?Se ha terminado el crecimiento?
De las perspectivas para una prosperidad a largo plazo sabemos menos de lo que pensamos
La mayor parte de los comentarios econ¨®micos que se leen en la prensa se centran en el corto plazo: los efectos del precipicio fiscal sobre la recuperaci¨®n estadounidense, las tensiones a las que se ve sometido el euro y el ¨²ltimo intento de Jap¨®n de salir de la deflaci¨®n. Esta atenci¨®n es comprensible, dado que una depresi¨®n mundial te puede arruinar todo un d¨ªa. Pero nuestros apuros actuales se acabar¨¢n con el tiempo. ?Qu¨¦ sabemos de las perspectivas para una prosperidad a largo plazo?
La respuesta es: menos de lo que pensamos.
Las proyecciones a largo plazo realizadas por los organismos oficiales, como la Oficina Presupuestaria del Congreso, por lo general dan por sentado dos cosas importantes. Una es que el crecimiento econ¨®mico a lo largo de las pr¨®ximas d¨¦cadas se parecer¨¢ al crecimiento a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas. En concreto, se prev¨¦ que la productividad ¡ªel principal impulsor del crecimiento¡ª aumente a un ritmo no muy diferente del de su crecimiento medio desde la d¨¦cada de 1970. Por otro lado, sin embargo, estas proyecciones por lo general dan por sentado que la desigualdad de ingresos, que se dispar¨® a lo largo de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, solo aumentar¨¢ con moderaci¨®n en el futuro.
No resulta dif¨ªcil entender por qu¨¦ los organismos dan esto por sentado. Teniendo en cuenta lo poco que sabemos sobre el crecimiento a largo plazo, dar por hecho simplemente que el futuro se parecer¨¢ al pasado es una suposici¨®n natural. Por otra parte, si la desigualdad de ingresos sigue aumentando vertiginosamente, estamos ante un futuro dist¨®pico en el que se producir¨¢ una guerra de clases, y no es algo que los organismos gubernamentales quieran plantearse.
As¨ª y todo, es muy probable que esta opini¨®n generalizada se equivoque en uno o en ambos aspectos.
Si la desigualdad de ingresos sigue aumentando, se producir¨¢ en un futuro una guerra de clases
Recientemente, Robert Gordon, de la Northwestern University, provoc¨® un revuelo al sostener que es probable que el crecimiento econ¨®mico disminuya dr¨¢sticamente y, de hecho, es muy posible que la ¨¦poca de crecimiento que se inici¨® en el siglo XVIII est¨¦ tocando a su fin.
Gordon se?ala que el crecimiento econ¨®mico a largo plazo no ha sido un proceso continuo: ha sido impulsado por varias ¡°revoluciones industriales¡± espec¨ªficas, cada una de las cuales estaba basada en un conjunto concreto de tecnolog¨ªas. La primera revoluci¨®n industrial, basada en gran medida en el motor de vapor, impuls¨® el crecimiento a finales del siglo XVIII y a principios del XIX. La segunda, que result¨® posible, en gran parte, por la aplicaci¨®n de la ciencia a tecnolog¨ªas como la electrificaci¨®n, la combusti¨®n interna y la ingenier¨ªa qu¨ªmica, empez¨® en torno a 1870 e impuls¨® el crecimiento hasta la d¨¦cada de 1960. La tercera, centrada en torno a la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n, define nuestra ¨¦poca actual.
Y, como se?ala Gordon correctamente, los beneficios, hasta ahora, de la tercera revoluci¨®n industrial, aunque son reales, han sido mucho menos importantes que los de la segunda. La electrificaci¨®n, por ejemplo, fue un invento mucho m¨¢s importante que Internet.
Es una tesis interesante y un contrapeso ¨²til frente a toda la sorprendente glorificaci¨®n de la ¨²ltima tecnolog¨ªa. Y aunque no creo que tenga raz¨®n, la forma en la que probablemente se equivoca tiene implicaciones igual de destructivas para la opini¨®n generalizada. El argumento en contra del tecnopesimismo de Gordon reside en gran parte en la suposici¨®n de que los grandes beneficios de la tecnolog¨ªa de la informaci¨®n, que solo acaban de empezar, provendr¨¢n del desarrollo de m¨¢quinas inteligentes.
La electrificaci¨®n fue un invento mucho m¨¢s importante, por ejemplo, que Internet
Si siguen estas cosas, saben que el campo de la inteligencia artificial lleva d¨¦cadas rindiendo por debajo de sus posibilidades, lo cual es frustrante, ya que a los ordenadores les resulta incre¨ªblemente dif¨ªcil hacer cosas que a todos los seres humanos les parecen f¨¢ciles, como entender palabras normales y corrientes o reconocer objetos diferentes en una foto. ?ltimamente, sin embargo, parece que se han derribado las barreras y no porque hayamos aprendido a reproducir el entendimiento humano, sino porque los ordenadores pueden ofrecer hoy d¨ªa resultados aparentemente inteligentes buscando mediante patrones en enormes bases de datos.
Es verdad que el reconocimiento del lenguaje todav¨ªa no es perfecto; seg¨²n el programa, una persona que llam¨® indignada me dijo que estaba ¡°totalmente equivocado¡±. Pero eso es mucho mejor de lo que estaba hace solo unos a?os, y ya se ha convertido en una herramienta tremendamente ¨²til. El reconocimiento de objetos est¨¢ un poco rezagado: sigue produciendo emoci¨®n el hecho de que una red de ordenadores alimentada con im¨¢genes de YouTube aprendiese espont¨¢neamente a identificar a los gatos. Pero no hay un gran trecho desde esto hasta un sinf¨ªn de aplicaciones econ¨®micamente importantes.
Por eso puede que las m¨¢quinas est¨¦n listas dentro de poco para realizar tareas que actualmente requieren una gran cantidad de trabajo humano. Esto se traducir¨¢ por un r¨¢pido aumento de la productividad y, por tanto, por un crecimiento econ¨®mico general elevado.
Pero ¡ªy esta es la cuesti¨®n fundamental¡ª ?qui¨¦n se beneficiar¨¢ de ese crecimiento? Por desgracia, es muy f¨¢cil sostener el argumento de que la mayor¨ªa de los estadounidenses se quedar¨¢n atr¨¢s, porque las m¨¢quinas inteligentes acabar¨¢n devaluando la contribuci¨®n de los trabajadores, incluidos los trabajadores cualificados cuyas habilidades se volver¨¢n superfluas repentinamente. La cuesti¨®n es que existen buenas razones para pensar que la opini¨®n generalizada reflejada en las proyecciones presupuestarias a largo plazo ¡ªunas proyecciones que determinan todos los aspectos de la actual discusi¨®n pol¨ªtica¡ª es totalmente err¨®nea.
?Cu¨¢les son, entonces, las consecuencias de esta visi¨®n alternativa para la pol¨ªtica? Bueno, es un tema que tendr¨¦ que abordar en una futura columna.
Paul Krugman, profesor de Princeton, es premio Nobel de Econom¨ªa de 2008
? New York Times Service 2012
Traducci¨®n de News Clip
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.