Cambios muy lentos en la PAC
En consonancia con el hecho de ser la pol¨ªtica comunitaria m¨¢s antigua, la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) experimenta cambios a una lentitud exasperante, en funci¨®n de los intereses sectoriales corporativos a los que beneficia, m¨¢s que a los del conjunto de la econom¨ªa. As¨ª, la PAC ha sido desde sus inicios una pol¨ªtica dirigida al est¨ªmulo de la producci¨®n, como elemento clave del objetivo de la autosuficiencia continental, quiz¨¢ adecuado a los tiempos de su formulaci¨®n, pero que con la globalizaci¨®n han periclitado definitivamente.
Luego menudearon las justificadas protestas de los pa¨ªses emergentes contra el proteccionismo europeo justo en el sector en que pod¨ªan competir. A las que se a?adieron las cr¨ªticas por el evidente car¨¢cter doblemente antiredistributivo de la PAC: porque su financiaci¨®n, que absorbe a¨²n el 40% del presupuesto de la UE, beneficia a una poblaci¨®n que apenas representa el 5% del total; y porque, dentro de esta, repercute en mayor medida sobre los agricultores m¨¢s pr¨®speros, encabezados por las casas de Windsor y de Alba.
Todo ello incentiv¨® un nuevo cambio de orientaci¨®n de la PAC, desde el productivismo que acababa en la dilapidaci¨®n de toneladas de mantequilla a un tono social en favor de las rentas de los agricultores y el desarrollo rural. Y de ello hacia la acentuaci¨®n de los objetivos de una mayor eficiencia y preservaci¨®n del medio ambiente: la llamada agricultura verde.
Pero ninguna de esas modificaciones ha sido radical, coherentemente con el excesivo peso del conservadurismo social agrario en las c¨²pulas de algunas ¨¦lites pol¨ªticas europeas. De modo que sobreviven en la PAC elementos contradictorios de cada una de sus capas tect¨®nicas, que evolucionan a ritmo tambi¨¦n tect¨®nico.
La ¨²ltima reforma, propiciada por la discusi¨®n del nuevo marco financiero comunitario 2014-2020, no es una excepci¨®n. As¨ª, en los pr¨®ximos siete a?os la PAC seguir¨¢ siendo un h¨ªbrido de contradictorias herencias superpuestas. No responder¨¢ pues a los par¨¢metros de una pol¨ªtica social moderna: no se trasvasar¨¢n en principio fondos de uno a otro pilar, y convendr¨ªa hacerlo al de las rentas. Tampoco responder¨¢ al requisito de eficiencia que ser¨ªa exigible del verdadero estatuto sectorial de la agricultura: formar parte intr¨ªnseca de una pol¨ªtica agroindustrial y, pues, de la pol¨ªtica industrial. Ni a una combinaci¨®n expl¨ªcitamente definida de ambas.
Desde el punto de vista de los intereses espa?oles a corto plazo, la continuidad b¨¢sica del esquema anterior arroja, sin embargo, algunas ventajas: mantiene el nivel de financiaci¨®n al sector; mantiene la posici¨®n del pa¨ªs en el ranking de transferencias a recibir; abre la posibilidad de adecuar mejor la letra peque?a de la PAC a las caracter¨ªsticas del campo nacional. Ser¨¢n ventajas p¨ªrricas o endog¨¢micas, pero con los tiempos que corren, tampoco es mala noticia mantener la posici¨®n relativa agr¨ªcola y ganadera del pa¨ªs. Quiz¨¢ la concreci¨®n espa?ola de la reforma pueda mejorarla, seg¨²n las pautas de la Euroc¨¢mara, siquiera en peque?as dosis: eliminar los pagos a quienes no son agricultores activos; distribuir m¨¢s equitativamente las ayudas entre los grandes y los peque?os; flexibilizar, aunque sea moderadamente, los trasvases. Alguna modificaci¨®n que haga menos indigesta esta vetusta pol¨ªtica.
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