El juego de los impuestos
![El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AQMZOQXEUHS6C6WCYQKR3BXOEY.jpg?auth=31268ea79b778c3523f71d90020f260cb1f4645f71f147725733ca00b3cf5ed2&width=414)
Hace unos cuantos a?os, se puso muy de moda el p¨®quer televisado (programas en los que se pueden ver las apuestas y faroles de los jugadores de cartas expertos). Sin embargo, los espectadores parecen haber perdido inter¨¦s desde entonces. Pero tengo una propuesta: en lugar de mostrar a expertos del p¨®quer, ?por qu¨¦ no hacer un programa en el que aparezcan incompetentes del p¨®quer? (personas que se echan atr¨¢s cuando tienen una buena mano o que no saben c¨®mo dejarlo cuando van ganando).
Aunque bien pensado, ese programa ya existe. Se llama negociaci¨®n presupuestaria y va ahora por su segundo episodio.
El primer episodio se emiti¨® en 2011, cuando el presidente Obama hizo su primer intento de alcanzar un pacto fiscal a largo plazo ¡ªel llamado Gran Pacto¡ª con John Boehner, el presidente de la C¨¢mara de los Representantes. Obama llevaba una mano m¨¢s bien floja, despu¨¦s de unas elecciones de mediados de mandato en las que los dem¨®cratas recibieron un varapalo. No obstante, las concesiones que ofreci¨® fueron impresionantes: estaba dispuesto a aceptar unos recortes enormes del gasto, por no mencionar el aumento de la edad para poder acogerse a Medicare, a cambio de la vaga promesa de un incremento de los ingresos sin ninguna subida de los tipos impositivos.
Este acuerdo, si se hubiese puesto en pr¨¢ctica, habr¨ªa supuesto una grand¨ªsima victoria para los republicanos y habr¨ªa sido muy perjudicial para esos dos programas tan valorados por los dem¨®cratas y la marca pol¨ªtica dem¨®crata. Pero eso nunca sucedi¨®. ?Por qu¨¦? Porque Boehner y los miembros de su partido no pod¨ªan resignarse a aceptar ni siquiera una peque?a subida de los impuestos. Y su intransigencia salv¨® a Obama de s¨ª mismo.
Ahora han retomado el juego; solo que Obama lleva una mano mucho mejor. ?l y su partido han conseguido una victoria s¨®lida en las elecciones de este a?o. Y el reloj legislativo tambi¨¦n marcha a su favor en gran medida. Est¨¢ previsto que todas las bajadas de impuestos de Bush expiren al acabar el mes.
Los republicanos chiflados no pueden aceptar la idea de votar jam¨¢s para que se suban los impuestos a los ricos
Una breve digresi¨®n: me he percatado de un nuevo intento del Partido Republicano de acosar a los periodistas para que mencionen solo los recortes de impuestos de la ¡°¨¦poca de Bush¡±, probablemente con la esperanza de disociar esos recortes, que quieren mantener, de un presidente al que ahora los votantes miran con desd¨¦n. Pero George W. Bush y su Gobierno idearon esos recortes y presionaron al Congreso para que los aprobase y es enga?oso dar a entender otra cosa.
Volviendo a la partida de p¨®quer: el presidente no tiene todas las cartas en la mano; hay algunas cosas que ¨¦l y sus compa?eros dem¨®cratas quieren, como la prolongaci¨®n de las prestaciones por desempleo y del gasto en infraestructuras, que no pueden conseguir sin un poco de cooperaci¨®n republicana. Pero est¨¢ en una situaci¨®n muy ventajosa.
A pesar de ello, a principios de esta semana, los progresistas han tenido de repente la deprimente sensaci¨®n de que se estaba volviendo a repetir lo sucedido en 2011, al hacer el Gobierno de Obama una oferta de presupuesto que, aun siendo mucho mejor que el desastroso pacto que estaba dispuesto a firmar la ¨²ltima vez, segu¨ªa traduci¨¦ndose en ceder terreno en asuntos en los que hab¨ªa prometido mantenerse firme (al perpetuar una parte considerable de las rebajas de impuestos de Bush a las rentas altas, que en la pr¨¢ctica reducen las prestaciones de la Seguridad Social al modificar el ajuste seg¨²n la inflaci¨®n).
Boehner est¨¢ haciendo un favor a Obama al alejarle de hacer concesiones para llegar a un acuerdo
Y esto era una oferta, no un pacto. ?Estamos a punto de ser testigos de otra ronda de negociaciones del presidente consigo mismo, que arrebaten las pol¨ªticas y la derrota pol¨ªtica de las fauces de la victoria?
Bueno, probablemente no. Una vez m¨¢s, los republicanos chiflados ¡ªesas personas que no pueden aceptar la idea de votar jam¨¢s para que se suban los impuestos a los ricos, independientemente de la realidad fiscal o econ¨®mica¡ª han sido la salvaci¨®n.
No sabemos exactamente por qu¨¦ Boehner no respondi¨® a la oferta del presidente con una contraoferta real y, en lugar de eso, propuso algo rid¨ªculo: un ¡°plan B¡± que, seg¨²n el independiente Centro de Pol¨ªticas Tributarias, subir¨ªa de hecho los impuestos que pagan muchas familias con ingresos bajos y medios, mientras que reducir¨ªa los impuestos que paga casi la mitad de los que pertenecen al 1% superior. El efecto, sin embargo, tiene que haber sido el de abrirle los ojos al equipo de Obama y acabar con cualquier ilusi¨®n de que estaba participando en negociaciones de buena fe.
Boehner ha tenido problemas evidentes para conseguir que su grupo apoyase el plan B y lo retir¨® de la mesa de negociaci¨®n el jueves por la noche; habr¨ªa aumentado moderadamente los impuestos que pagan los realmente ricos, el 0,1% con los ingresos m¨¢s altos, y hasta eso era demasiado para muchos republicanos. Esto significa que cualquier pacto real con Obama ser¨ªa recibido con deserciones en masa del Partido Republicano; de modo que cualquier pacto similar requerir¨ªa un apoyo dem¨®crata mayoritario, hecho que envalentona a los progresistas dispuestos a salir corriendo si creen que el presidente est¨¢ cediendo demasiado.
Por tanto, al igual que en 2011, los republicanos chiflados est¨¢n haci¨¦ndole un favor a Obama, al alejarlo de cualquier tentaci¨®n que pueda tener de regalarles lo que quieran para perseguir sue?os bipartidistas.
Y hay una lecci¨®n m¨¢s general en esto. Este no es el momento para un Gran Pacto porque el Partido Republicano, con su actual composici¨®n, sencillamente no es una entidad con la que el presidente pueda llegar a un acuerdo serio. Si vamos a hacer frente a los problemas de nuestro pa¨ªs ¡ªde los cuales el d¨¦ficit presupuestario es solo una peque?a parte¡ª hay que poner coto al poder que tienen los extremistas del Partido Republicano, dispuestos a tomar como reh¨¦n la econom¨ªa si no se salen con la suya. Y por alguna raz¨®n, no creo que eso vaya a pasar en los pr¨®ximos d¨ªas.
Paul Krugman, premio Nobel de 2008, es profesor de Econom¨ªa de Princeton.
?New York Times Service 2012.
Traducci¨®n de News Clips.
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