El fracaso institucional europeo
La triste saga del rescate chipriota nos ha recordado de nuevo los fracasos recientes del entramado institucional europeo. De la misma manera que los grandes accidentes de la historia se han debido a una acumulaci¨®n de errores que han superado los m¨²ltiples sistemas de seguridad ¡ªpor ejemplo, el famoso accidente nuclear de la central de Three Mile Island, en Pensilvania, donde fallaron los sistemas primarios y secundarios de seguridad y la complejidad del panel de control hizo que los funcionarios no se dieran cuenta a tiempo de los problemas, etc¨¦tera¡ª la gesti¨®n de la crisis chipriota pasar¨¢ a la historia como un c¨²mulo de errores, muchos de ellos evitables, con un claro origen en la miop¨ªa de la pol¨ªtica. Est¨¢ claro que el principal riesgo derivado de la zona euro no es la fr¨¢gil situaci¨®n econ¨®mica y financiera, sino la terrible gesti¨®n de la crisis por parte de la gran mayor¨ªa de gobernantes europeos.
Es siempre dif¨ªcil identificar las causas remotas de las crisis, pero se podr¨ªan identificar dos. Por un lado, la decisi¨®n, hace ya varios a?os, de debilitar las instituciones comunitarias a favor del poder intergubernamental. El trayecto desde la comisi¨®n de Delors hasta la comisi¨®n de Barroso presenci¨® un gran debilitamiento de la instituci¨®n. A su vez, el Eurogrupo comenz¨® a ganar poder, y los jefes de Estado se dotaron de una presidencia permanente del Consejo Europeo. Lo intergubernamental se impon¨ªa a lo comunitario, y las narrativas electorales locales pasaban a dominar las decisiones, con la Comisi¨®n ejerciendo en muchos casos de secretar¨ªa t¨¦cnica.
A esta decisi¨®n pol¨ªtica de debilitar las instituciones comunitarias se suma la creciente divergencia del poder econ¨®mico dentro de la zona euro. Hace 10 a?os, cuando los pa¨ªses tomaron la decisi¨®n de integrarse en el euro, la situaci¨®n era muy diferente, con Alemania d¨¦bil y en medio de un largo proceso de reestructuraci¨®n tras la reunificaci¨®n ¡ªrecordemos que era el paciente enfermo de Europa¡ª y el resto gozando de la bonanza generada por el euro. Esta diferencia gener¨® una divergencia c¨ªclica entre Alemania y el resto de Europa que ahora est¨¢ resultando fundamental para entender la gesti¨®n de la crisis. Mientras una gran parte de la zona euro trata de recuperarse del desinfle de la burbuja bancaria e inmobiliaria, Alemania goza de una posici¨®n econ¨®mica, fiscal y exterior muy solida, ya que no ten¨ªa ning¨²n desequilibrio cuando llego la crisis y por tanto se ha podido beneficiar sin restricciones de las pol¨ªticas expansivas adoptadas.
La combinaci¨®n de la devoluci¨®n del poder a los Estados y la divergencia econ¨®mica ha generado una concentraci¨®n tremenda de poder en manos alemanas, donde el objetivo pol¨ªtico est¨¢ enfocado sobre todo en minimizar el riesgo moral y en la prevenci¨®n de la pr¨®xima crisis y mucho menos en la resoluci¨®n de la crisis actual al m¨ªnimo coste. La tremenda debilidad no solo econ¨®mica sino tambi¨¦n pol¨ªtica de los otros pa¨ªses grandes europeos ¡ªEspa?a no tiene l¨ªderes intelectuales, ni siquiera que hablen ingl¨¦s, y hace tiempo que no tiene a nadie que de verdad tenga influencia en los momentos cr¨ªticos; Italia ha sufrido el estigma berlusconiano, brevemente interrumpido por Monti, pero se encuentra ahora de nuevo en un periodo de interregno; y Francia tiene una econom¨ªa y, sobre todo, un presidente, muy d¨¦bil, que se opone a la austeridad pero no presenta ninguna alternativa cre¨ªble¡ª ha dejado el poder de decisi¨®n europeo en manos de una coalici¨®n germano-holandesa-finlandesa que se rige por las necesidades electorales de muy corto plazo y una visi¨®n tremendamente restrictiva del futuro com¨²n europeo.
As¨ª, no es de extra?ar que se designara como presidente del Eurogrupo al joven ministro holand¨¦s, sin ninguna experiencia relevante en gesti¨®n de crisis, pero cuyo pasaporte serv¨ªa como delegado del poder alem¨¢n. Tampoco es entonces de extra?ar que en dos semanas este presidente holand¨¦s del Eurogrupo haya tenido que emitir al menos dos desmentidos porque sus declaraciones han sembrado el p¨¢nico en los mercados y pueden tener consecuencias bastante negativas para el sector bancario de la periferia europea, como ha demostrado la evoluci¨®n de sus cotizaciones burs¨¢tiles esta semana. ?D¨®nde estaba la Comisi¨®n, o el BCE, para evitar este desaguisado?
La zona euro necesita una estructura institucional fuerte para que el todo sea mayor que la suma de las partes
La resoluci¨®n de la crisis chipriota revela esta fragilidad institucional, y tiene muchas lecturas. Por un lado, es cierto que Chipre tiene ¡ªo ten¨ªa¡ª un sistema bancario exagerado y especializado en pr¨¢cticas ligadas a la ingenier¨ªa fiscal. El paquete final consigue el objetivo de reducir el tama?o del sistema bancario y adopta la metodolog¨ªa m¨¢s o menos est¨¢ndar en estos casos: cuando un banco es insolvente, los accionistas sufren primero, luego los bonistas, y finalmente, si hace falta, los depositantes. Los contribuyentes solo como ¨²ltimo recurso, o en caso de importancia sist¨¦mica. Hasta aqu¨ª la teor¨ªa. Pero ahora llega la pr¨¢ctica. Hace un par de meses, el presidente del Eurogrupo, el mismo que afirm¨® que a partir de ahora los bancos se tendr¨¢n que arreglar ellos solos, rescat¨® el banco SNS Reaal con dinero p¨²blico. Es decir, a los depositantes holandeses se les ahorr¨® una quita, pero a los chipriotas no. La decisi¨®n de limitar la deuda chipriota al 100% del PIB en 2020 es completamente arbitraria, y se pod¨ªa haber dado un rescate mayor que hubiera aligerado la quita a los depositantes. ?Por qu¨¦ la teor¨ªa se aplic¨® hace tan solo un mes de una manera en Holanda ¡ªy en el resto de la eurozona¡ª y de otra manera en Chipre? ?Por qu¨¦ no se us¨® el MEDE para recapitalizar directamente los bancos chipriotas, para romper el v¨ªnculo entre bancos y deuda p¨²blica? Curiosamente, Luxemburgo, otro pa¨ªs cuya econom¨ªa tiene una fuerte concentraci¨®n financiera, se ha expresado esta semana en contra de la nacionalizaci¨®n de los problemas bancarios, y a favor del uso del MEDE. No es de extra?ar que, con tanta cacofon¨ªa, los inversores no se f¨ªen de nada de lo que dicen los gobernantes europeos.
Claramente, la nacionalidad rusa de muchos de los grandes depositantes de los bancos chipriotas ha influido. Claramente el deseo de dar una lecci¨®n a los mercados, para que mejoren la vigilancia de los bancos y as¨ª evitar que se repita la crisis, ha influido. Tambi¨¦n el deseo de no cargar a las generaciones futuras chipriotas con un problema generado por sus antepasados. Y la estrategia del Gobierno chipriota ha sido de dudoso acierto.
Pero tambi¨¦n ha habido otras razones menos claras: el deseo del FMI de restaurar su credibilidad tras las dudas suscitadas por Grecia; el deseo del BCE de evitar perdidas; la campa?a electoral alemana, donde el caso chipriota se hab¨ªa convertido en una punta de lanza de la estrategia del SPD contra Merkel; y el deseo de aplicar ¡ªclaramente a destiempo¡ª la nueva metodolog¨ªa europea de resoluci¨®n de instituciones bancarias, que algunos ven como el embri¨®n de la futura uni¨®n bancaria europea. Y, sobre todo, la falta de un sistema institucional de contrapesos que neutralice toda esta serie de intereses especiales.
La zona euro necesita una estructura institucional fuerte para que el todo sea mayor que la suma de las partes. Para hacer frente a las incertidumbres, para evitar que la tiran¨ªa de las minor¨ªas electorales regionales se adue?en de las decisiones, para contrarrestar la asimetr¨ªa econ¨®mica y pol¨ªtica actual. La alternativa ser¨¢ una creciente reticencia a todo lo que sea alem¨¢n y una mayor desafecci¨®n hacia el euro, y las consecuencias pueden ser graves. El euro es una instituci¨®n pol¨ªtica, no econ¨®mica, y no podr¨¢ dar sus frutos sin solidaridad pol¨ªtica y fortaleza institucional.
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