a C¨¢ndido siempre le preocup¨® mucho. En la firma de bebidas y en las dos empresas entonces p¨²blicas dej¨® un poso caracter¨ªstico de hacedor de equipos. Nunca mir¨®, adem¨¢s, el color ideol¨®gico de sus ejecutivos y colaboradores, que se reparten de todas las tendencias pol¨ªticas y religiosas. Y eso pese a que ten¨ªa muy marcada su ideolog¨ªa socialista y anticlerical. Gracias a ello, pudo mantener muy buenas y largas amistades. Tambi¨¦n la tuvo con sus antecesores y sucesores, incluso con Villalonga, cuyo librillo de actuaci¨®n tuvo muy poco que ver con el suyo.
Ejerc¨ªa de andaluz. Nunca perdi¨® el acento, que remarcaba si era preciso. Como buen jerezano, era experto en flamenco. Adem¨¢s le apasionaba leer y trabajar. Am¨® Andaluc¨ªa, Jerez y Granada, las ciudades en las que vivi¨®. En Granada acabar¨¢n sus cenizas, para la memoria de este hombre que era, en el buen sentido de la palabra, bueno.
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