De Greenspan a Carney
Los banqueros centrales se convierten en las nuevas estrellas econ¨®micas
¡°Ustedes son nuestros nuevos h¨¦roes, los banqueros centrales son nuestros h¨¦roes y les debemos estar agradecidos¡±. Pocos halagos tan entusiastas como el de Anshu Jain, coconsejero delegado de Deutsche Bank, en el Foro de Davos podr¨ªan resumir el sentimiento de muchos agentes econ¨®micos ante el papel desempe?ado por los bancos centrales en esta crisis. Un entusiasmo disonante en un momento en el que las autoridades y los agentes econ¨®micos son vapuleados p¨²blicamente por sus responsabilidades en la crisis.
Desde que Alan Greenspan abandon¨® la presidencia de la Reserva Federal, ning¨²n banquero central hab¨ªa gozado de tanto protagonismo como del que ahora gozan sus colegas de profesi¨®n. Ni siquiera Ben Bernanke, su sustituto y cuyos conocimientos de la Gran Depresi¨®n explican en parte la contundente respuesta de la Reserva a la crisis, goza de semejante reconocimiento. Ya hay, incluso, quien apunta a un posible relevo de Greenspan en el olimpo de los banqueros centrales.
El verano pasado, la revista Global Finance designaba a Mark Carney, al frente del banco central de Canad¨¢, como el mejor banquero central del mundo. Poco despu¨¦s se hac¨ªa p¨²blico su fichaje por el Banco de Inglaterra, en un movimiento poco habitual entre las autoridades monetarias de los pa¨ªses desarrollados, y el Tesoro brit¨¢nico abonaba el fervor general al asegurar que se trataba del ¡°banquero central m¨¢s destacado de su generaci¨®n¡±.
Carney arrastra tras de s¨ª el aura de que Canad¨¢ haya sido la primera econom¨ªa del G-7 en salir de la crisis y en que su sistema financiero haya evitado el enorme lastre de las hipotecas subprime, las que propiciaron el estallido de la crisis financiera, pese a los estrechos v¨ªnculos del pa¨ªs con Estados Unidos. Sus detractores recuerdan, sin embargo, que en Canad¨¢ la supervisi¨®n bancaria no depende del banco central, sino de una oficina del Gobierno independiente, y que las medidas de est¨ªmulo impulsadas por el banco central han propiciado una burbuja inmobiliaria m¨¢s que evidente en Toronto y en Vancouver contra la que ahora tiene que lidiar esa misma oficina. La efectividad de Carney para lidiar con los problemas que propiciaron la actual crisis es, por tanto, desconocida, y con ellos tendr¨¢ que lidiar en su nuevo destino.
Nunca una intervenci¨®n result¨® tan barata y efectiva como la de Draghi en julio
No ser¨¢ el ¨²nico cambio al frente de un gran banco central. Tras sus p¨²blicas discrepancias con el nuevo Gobierno japon¨¦s, Masaaki Shirakawa adelant¨® unos meses su dimisi¨®n anticipada. El consejo de gobierno de la entidad renovar¨¢ a mediados de marzo a tres de sus miembros, lo que tendr¨¢ una influencia decisiva en la trayectoria que marque desde entonces la pol¨ªtica monetaria japonesa. Hay m¨¢s. Glenn Stevens termina en septiembre su mandato al frente del banco central de Australia, la marcha de Carney ha abierto la sucesi¨®n en Canad¨¢ y los gobernadores de Rusia, India y China tambi¨¦n ser¨¢n relevados este a?o.
¡°La gente espera demasiado de los bancos centrales, tiene demasiada confianza en la pol¨ªtica monetaria¡±, dec¨ªa en el Foro de Davos el presidente de un banco chino. Pero motivos no faltan, como demuestra el caso del Banco Central Europeo (BCE).
En un momento de m¨¢xima tensi¨®n financiera en las econom¨ªas de la eurozona como fue el pasado mes de julio, el presidente del BCE, Mario Draghi, logr¨® frenar la escalada de la deuda perif¨¦rica al asegurar que la entidad har¨ªa ¡°lo que sea necesario para salvar el euro, y, cr¨¦anme, ser¨¢ suficiente¡±. Nunca en la historia de los bancos centrales tan pocas palabras resultaron tan efectivas. Ninguna intervenci¨®n result¨® tan barata y logr¨® evitar lo que parec¨ªa un rescate inevitable de la cuarta econom¨ªa de la zona euro. Todo perfecto salvo que la historia a¨²n est¨¢ por concluir y que su ¨¦xito, hasta el momento, ha sido limitado.
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