Guerra por el agua en ?frica
Multinacionales agroalimentarias, fondos de inversi¨®n y Gobiernos extranjeros pelean por el control de los acu¨ªferos en el Este del continente
Hace a?os que los agricultores africanos aprendieron que es imposible regar sus tierras con l¨¢grimas. Los campos se agostan y quedan yermos. Porque de ser posible, la mayor¨ªa, en vez de ser de secano, ser¨ªan de regad¨ªo. No les faltan motivos para el llanto. Multinacionales, fondos de inversi¨®n e incluso Gobiernos extranjeros se est¨¢n quedando con sus aguas a trav¨¦s de la compra o arrendamiento de ingentes extensiones de campos de labor. Hasta ahora se hab¨ªa advertido del riesgo del acaparamiento de tierras, pero estos d¨ªas le ha llegado el turno al agua dulce. ¡°Esto puede tener implicaciones dram¨¢ticas para las personas que dependen de estos recursos¡±, advierte Paul Brotherton, de la organizaci¨®n no gubernamental holandesa Wetlands International. ¡°Podr¨ªan perder su medio de subsistencia y no ser¨ªan capaces de mantener a sus familias a trav¨¦s de la pesca o la agricultura a peque?a escala¡±. Y una poblaci¨®n desplazada de sus tierras ancestrales y privada de alimentos es una invitaci¨®n a la violencia. Etiop¨ªa y Kenia (delta del Tana) ya han tenido varios brotes. Por tanto, poco extra?a que algunos hablen de una ¡°guerra por el agua en ?frica¡±.
La fragilidad de este elemento es tal que es el ¨²nico recurso imprescindible para el ser humano que no est¨¢ protegido por ning¨²n acuerdo internacional. Y ante esta debilidad los mercados han saltado sobre ella. ¡°Lo m¨¢s valioso no es la tierra¡±, explica Neil Crowder, director en ?frica de la firma de inversi¨®n Chayton Capital, con sede en Reino Unido y que ha estado adquiriendo tierras en Zambia. ¡°El valor real est¨¢ en el agua¡±. As¨ª lo denuncia la organizaci¨®n no gubernamental Grain en un reciente trabajo titulado Exprimir ?frica hasta la ¨²ltima gota.
Porque los tiburones de las finanzas hace tiempo que detectaron el potencial de este elemento. Judson Hill, director de la consultora de inversiones estadounidense NGP Global Adaptation Partners, abri¨® camino cuando en una conferencia en Ginebra sobre el negocio de la agricultura le preguntaron si era posible hacer dinero con el agua. ¡°Baldes, baldes de dinero¡±, contest¨® sin inmutarse. Y a?adi¨®: ¡°Hay muchas maneras de producir un retorno muy atractivo en este sector si sabes d¨®nde ir¡±.
La fr¨¢gil cuenca del Nilo sufre una oleada de proyectos agr¨ªcolas
Esto suced¨ªa en 2010. Dos a?os despu¨¦s ya sabemos a qu¨¦ lugares fueron. Sobre todo a las estribaciones de los grandes r¨ªos africanos (N¨ªger, Nilo, Limpopo, Omo, Wami, Tana). La cuenca del Nilo, que padece una extrema fragilidad pol¨ªtica y social, est¨¢ recibiendo una oleada de proyectos agr¨ªcolas a gran escala dirigidos sobre todo a la agricultura de exportaci¨®n.
Las operaciones de acaparamiento de tierras y agua son tantas y de tal volumen que merece la pena echar un vistazo al detalle de las mismas en el ¨²nico portal de mundo que las compila (http://landportal.info/landmatrix/get-the-detail/by-investor/903). Hay 925 recogidas. Y evidencian la voracidad de este nuevo hidrocolonialismo. Los protagonistas ¡°son sobre todo empresas del gran negocio agroindustrial que est¨¢n usurpando tierras y agua para incrementar su cuenta de resultados¡±, denuncia Gustavo Duch, coordinador de la publicaci¨®n Soberan¨ªa Alimentaria.
La presi¨®n sobre los pa¨ªses es enorme, y tres de los principales territorios de la cuenca del Nilo (Etiop¨ªa, Sud¨¢n y Sud¨¢n del Sur) ya han cedido vastas extensiones de tierra. En Sud¨¢n y Sud¨¢n del Sur se han entregado 4,9 millones de hect¨¢reas (una superficie superior a la de los Pa¨ªses Bajos) desde 2006 a firmas extranjeras. En Gambela (Etiop¨ªa), en la frontera con Sud¨¢n del Sur, multinacionales como Karuturi Global (India) o Saudi Star (Arabia Saud¨ª), capitaneadas por los multimillonarios Ramakrisha Karuturi y Sheikh Al-Amoudi, est¨¢n construyendo canales de riego para extraer agua del Nilo desde Etiop¨ªa. ¡°La llegada masiva de estos actores deja situaciones tan dif¨ªciles de explicar como que ese pa¨ªs del cuerno de ?frica, un territorio que pasa hambre, sea exportador de alimentos¡±, apunta Henk Hobbelink, coordinador de la organizaci¨®n no gubernamental Grain.
Y claro, para poner toda esta tierra en producci¨®n, debe de ser regada. ?Hay agua suficiente? Parece que no. Si los 40 millones de hect¨¢reas de tierra ¡ªdetalla un trabajo del think tank californiano The Okland Institute¡ª que se compraron en ?frica en 2009 se cultivaran, har¨ªan falta entre 300 y 500 kil¨®metros c¨²bicos de este recurso al a?o, aproximadamente el doble (184,35 kil¨®metros c¨²bicos) de lo que consumi¨® toda la agricultura africana en 2005. De seguir este ritmo de adquisiciones, en 2019 la demanda de agua dulce solo para dar respuesta a esas tierras nuevas superar¨¢ la oferta existente.
Etiop¨ªa, Sud¨¢n y Sud¨¢n del Sur ya han cedido vastas extensiones de tierra
Incluso al m¨ªtico Nilo las cuentas no le salen. Seg¨²n la FAO (Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura), los 10 pa¨ªses que pertenecen a la cuenca de este r¨ªo tienen, como m¨¢ximo, agua para regar ocho millones de hect¨¢reas, pero, por s¨ª solos, Etiop¨ªa, Egipto, Sud¨¢n y Sud¨¢n del Sur ya han puesto en marcha, seg¨²n Grain, infraestructuras de riego para cubrir 5,4 millones, y acaban de entregar 8,6 millones de hect¨¢reas adicionales. ¡°Es mucha m¨¢s agua de la que existe en la cuenca y supone un suicidio hidrol¨®gico¡±, alerta Henk Hobbelink. Poco parece importarle a las corporaciones extranjeras que operan en la zona, como Pinosso Group (Brasil), Hassad Food (Catar), Foras (Arabia Saud¨ª), Pharos (Emiratos ?rabes) o ZTE (China). Es la b¨²squeda del beneficio econ¨®mico, pero tambi¨¦n una forma para muchos pa¨ªses de asegurarse un granero lejos de casa. Arabia Saud¨ª tiene tierras, pero no agua. Y China tiene una ingente poblaci¨®n que alimentar.
El agua parece acorralada e incluso la legislaci¨®n dir¨ªase que est¨¢ en su contra. ?Qui¨¦n tiene los derechos del agua de un r¨ªo? ?La gente que vive en sus riberas, los agricultores que dependen de ¨¦l para regar o aquellos que est¨¢n aguas arriba o aguas abajo? Esta naturaleza inasible es un h¨¢ndicap serio. ¡°Los l¨ªmites entre legalidad e ilegalidad son a menudo borrosos y muchas veces los acaparadores se aprovechan de esta complejidad¡±, reflexiona Lyla Mehta, profesor en la University of Life Sciences de Noruega.
El poeta uzbeko Muhammed Salikh escribi¨®: ¡°No se puede rellenar el Mar de Aral con l¨¢grimas¡±. Pero estamos abocados al llanto. ¡°Si el problema de la gesti¨®n eficiente de este recurso no se resuelve, algunos pa¨ªses tendr¨¢n que importar agua para cultivar, desalinizar, o incluso traer de fuera las cosechas propias¡±, narra por correo electr¨®nico un representante del fondo Pictet Agriculture. Un mundo que bien semeja el Dune imaginado por Frank Herbert.
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