Cambios tributarios s¨ª, pero ?para qu¨¦?
El consenso sobre la necesidad de acometer una reforma fiscal en Espa?a es m¨¢s que notable. La sugiere Bruselas, la maneja el Partido Socialista en sus documentos estrat¨¦gicos, la declara el expresidente Aznar y la reconoce el Gobierno central. El problema es la concreci¨®n de los cambios. Porque hay posibles reformas de intensidad muy diversa y con planteamientos muy diferentes, en los objetivos finales que se prioricen. Vayamos por partes.
En Espa?a tenemos un grave problema con el fraude fiscal. Dedicamos muy pocos recursos humanos y financieros a la gesti¨®n tributaria y a la inspecci¨®n, y tenemos una cultura tributaria deficiente en general, que no castiga en su justa medida el incumplimiento. En ambas cosas estamos claramente por debajo de la media europea. Y este es el primero de los frentes sobre los que hay que actuar. Tenemos un margen de mejora enorme. Gobierno y oposici¨®n deber¨ªan cerrar un pacto amplio y ambicioso al respecto.
En segundo lugar, en Espa?a sabemos mucho de parches y remiendos. Pero no es eso de lo que hablamos. Una reforma fiscal no se puede sustanciar en subir dos puntos en un impuesto y eliminar una deducci¨®n en otro, o viceversa. Hay que abordar una reforma integral, que trate al sistema fiscal como lo que es: un sistema. La equidad, la eficiencia, la capacidad recaudatoria, la simplicidad administrativa deben satisfacerse mediante el conjunto de figuras tributarias y no de forma parcial. Por ejemplo, existen impuestos muy recomendables por su eficiencia, como los que gravan la energ¨ªa, pero que pueden resultar regresivos. Por eso hay que acompa?arlos de otros muy progresivos, que garanticen una distribuci¨®n justa.
A la hora de concretar lo anterior, es evidente que la probabilidad de consensuar se reduce. La ideolog¨ªa pesa a la hora de priorizar unos u otros objetivos. La incidencia en la equidad y la suficiencia recaudatoria para sostener elevados niveles de gasto es tradici¨®n para los partidos de izquierda. Luchar contra la ineficiencia y los desincentivos, caballo de batalla de los partidos en la derecha. Por eso no es posible ni probablemente necesario alcanzar un acuerdo general para la reforma fiscal. Pero s¨ª existen algunos elementos sobre los que podr¨ªamos avanzar conjuntamente, adem¨¢s de en materia de lucha contra el fraude. A continuaci¨®n apunto algunas sugerencias que se manejan en los foros de expertos y que parecen razonables.
Partiendo de los tipos impositivos actuales en el IRPF y el impuesto sobre sociedades, deber¨ªamos plantearnos una significativa rebaja de los mismos, compensada por un recorte en deducciones y bonificaciones diversas. Podemos y debemos reducir sustancialmente el ¨¢mbito de aplicaci¨®n del sistema de m¨®dulos en IVA e IRPF, porque genera inequidad entre contribuyentes y p¨¦rdida de recaudaci¨®n; y porque hoy la extensi¨®n del m¨¦todo de estimaci¨®n directa es posible gracias a las herramientas inform¨¢ticas. La llamada tributaci¨®n verde y la fiscalidad sobre la energ¨ªa son caminos poco transitados hasta la fecha. Su regresividad podr¨ªa ser recompensada por una revitalizaci¨®n de la tributaci¨®n sobre la riqueza, por ejemplo. En cambio, las subidas del IVA han sido muy fuertes en poco tiempo y no hay que perder de vista los graves problemas de fraude en este ¨¢mbito, que ser¨ªan agravados con incrementos adicionales; as¨ª como la crisis de consumo por la que atravesamos.
Santiago Lago Pe?as es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Vigo.
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