¡°Me siento un pu?etero delincuente¡±
El apu?alamiento de un exdirector de sucursal en Valencia destapa la situaci¨®n de los bancarios Empleados de Novagalicia relatan el calvario oculto bajo el drama de las preferentes
![Protesta frente a las oficinas de Novagalicia Banco, el 15 de marzo, en Vigo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DLPQK2RYOAE2ENQWDBHD4U4UHA.jpg?auth=d4fdd8cff225a1d20aad4646aedd39e3f31d05aa6b16dc915eda54243cb969e4&width=414)
En apenas un a?o, la vida de muchos de los 4.500 empleados que a¨²n conserva Novagalicia Banco, heredero de la fusi¨®n de las dos cajas de ahorros de Galicia, ha cambiado de forma radical. Eran ciudadanos respetados y ahora viven ¡°perseguidos y amedrentados¡±, seg¨²n el relato de uno de ellos. La presi¨®n de los afectados por las preferentes, la convivencia con el drama de sus clientes, con su ira y, en algunos casos, con su violencia, est¨¢ resultando demasiado dolorosa para la mayor¨ªa. Oculto tras el calvario de los estafados, crece silencioso el de los trabajadores, principalmente directivos de sucursales, que han tenido que coger a la familia y cambiar de aires, abandonar rutinas como pasear por el pueblo o padecer las agresiones de los afectados.
La primera acci¨®n violenta de la que se tiene constancia en Galicia, una de las comunidades m¨¢s afectadas por el drama de las preferentes, se produjo antes incluso que el apu?alamiento de un exempleado de banca, esta semana, en Valencia. Ocurri¨® el pasado 19 de abril en A Estrada (Pontevedra). Ese d¨ªa, Manuel Paradela, antiguo subdirector de la oficina principal del pueblo y concejal en el Ayuntamiento, caminaba por el estrecho callej¨®n que da acceso a un aparcamiento cuando se cruz¨® con alguien. Era un antiguo cliente, que le ech¨® las manos al cuello, lo sujet¨® en el aire y lo empuj¨® contra la pared mientras profer¨ªa todo tipo de amenazas. Paradela ha retirado la denuncia despu¨¦s de recibir las disculpas del agresor, pero tambi¨¦n ha renunciado al acta de concejal, harto de vivir con el foco sobre su persona. Todos los grupos de la Corporaci¨®n condenaron la agresi¨®n, pero el portavoz de la plataforma comarcal de afectados no se amilan¨®. ¡°No ser¨¢ la ¨²ltima¡±, amenaz¨®.
El timador es quien ordenaba vender el producto mientras falseaba las cuentas¡±, dice un empleado
¡°Para entender bien la situaci¨®n hay que tener en cuenta un dato: en Novagalicia Banco hay 700 trabajadores con preferentes o subordinadas, que tienen atrapados 70 millones de euros¡±, precisa Juli¨¢n Valiente, secretario del sindicato de banca de Comisiones Obreras de Galicia. ¡°No somos estafadores, sino la herramienta que emplearon para enriquecerse unos se?ores que se han ido con unos blindajes millonarios¡±, lamenta el trabajador de una sucursal. Otro precisa: ¡°El timador es quien ordenaba vender el producto mientras falseaba las cuentas de la entidad¡±. ¡°Y la mayor prueba de que no pretendimos enga?ar a nadie es que muchos tenemos que hacer frente a la doble condici¨®n de preferentistas y v¨ªctimas de la desesperaci¨®n de quienes tienen sus ahorros atrapados¡±, a?ade.
Jorge, director de una peque?a sucursal rural en una de las comarcas m¨¢s afectadas, ya no puede tomar el caf¨¦ donde sol¨ªa. Es un nombre ficticio, porque el anonimato es una de las obsesiones de todos los que padecen la furia de quienes no pueden recuperar su dinero. ¡°Vivo medio escondido: evito las zonas concurridas y las horas punta, en general esquivo cualquier situaci¨®n donde me pueda encontrar a mis clientes. No puedo tomar el caf¨¦ donde lo he tomado toda la vida por miedo a lo que pueda pasar y de hecho pasa. He pasado de ser una persona bien vista en el pueblo a sentirme un pu?etero delincuente¡±, relata Jorge.
Los sindicatos carecen de datos, pero han constatado un incremento ¡°brutal¡± de las bajas por depresi¨®n
En la zona de O Morrazo, la direcci¨®n de Novagalicia ha cerrado la sucursal de Moa?a ante el constante acoso de los afectados, y las oficinas menores, disgregadas por las parroquias, tienen que bajar la persiana varios d¨ªas a la semana a causa de las concentraciones espor¨¢dicas de afectados a sus puertas. D¨ªas atr¨¢s, los empleados de la oficina principal de A Coru?a estuvieron m¨¢s de dos horas atrapados por los preferentistas que bloquearon la salida. Otro tanto ocurre de forma cotidiana en Vigo, Carballo, O Rosal, Salvaterra... Los sindicatos carecen de datos, pero han constatado un incremento ¡°brutal¡± de las bajas por depresi¨®n. ¡°Circula la broma de que el m¨¦dico de la empresa reparte ansiol¨ªticos como si fueran caramelos¡±, comenta Valiente.
Manuel Paradela no quiere que le hagan recordar la agresi¨®n ni el calvario que atraviesa desde que tiene que convivir con el sufrimiento de sus exclientes. Solo apunta: ¡°Con algunos me puedo parar a explicarles que yo fui una herramienta del banco, que el banco me utiliz¨®, pero muchos otros ni siquiera preguntan, solo quieren intimidar¡±. Otro directivo de sucursal, acostumbrado a correr por las calles de su pueblo por prescripci¨®n m¨¦dica, evit¨® las zonas concurridas para adentrarse a hacer deporte en la monta?a. La Guardia Civil le dio un consejo m¨¢s serio que el de los doctores: si quiere evitar sorpresas desagradables, no ponga un pie en el monte.
Aunque, salvo el caso de A Estrada, no hay noticias de agresiones, es otro tipo de violencia, m¨¢s soterrada, la que preocupa a los empleados. ¡°Una trabajadora de la zona de O Morrazo, por ejemplo, tuvo que cambiar a su hija de guarder¨ªa por el acoso no solo de los dem¨¢s padres, sino de los propios ni?os¡±, relata un directivo de sucursal. Un dato importante es que el grueso de preferentes y subordinadas se vendi¨® en pueblos peque?os, donde el contacto, la amistad e incluso los lazos familiares entre los trabajadores del banco y los afectados son inevitables.
En Comisiones Obreras conocen muchos m¨¢s casos: un director de oficina que no se atreve a salir a la calle, varios que han tenido que abandonar el pueblo, otros que fueron rechazados por sus propias familias en las cenas de Navidad, cambios de testamento... ¡°La lista es interminable¡±, zanja el secretario de banca de CC OO, que suma el estr¨¦s a?adido de la inestabilidad laboral de una empresa sometida a sucesivos ERE. Pero, precisa Valiente, el mayor peso al que tienen que hacer frente no es la ira de los afectados, sino otro m¨¢s dif¨ªcil de conciliar: ¡°El complejo de culpa de quien ve arruinados a aquellos a los que intent¨® ayudar¡±.
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