Alemania es parte del problema, no la soluci¨®n
La evidencia es concluyente: el c¨®ctel de medicinas impuesto por Alemania desde 2010, con el objetivo de hacer frente a la crisis, no cura. Al contrario, empeora la enfermedad. Espa?a es, en este momento, el ejemplo m¨¢s evidente de ese fracaso.
Este c¨®ctel, o policy mix, consiste en lo siguiente: austeridad compulsiva del gasto p¨²blico, pol¨ªtica monetaria restrictiva, apreciaci¨®n del euro, devaluaci¨®n interna de salarios y reformas.
Este c¨®ctel no consigue reducir el d¨¦ficit al ritmo que se quer¨ªa y hace aumentar la deuda p¨²blica Este resultado no nos deber¨ªa sorprender. La historia nos ofrece ejemplos de pa¨ªses sobreendeudados que emplearon ese mismo c¨®ctel y fracas¨®. La teor¨ªa econ¨®mica explica el porqu¨¦. Tiene que ver con lo que se llama el multiplicador fiscal: el beneficio que se espera obtener con la reducci¨®n del gasto p¨²blico queda anulado por la ca¨ªda m¨¢s que proporcional de los ingresos p¨²blicos que produce la recesi¨®n econ¨®mica provocada por la reducci¨®n del gasto.
La evidencia de su fracaso es tal que hasta aquellos que en sus inicios dieron apoyo a este c¨®ctel se lo han retirado. Adem¨¢s, hip¨®tesis como la de que la deuda p¨²blica impide el crecimiento ahora se ven al rev¨¦s: la falta de crecimiento es lo que hace aumentar la deuda.
Si ese c¨®ctel funciona, ?hay alternativa?
La hay. La que est¨¢n probando Estados Unidos, Reino Unido y Jap¨®n. Estos tres pa¨ªses est¨¢n ensayando un nuevo mix: inyecci¨®n masiva de dinero mediante medidas no convencionales, nuevos canales de cr¨¦dito a pymes y familias, una pol¨ªtica de gasto p¨²blico que sepa aprovechar productivamente esa mayor liquidez monetaria y devaluaci¨®n de sus monedas para exportar m¨¢s. En t¨¦rminos sanitarios, primero intentan parar la hemorragia y hacer una transfusi¨®n para recuperar las constantes vitales de la econom¨ªa y del empleo, y despu¨¦s cirug¨ªa de reformas para mejorar su competitividad. Por este orden. Lo contrario que se est¨¢ haciendo en la UE.
Esta pol¨ªtica macroecon¨®mica alternativa tiene riesgos: puede provocar una guerra de divisas, fomentar nuevas burbujas si no se aprovecha bien la nueva liquidez o inflaci¨®n descontrolada. Pero, entre optar por un mal cierto o un riesgo posible, han escogido lo segundo. Econ¨®mica y moralmente es una decisi¨®n acertada.
La crisis financiera de la eurozona ha sido aprovechada por la nueva generaci¨®n de l¨ªderes alemanes para tratar de construir una Europa alemana
Los gobernadores de los bancos centrales de esos tres pa¨ªses lo que est¨¢n diciendo con esta nueva pol¨ªtica es que est¨¢n dispuestos a ¡°hacer todo lo imprescindible, durante el tiempo necesario, para salvar sus econom¨ªas y a sus ciudadanos¡±. Pero, de momento, el gobernador del BCE lo ¨²nico que ha dicho es que ¡°har¨¢ todo lo necesario para salvar el euro¡±. Pero salvar el euro no es sin¨®nimo de salvar las econom¨ªas europeas y a sus ciudadanos.
A la vista del fracaso del c¨®ctel europeo y de esa alternativa, la pregunta que se hacen muchos es si veremos un cambio de enfoque.
La flexibilizaci¨®n del periodo de tiempo que la UE ha concedido a Espa?a para alcanzar los objetivos de reducci¨®n de d¨¦ficit parece sugerir que algo est¨¢ cambiando. Pero pienso que es un espejismo.
Escuchando al comisario europeo de econom¨ªa, el finland¨¦s Olli Rehn, al ministro alem¨¢n Wolfgang Sha¨¹ble en su reuni¨®n en Granada con el ministro Luis de Guindos o a la canciller Angela Merkel despu¨¦s de la reuni¨®n con el nuevo primer ministro italiano, Enrico Letta, no atisbo ¨¢nimo de cambio.
?Cu¨¢l es la causa de esa contumacia en una pol¨ªtica macroecon¨®mica de inspiraci¨®n germ¨¢nica que empeora las cosas? Hay dos hip¨®tesis.
La primera tiene que ver con el pensamiento econ¨®mico que inspira a los dirigentes germanos. Se aprecia la influencia de la escuela austriaca de Frederick von Hayek. En los a?os treinta, delante de una crisis financiera y econ¨®mica similar a la actual, Hayek sostuvo que fue el exceso de liquidez de los bancos centrales lo que foment¨® el sobreendeudamiento de las familias y la sobreinversi¨®n especulativa. Su recomendaci¨®n fue la pol¨ªtica liquidacionista: dejar caer la econom¨ªa y el empleo hasta que la austeridad y el ahorro limpiasen los excesos anteriores y saneasen la econom¨ªa.
Desde Inglaterra, John Maynard Keynes, coincidiendo con Hayeck en el problema del sobreendeudamiento, sostuvo que las causas estaban en la desigualdad. Se opuso a la soluci¨®n liquidacionista, tanto por sus efectos econ¨®micos como democr¨¢ticos, derivados del auge del populismo pol¨ªtico provocado por un paro prolongado. Y recomend¨® la intervenci¨®n p¨²blica para parar la hemorragia del empleo.
Hoy el debate est¨¢ en t¨¦rminos similares. El riesgo es que vuelvan los fantasmas de los a?os treinta.
La segunda hip¨®tesis es de naturaleza pol¨ªtica. La nueva generaci¨®n de dirigentes alemanes que lleg¨® despu¨¦s de Helmut Kohl ha desenterrado la vieja cuesti¨®n alemana. Especialmente desde el siglo XIX, esa cuesti¨®n ha consistido en c¨®mo contener a un pa¨ªs dominante situado en el centro de Europa. La soluci¨®n, despu¨¦s de dos guerras mundiales, fue la UE. Con ella se busc¨® construir una nueva Alemania europea.
Pero, de forma inesperada, la crisis financiera de la eurozona ha sido aprovechada por la nueva generaci¨®n de l¨ªderes alemanes para tratar de construir una Europa alemana, aprovechando que el euro a¨²n no es la moneda de una uni¨®n pol¨ªtica y que no tiene detr¨¢s un verdadero banco central con funciones de prestamista de ¨²ltima instancia, como lo son los otros bancos centrales de los tres pa¨ªses mencionados, Alemania ha impuesto su pensamiento liquidacionista en beneficio propio.
Esta es la raz¨®n por la que Alemania no es la soluci¨®n, sino parte de la crisis europea. O nos desprendemos del s¨ªndrome de Berl¨ªn que nos domina y hablamos sin tapujos y sin t¨®picos, buscando una soluci¨®n adecuada a los intereses generales europeos, o la crisis europea no tendr¨¢ salida f¨¢cil.
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