Nuevas monedas
La aceptaci¨®n de una moneda se basa esencialmente en una convenci¨®n social que le confiere un valor determinado. Los nost¨¢lgicos del patr¨®n oro podr¨ªan argumentar que la convertibilidad por ese metal hace del dinero algo m¨¢s tangible, pero eso implicar¨ªa reconocer un elevado valor intr¨ªnseco del oro, m¨¢s all¨¢ del que se deriva de su mera escasez.
En las sociedades modernas, son los Estados los que ratifican este acuerdo garantizando la validez de las monedas que ellos mismos emiten. Sin embargo, el monopolio de emisi¨®n es un fen¨®meno que apenas cuenta con tres siglos de historia. Hasta la aparici¨®n de los bancos centrales, la banca comercial era la responsable de imprimir billetes que ellos mismos avalaban con sus reservas.
En este contexto, la aparici¨®n de monedas digitales plantea diversas preguntas sobre su capacidad para convertirse en un est¨¢ndar que desbanque a las actuales divisas. Recientemente ha adquirido una gran notoriedad p¨²blica el bitcoin, una moneda digital global que se emite de forma descentralizada (no hay una ¨²nica autoridad emisora) y que tiene una base monetaria limitada de antemano a 21 millones de unidades. Frente a las monedas tradicionales, las ventajas m¨¢s destacadas por sus defensores son el anonimato y una mayor protecci¨®n frente a episodios inflacionarios, ya que no est¨¢ sujeta a decisiones de pol¨ªtica monetaria.
Este argumento puede parecer cierto a priori: formas de dinero tradicional, como el euro, han convivido desde su nacimiento con inflaci¨®n, por lo que su valor original se ha ido diluyendo con el tiempo. Est¨¢ por ver si con los bitcoins no ocurre algo similar, aunque lo que deber¨ªa preocupar al usuario de la moneda digital es su extrema volatilidad: en las ¨²ltimas semanas, el precio de un bitcoin lleg¨® a superar los 200 d¨®lares en el mercado para despu¨¦s corregir de forma abrupta por debajo de los 100 d¨®lares. Sin un banco central que vele por la estabilidad de la divisa, es probable que haya que considerar la volatilidad (y, tal vez, la generaci¨®n de ¡°burbujas¡±) como un elemento intr¨ªnseco a la naturaleza de las monedas digitales, lo que reduce su atractivo para que sean consideradas como un medio de pago generalmente aceptado.
De hecho, la mayor repercusi¨®n medi¨¢tica del bitcoin ha llegado con la aparici¨®n de movimientos especulativos que han a?adido gran volatilidad al tipo de cambio frente al d¨®lar, convirti¨¦ndolo en un activo de inter¨¦s para algunos inversores de riesgo. Sin embargo, para que la nueva moneda no quede en una an¨¦cdota, el primer obst¨¢culo que deber¨¢ superar es conseguir que los ciudadanos entiendan bien su funcionamiento (algo que dista de ser trivial) y, sobre todo, que acepten el bitcoin como instrumento de pago.
Hasta el momento, el algoritmo criptogr¨¢fico sobre el que se sustenta no ha presentado ninguna vulnerabilidad, por lo que se puede considerar que es un medio seguro. No obstante, no queda claro qui¨¦n responder¨ªa por los fondos depositados en bitcoins en caso de que se diera alg¨²n fallo cr¨ªtico en el futuro, al no existir ninguna autoridad con capacidad de supervisi¨®n sobre una moneda de este tipo.
?lvaro Mart¨ªn Enr¨ªquez y Mat¨ªas Lamas Rodr¨ªguez son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Afi)
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