¡®Halcones¡¯ e hip¨®critas
Los intransigentes del d¨¦ficit siguen advirtiendo de una inminente crisis fiscal que sigue sin llegar
All¨¢ por 2010, los que se autodenominaban halcones del d¨¦ficit ¡ªmejor descritos como cascarrabias del d¨¦ficit¡ª se apropiaron de gran parte de nuestro discurso pol¨ªtico. En una ¨¦poca de desempleo masivo y costes de financiaci¨®n en un m¨ªnimo hist¨®rico, un tiempo en el que la teor¨ªa econ¨®mica sosten¨ªa que necesit¨¢bamos m¨¢s gasto deficitario, no menos, estos cascarrabias convencieron a la mayor¨ªa de nuestra clase pol¨ªtica de que los d¨¦ficits, y no los puestos de trabajo, deb¨ªan ser nuestra principal prioridad econ¨®mica. Y ahora que han pasado las elecciones, intentan retomarlo donde lo dejaron.
Habr¨ªa que decirles que se vayan.
No es solo el hecho de que los cascarrabias del d¨¦ficit hayan estado equivocados respecto a todo hasta el momento. Los ¨²ltimos acontecimientos tambi¨¦n han demostrado claramente lo que ya era evidente para los observadores escrupulosos: el movimiento de intransigencia con el d¨¦ficit nunca tuvo nada que ver con el d¨¦ficit, sino que, m¨¢s bien, trataba de utilizar el temor al d¨¦ficit para destruir el colch¨®n de la Seguridad Social. Y permitir que eso pase no solo ser¨ªa una mala pol¨ªtica; ser¨ªa una traici¨®n a los estadounidenses que acaban de reelegir a un presidente que ha reformado la sanidad y que han dado su voto a algunos de los senadores m¨¢s progresistas de la historia.
Respecto a la hipocres¨ªa de los halcones: como he dicho, ha sido evidente durante a?os. Pensemos en el premio a la ¡°responsabilidad fiscal¡± que tres de las principales organizaciones de los cascarrabias del d¨¦ficit concedieron a principios de 2011 nada menos que a Paul Ryan. Entonces, como ahora, los supuestos planes de Ryan para reducir el d¨¦ficit eran una pura patra?a, ya que lo que propon¨ªa eran unas enormes rebajas fiscales para los ricos y las corporaciones, aunque se negaba a especificar c¨®mo se compensar¨ªan esos recortes. Pero, en opini¨®n de los intransigentes del d¨¦ficit, su plan para desmantelar Medicare y sus brutales recortes de Medicaid por lo visto le acreditaban como gur¨² fiscal.
La amenazadora perspectiva del abismo fiscal no es una crisis econ¨®mica sino pol¨ªtica
?Y c¨®mo reaccionaron estos cascarrabias del d¨¦ficit cuando Mitt Romney nos contaba patra?as similares, con Ryan como candidato a vicepresidente? Pues bien, la Fundaci¨®n Peter G. Peterson es la central de la intransigencia con el d¨¦ficit; la financiaci¨®n de Peterson est¨¢ detr¨¢s de gran parte del movimiento. Y c¨®mo no, David Walker, el ex consejero delegado de la fundaci¨®n y posiblemente el cascarrabias del d¨¦ficit m¨¢s notorio en Estados Unidos, apoy¨® la candidatura de Romney y Ryan.
Y luego est¨¢ la cuesti¨®n del ¡°abismo fiscal¡±.
Contrariamente a como se la suele definir, la amenazadora perspectiva de recortes del gasto y aumentos de impuestos no es una crisis fiscal, sino m¨¢s bien una crisis pol¨ªtica originada por el intento del partido republicano de tomar a la econom¨ªa como reh¨¦n. Y para que quede claro, el peligro para el pr¨®ximo a?o no es que el d¨¦ficit sea demasiado grande, sino que sea demasiado peque?o y, por consiguiente, vuelva a hundir a Estados Unidos en la recesi¨®n.
Los cascarrabias del d¨¦ficit est¨¢n pasando un mal trago con esta cuesti¨®n. ?C¨®mo pueden aconsejarnos que no caigamos en el abismo fiscal sin que parezca que est¨¢n contradiciendo su propia ret¨®rica sobre los males de los d¨¦ficits?
Erskine Bowles, otro de los intransigentes del d¨¦ficit, suena como sustituto de Geithner
Esto no ser¨ªa tan dif¨ªcil si hubieran presentado argumentos m¨¢s sinceros sobre el presupuesto: lo cierto es que los d¨¦ficits son de hecho una cosa buena cuando la econom¨ªa est¨¢ muy deprimida, de modo que la reducci¨®n del d¨¦ficit deber¨ªa esperar hasta que la econom¨ªa recupere fuerza. Como dijo John Maynard Keynes hace tres cuartos de siglo, ¡°la expansi¨®n, no la recesi¨®n, es el momento id¨®neo para la austeridad¡±. Pero puesto que los cascarrabias del d¨¦ficit han estado de hecho exigiendo que convirtamos los d¨¦ficits en la prioridad aunque la econom¨ªa est¨¦ deprimida, no pueden tocar el tema.
De modo que lo que nos dan en lugar de eso, por ejemplo en un libro blanco sobre el precipicio fiscal elaborado por el Comit¨¦ para un Presupuesto Federal Responsable, es una enrevesada serie de quejas: el ajuste es demasiado r¨¢pido (?por qu¨¦?), o es la clase equivocada de reducci¨®n del d¨¦ficit, por razones que no aclaran. O a lo mejor s¨ª las aclaran despu¨¦s de todo. Porque, a pesar de despotricar contra los d¨¦ficits, el libro blanco se opone a una subida de los tipos impositivos e incluso sugiere que se reduzcan.
De modo que los cascarrabias del d¨¦ficit, al tiempo que se hacen pasar por nobles defensores fiscales de la naci¨®n, han demostrado en la pr¨¢ctica que, adem¨¢s de hip¨®critas, son incoherentes. No merecen desempe?ar una funci¨®n central en la discusi¨®n pol¨ªtica; la verdad es que ni siquiera merecen un sitio en la mesa. Y desde luego no merecen que uno de los suyos sea nombrado secretario del Tesoro.
No s¨¦ hasta qu¨¦ punto tomarme en serio los rumores sobre el nombramiento de Erskine Bowles como sustituto de Timothy Geithner. Pero en caso de que haya algo de verdad en ellos, repasemos sus antecedentes. Bowles, como otros en la comunidad de los intransigentes del d¨¦ficit, ha recurrido arbitrariamente a las t¨¢cticas del miedo, advirti¨¦ndonos de una inminente crisis fiscal que sigue sin llegar. Por otro lado, el informe que contribuy¨® a redactar supuestamente iba a centrarse en la reducci¨®n del d¨¦ficit, pero, fiel a la costumbre, exig¨ªa unos tipos impositivos m¨¢s bajos en vez de m¨¢s altos, convirtiendo esto nada menos que en ¡°principio rector¡±. Nombrarle a ¨¦l, o a cualquiera de su cala?a, ser¨ªa una mala idea y un bofet¨®n en la cara para los ciudadanos que revalidaron al presidente Obama en el cargo.
Miren, deber¨ªamos estar teniendo una discusi¨®n seria respecto al futuro fiscal de Estados Unidos. Pero una discusi¨®n seria es precisamente lo que no hemos tenido en estos dos ¨²ltimos a?os, porque el discurso ha estado secuestrado por la gente equivocada, con el programa equivocado. Mostr¨¦mosles la puerta.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de 2008.
? New York Times Service 2012.
Traducci¨®n de News Clips.
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