¡°Con otros cinco a?os as¨ª, el euro no sobrevivir¨¢¡±
"Los rescates solo han salvado a las elites bancarias en vez de a la gente corriente"

Soci¨®logo estadounidense formado en Oxford, Craig Calhoun (Watseka, Illinois, 1952) dirige desde septiembre la London School of Economics (LSE), y esta semana desembarca en Madrid de la mano de la Fundaci¨®n Ram¨®n Areces y al frente de un nutrido grupo de profesores de la LSE en una serie de clases magistrales sobre temas tan variopintos como la felicidad, las reformas estructurales, el futuro de la econom¨ªa global o la educaci¨®n.
Pregunta. ?Ser¨¢ este ej¨¦rcito de profesores de la LSE capaz de explicar a los espa?oles qu¨¦ tienen que hacer para salir del agujero?
Respuesta. ?Ojal¨¢ conociera la respuesta m¨¢gica a esta pregunta! No, no creo que la idea sea decirles a los espa?oles qu¨¦ han de hacer, sino mejorar el pensamiento acerca de cuestiones clave y abrir debates sobre ideas que pueden ser ¨²tiles.
P. Usted dirige una universidad, y en Espa?a todo el mundo quiere ser universitario. Cada cierto tiempo surge el debate sobre si hay o no demasiados estudiantes universitarios.
¡°El problema
R. Ese mismo debate se ha dado en Inglaterra y, desde luego, en Estados Unidos. Hay muchas universidades. Hay muchos empleos en los que se exige educaci¨®n universitaria. Hay una especie de titulitis. Usan las universidades como una forma de filtro para esos empleos, en lugar de formar a la gente para los empleos o para un despertar intelectual. Est¨¢n reproduciendo la jerarquizaci¨®n en la sociedad. Y eso significa que no solo has de tener educaci¨®n universitaria, sino que lo importante es a qu¨¦ universidad has ido y qu¨¦ has estudiado. La educaci¨®n es valiosa en much¨ªsimos sentidos, pero organizarla en funci¨®n de jerarqu¨ªa socava ese valor porque incentiva la idea de que se trata solo de controlar qui¨¦n consigue qu¨¦ oportunidades en la vida, en vez de dotar a la gente de conocimiento para que sea capaz de hacer cosas importantes.
P. Hay gente que relaciona la corrupci¨®n en Espa?a con el amiguismo, con la falta de meritocracia. Pero, ?acaso no es la meritocracia un fen¨®meno jer¨¢rquico? ?Es realmente justa? ?Por qu¨¦ se ha de valorar m¨¢s la preparaci¨®n que el esfuerzo de progresar desde una posici¨®n muy humilde a una posici¨®n intermedia?
R. Es una cuesti¨®n muy importante. Ciertas versiones de la meritocracia premian a la gente en funci¨®n de su rendimiento real. Pero hay tambi¨¦n quien la premia seg¨²n a qu¨¦ escuela has ido, con independencia de lo que realmente haces. Eso no es meritocracia. Es la ilusi¨®n de la meritocracia mediante el uso de t¨ªtulos. Y eso es tan malo como la corrupci¨®n, porque premias a la gente en funci¨®n de lo que ha pagado. Pero si las oportunidades de empleo son desiguales es casi natural utilizar la educaci¨®n como filtro, y entonces detr¨¢s de las diferencias educativas hay diferencias de clase. ?Qui¨¦n accede a esas universidades? ?Qui¨¦n tiene esas posibilidades de triunfar? Las elites, la clase media alta. Es muy f¨¢cil hacer de la educaci¨®n parte del sistema, que no cambia las cosas, sino que reproduce las jerarqu¨ªas. En lugar de hacer algo que d¨¦ m¨¢s fuerza a la gente, que cambie la sociedad, que haga que el futuro sea diferente.
P. Pero la LSE se ha convertido en un ejemplo de ese modelo, especialmente con los estudiantes extranjeros.
¡°La vuelta
R. Eso es lo que nos preocupa. La misi¨®n de la LSE es potenciar el conocimiento y, luego, compartirlo para que permita a la gente hacer cosas. Y si lo ¨²nico que hacemos es vender el nombre de una marca y no proveemos de conocimiento, y especialmente conocimiento que permita a la gente mejorar el mundo, es que hay algo que no funciona. Nos enfrentamos a ello constantemente. Pero es imposible distinguir entre los estudiantes que vienen aqu¨ª solo porque quieren tener un trabajo despu¨¦s de graduarse y los que quieren aprender y ser capaces de hacer grandes cosas. Todas las universidades afrontan esa tensi¨®n entre ser simplemente parte del sistema de reproducci¨®n del estatus de la ¨¦lite y ser realmente capaces de poner el conocimiento a trabajar por el bien p¨²blico.
P. Mucha gente acept¨® tras la ca¨ªda de la URSS que el libre mercado es el mejor sistema econ¨®mico. Pero desde 2008 es dif¨ªcil aceptar que el mercado sea justo, o, al menos, lo bastante justo.
La sombra del franquismo
Con fama de radical, especialista en ciencias sociales y cr¨ªtico de las privatizaciones, Craig Calhoun parece mirar mucho m¨¢s a la izquierda que a la derecha. Aunque advierte de que no es ¡°de ninguna manera¡± especialista en Espa?a, cree ver la sombra de Franco en los actuales problemas. ¡°Despu¨¦s de la Gran Depresi¨®n y la II Guerra Mundial, los grandes pa¨ªses pusieron en marcha instituciones sociales para compartir los recursos y mitigar la desigualdad¡±, explica. Hasta que lleg¨® la crisis del petr¨®leo ¡°y empezamos a ver una creciente dependencia de las finanzas y dejamos que las manufacturas se fueran a Asia, y llegaron las burbujas inmobiliarias¡±.
"Espa?a es un caso particular y, en ciertos aspectos, extremo de todo eso, porque la muerte de Franco y la transici¨®n a la democracia coincidi¨® con eso", advierte. "La entrada de Espa?a en la nueva situaci¨®n global tras un periodo de semirreclusi¨®n, con instituciones de alguna forma m¨¢s d¨¦biles y con la apertura a ese r¨¦gimen altamente financiero que estaba llegando, deriv¨® en una especie de boom durante un tiempo muy bueno. Pero ahora sabemos lo fr¨¢giles que eran los cimientos. Y esa fragilidad tiene mucho que ver con el hecho de que el dinero con el que se hizo todo era sobre todo dinero prestado, deuda, y no hab¨ªa creado una industria productiva en mucho tiempo". "Muchos espa?oles de clase media se hicieron mucho m¨¢s ricos en ese periodo. Pero en todo el proceso hab¨ªa vulnerabilidades que no se hab¨ªan previsto y que solo se han visto en los ¨²ltimos cinco a?os".
R. Los mercados no tienen nada que ver con ser justos: son eficientes para ciertos objetivos. Y eso puede ser bueno. Pero, si se les deja solos, tienden a producir resultados desiguales. No puedes esperar que consigan ni justicia ni igualdad. Los mercados financieros, como hemos visto en los ¨²ltimos cinco a?os, producen resultados a¨²n m¨¢s extremos. Si lo que uno busca es justicia tiene que a?adir algo al sistema de mercado: una estructura de programas gubernamentales de bienestar, sindicatos, todo tipo de cosas, pero hay que a?adir algo. Lo que hemos visto durante 20 a?os o m¨¢s es la destrucci¨®n de instituciones sociales que compensaban las limitaciones de la sociedad del mercado capitalista. Y eso es malo.
P. En Espa?a se dice que Alemania ha adoptado una postura moral en esta crisis: castigar a los pecadores pa¨ªses cat¨®licos del sur. Pero la burbuja inmobiliaria nacional se cre¨® a trav¨¦s del dinero de los bancos alemanes. ?C¨®mo pueden olvidarlo?
R. Es muy interesante ver c¨®mo desde 2008 ha vuelto el nacionalismo a Europa. En ambos lados. Con los alemanes diciendo: ¡°Esos espa?oles¡±, y los portugueses, italianos, griegos; y los dem¨¢s diciendo: ¡°Esos alemanes¡±. Lo realmente interesante es c¨®mo ha vuelto el nacionalismo y c¨®mo vemos esas naciones en t¨¦rminos morales, en ambas direcciones. Es una se?al de lo d¨¦bil que era la solidaridad europea, incluso cuando todo el mundo la festejaba. Es un problema muy serio ver en t¨¦rminos morales cosas que son sobre todo producto de organizaciones econ¨®micas sist¨¦micas. Es un completo espejismo buscar explicaci¨®n a los hechos b¨¢sicos con argumentos de moralidad individual sobre los alemanes o sobre los espa?oles, cuando el problema es la naturaleza del sistema y las soluciones han de venir a trav¨¦s de cambios en el modelo de integraci¨®n econ¨®mica, los incentivos que se ofrecen a la gente y las estructuras institucionales. Si hay una cuesti¨®n moral deber¨ªa ser acerca de la moralidad social, de la forma en que funcionan las instituciones, y no acerca de la moralidad personal de los individuos.
P. ?Qu¨¦ sentido tiene una moneda con un tipo de cambio fijo, pero tipos de inter¨¦s variables?
R. El problema es que la zona euro tiene tales diferencias internas que los tipos de inter¨¦s var¨ªan. Pero no solo los tipos de inter¨¦s: las condiciones de empleo, todo. Y no tiene suficiente integraci¨®n como para apoyar una moneda com¨²n. Y, o empujas para tener mayor integraci¨®n, o seguir¨¢ habiendo desigualdades entre las regiones. Es una elecci¨®n entre que los m¨¢s ricos subsidien a los m¨¢s pobres o que los m¨¢s pobres sufran. Espa?a no tiene herramientas efectivas para cambiar eso como econom¨ªa nacional dentro de la zona euro.
P. ?Cree que el euro sobrevivir¨¢?
R. Probablemente. Pero como se ha visto con Chipre, cada vez que hay una crisis surge la posibilidad de que el euro no sobreviva. Creo que sobrevivir¨¢, porque las regiones ricas se han comprometido a salvarlo y lo van a seguir subsidiando. Pero depende de que vuelva el crecimiento. Con otros cinco a?os as¨ª no creo que sobreviva.
P. ?Puede desaparecer el Estado-naci¨®n?
R. A corto plazo, la globalizaci¨®n y las crisis globales refuerzan al Estado-naci¨®n, aunque eso no significa que haya unidad nacional dentro del Estado. Hay mayor conciencia de la identidad nacional, pero, al mismo tiempo, para alguna gente, es un problema: la identidad vasca, la catalana, la castellana, la que sea. Y la apelaci¨®n al Estado-naci¨®n se convierte en fuente de tensiones y problemas. La idea de que el Estado-naci¨®n iba a desaparecer era un espejismo nutrido en la UE y, hasta cierto punto, en el mundo por las ¨¦lites que se beneficiaban de viajar, de comprar segundas residencias, que disfrutaban de los beneficios de un sistema global. Europa, la UE, siempre ha funcionado mejor para las elites que para la gente corriente. Cuando lleg¨® la crisis qued¨® mucho m¨¢s claro: las diferencias han sido m¨¢s extremas, y eso recuerda a la gente lo importante que es el Estado. No soy experto en Espa?a, pero creo que eso produce, por un lado, una especie de respuesta nacional, y por otro, una tremenda decepci¨®n en la naci¨®n, porque el Gobierno de Espa?a no es capaz de hacer m¨¢s por los espa?oles. Y nos encontramos ante el fen¨®meno de una especie de nacionalismo sin optimismo. Lo opuesto al nacionalismo de hoy en China.
P. Mucha gente cre¨ªa que con los cambios en China llegar¨ªa una revoluci¨®n, que la gente con dinero exigir¨ªa tambi¨¦n libertad.
R. Gran parte del proceso de hacerse rico en China empez¨® como alternativa a la movilizaci¨®n pol¨ªtica por la libertad. En los noventa, el Gobierno chino empez¨® a crear m¨¢s oportunidades de crecimiento de la econom¨ªa para canalizar las aspiraciones de la gente, de hacerse m¨¢s rica en lugar de aspirar a la libertad y a la democracia. Al mismo tiempo, la gente es m¨¢s libre de lo que era antes, siempre y cuando no toquen ciertas cuestiones, como el poder del Partido Comunista. Pero eso trae gran desigualdad. Ahora, la cuesti¨®n para China es, primero, qu¨¦ hacer con la desigualdad, con el hecho de que la mitad de la sociedad se haya hecho rica y la otra mitad no. Segundo, y esto es una gran cuesti¨®n, es que esa forma de hacerse rico produce grandes externalidades, como dicen los economistas. Es decir, las compa?¨ªas y los accionistas se hacen ricos, pero algunos de los costes se quedan fuera. El gran ejemplo es la contaminaci¨®n. Hay un problema terrible de contaminaci¨®n. ?Va el Gobierno chino a hacer algo? Si no hace nada habr¨¢ una revoluci¨®n, porque la gente quiere respirar. No veo ninguna se?al de un movimiento revolucionario, pero s¨ª veo se?ales de suficiente presi¨®n, de suficiente demanda de la gente, para que el Gobierno empiece a hacer algo. Creo que en algunos aspectos es similar en Europa. En Europa la cuesti¨®n es c¨®mo reconstruimos las instituciones desmanteladas durante la ¨²ltima generaci¨®n. Hemos ido reduciendo la regulaci¨®n, y los Gobiernos tienen ahora dificultades para afrontar los problemas econ¨®micos. No tenemos los sistemas de bienestar con que antes compart¨ªamos la riqueza, y, durante la crisis, hemos visto que eso no preocupa a los multimillonarios. Es un desastre. El futuro de Europa depende de que seamos capaces de encontrar una salida a todo eso. Y no s¨¦ si seremos capaces. Apostar¨ªa antes por China que por Europa.
P. ?Tienen los Gobiernos que inyectar dinero p¨²blico para reactivar la econom¨ªa o no?
R. Los Gobiernos europeos han empeorado la situaci¨®n, aplicando una pol¨ªtica de austeridad en vez de estimular la econom¨ªa. Pero si quieres inyectar dinero te has de preguntar c¨®mo. Es muy diferente dar dinero a los bancos que construir carreteras o escuelas. Ahora es muy necesario promover el crecimiento. Ha sido necesario durante cinco a?os. Necesitamos una econom¨ªa de crecimiento, pero tambi¨¦n un ajuste hacia sectores que crean puestos de trabajo. Si el crecimiento se basa en la banca y las finanzas no crear¨¢ empleo suficiente para resolver el problema del paro juvenil que tiene Espa?a.
P. ?Por qu¨¦ hay que salvar un banco, pero no una planta de autom¨®viles?
R. Eso nos preguntamos todos. Los bancos fueron salvados por una combinaci¨®n de buenas y malas razones. La buena es que est¨¢n tan interconectados que la crisis habr¨ªa sido mucho peor si no eran rescatados. Pero hay diferentes formas de salvarlos. Y la mala raz¨®n es que la gente que tom¨® la decisi¨®n de salvarlos era demasiado cercana a la ¨¦lite bancaria e hizo cosas que beneficiaban a esa ¨¦lite. La gran beneficiada del rescate ha sido la gente que ten¨ªa mucho dinero en los bancos, que estaba atada al r¨¦gimen crediticio. B¨¢sicamente, hemos evitado que los tenedores de bonos tuvieran que aceptar recortes en sus beneficios. No hemos salvado realmente a la gente corriente.
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